La confirmación más cruel de que la verdadera vida de los artistas ricos y famosos no siempre es un camino de rosas llega cuando la tragedia asedia constantemente a una familia. Es inevitable que Bee Gees llegaran a cantar “Tragedy”.
En 1979 no había todavía videoclips como estándar musical. Aquí se puede ver grabando a los hermanos Gibb, uniformados con el mismo jersey, rodeados de discos de oro y platino, en esa perfecta combinación de voces en falsete que nos acompañó durante décadas.
Maurice Gibb, era, de los tres, el más dotado para la música. Era el multi instrumentista responsable de muchos de los arreglos de la banda. Luchó contra el alcoholismo durante gran parte de su vida y murió a los 53 años de edad. El pequeño de los Gibb, Andy, no formó parte de la banda, pero luchó contra la adicción a las drogas y tuvo una relación nada saludable con la actriz Victoria Principal. Su adicción lo llevó a la bancarrota y a una muerte prematura a los 30 años por una infección agravada por su adicción a la cocaína.
Robin, el gemelo de Maurice, también lidió con eternos problemas de salud y falleció a los 62 años por un cáncer. Barry, el único hermano sobreviviente que queda de Bee Gees, es quien ha tenido que soportar todo ese dolor. Se confirma: no siempre es todo felicidad en la casa de los artistas de éxito y fama mundial.
Del folk al disco
En la entrega que se publica este viernes de La mejor Playlist, el pódcast musical de El Independiente, nos hemos sumergido a buscar entre el legado de una banda que, a pesar de esta cara B tan dramática, vendió 200 millones de discos en una carrera que se remonta en sus inicios a los años 60.
Nuestro invitado, el conocido periodista musical José Ramón Pardo, tuvo la suerte de conocerles, y sacó de su bloc de notas una de las aportaciones que, como buen playlisto elegido, nos ofrece: “New York Mining Disaster 1941”.
Muchos nunca hubieran dicho que los mismos que sacaron de Travolta las piruetas que encandilaron al mundo en los 70, se dedicaran a hacer canción protesta. Esta mezcla de pop psicodélico, pop barroco y folk rock de apenas 2 minutos y 9 segundos tenía un estilo tan similar al de The Beatles, hasta el punto que hay quien pensó en aquel momento que se trataba de un seudónimo de los 4 de Liverpool.
Este fue el punto de partida de un fenómeno que tuvo etapas muy marcadas y un antes y un después clarísimo cuando llegó, como preludio de la fiebre del sábado noche, “Jive Talking”.
Pardo no se esconde al admitir que cuando salió este tema, en el verano de 1975 y siendo él periodista de renombre, dijo de Bee Gees que aquello de la música disco no era lo suyo. Afirma, no sin humor, en nuestro pódcast que “fue un éxito porque no le leyeron”. Por supuesto, eligió para nuestra lista también el himno que cambió todos los sábados por la noche del mundo para siempre: "Staying Alive".
Andar (y bailar) para seguir vivos
Esos andares de los hermanos representan el mensaje de “permaneces vivo mientras caminas” del que habla la canción más bailada de su época. Un curioso mensaje de superación ante la crisis. En nuestro programa, tuvimos la oportunidad de comentar el secreto de este tema: la batería es en realidad un bucle hecho con cinta empalmada de apenas un compás de duración. Dennis Bryon, el encargado de tocar ese instrumento, tuvo que marcharse por una emergencia familiar, pero decidieron no sustituir al percusionista, sino empalmar cinta con alguno de los compases ya grabados. Esa exactitud en el tempo fue toda una novedad y marcó el ritmo de los cambios. Un efecto mariposa en toda regla. Aquellos andares fueron interpretados, nada más empezar la película que lo cambió todo, por el símbolo de toda una época: John Travolta en Fiebre del sábado noche.
Al querer conocer más sobre la experiencia que vivió nuestro invitado de conocer a Bee Gees en todo su apogeo, nos encontramos con otra faceta poliédrica que nos aleja del presunto camino de rosas de toda familia de éxito: el miedo. Nos narra José Ramón la vivencia de entrar en el estudio como si de una película de espías se tratase: por el garaje y escoltado. Aunque pensó que era una cuestión clasista, los propios hermanos Gibb le confesaron tener miedo tras lo sucedido a John Lennon, meses antes. Esa vulnerabilidad que tan poco aparece en los artistas que llenan estadios la trajo hacia el arte Pardo con su última elección para nuestra playlist. Un tema que sonó incesantemente en aquellos momentos de lentas en las discotecas en los que se paraban los ritmos machacones para permitir espacio al romance.
No sé cuántos de quienes estén leyendo esto habrán llegado al mundo encargados al son de esta balada que aportó una calidez y sensibilidad extraordinarias a un mundo que entonces se convulsionaba casi tanto como ahora. Todos somos vulnerables.
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