Elegante, tranquila y sonriente, Carminho (Lisboa, 1984) no viste de negro esta vez, como mandan los cánones del folclore portugués. La artista lisboeta atiende a El Independiente, en el Teatro Albéniz de Madrid, con un vestido largo y holgado en tonos terrosos y aparentemente algo más informal y relajada de lo que acostumbra en sus actuaciones. Aun así, la solemnidad de su gesto y la mesura de sus frases, precisas y calmadas, delatan el carácter sereno y delicado que se presupone en una de las fadistas más importantes de su generación.
La cantante y compositora actual más internacional del género popular por excelencia en la música portuguesa se encuentra en la capital española con motivo de su participación en el Festival Internacional de Fado de Madrid. Un evento que inauguró la propia Carminho allá por 2011, y que nació con la intención de tender puentes culturales y musicales entre países vecinos.
Su relación con Madrid y la música española
La artista lisboeta ya pasó por aquí el pasado mes de febrero para presentar su último trabajo, Portuguesa (2023, Parlophone Portugal), en un "emocionante" concierto en el Teatro de La Latina. "Madrid es una ciudad a la que vengo mucho, con un público muy fiel que sigue mi trabajo con atención y, además, es una ciudad donde he coincidido muchas veces con Pablo Alborán para conciertos, grabaciones o programas de televisión. Es un lugar que me encanta y en el que guardo muchos recuerdos", responde la fadista al ser preguntada sobre su vínculo con la ciudad.
Su estrecha relación con la cultura musical española también provoca multitud de elogios hacia artistas como el propio Alborán, con quien alcanzó el número uno en España gracias a su dueto Perdóname (2011). También tiene buenas palabras para Rosalía, por quien siente auténtica admiración gracias a su capacidad para "ser tan pop y al mismo tiempo mantener una conmovedora ligación a su tierra y a su raíz". "Me encanta el flamenco -continúa-, adoro descubrir e intentar entender esa magia que tiene la guitarra, también me gustan mucho los nuevos artistas que están surgiendo en el rock español, que es maravilloso".
Fado y libertad
Para el concierto de este viernes 7 de junio, Carminho asegura haber preparado un espectáculo muy distinto al concierto que ofreció en febrero. "Voy a hacer un recorrido por mi carrera a través de los temas que representan momentos de libertad para mí, porque es importante transmitir la idea de que la libertad es algo por lo que tenemos que luchar, también desde las artes".
Con motivo del 50 aniversario de la revolución de los claveles, el festival ha decidido que el leitmotiv de esta edición sea la la libertad. La cantante portuguesa, en una manera muy personal de entender la relación entre fado y libertad, ha decidido darle su propio sentido.
"Es una alusión al 50 aniversario de la revolución de los claveles pero para mí, que no he nacido en ese contexto, el fado es mi libertad, es la manera en la que expreso lo que tengo adentro y mi mayor forma de liberación". La artista lisboeta reniega, sin embargo, de buscarle cualquier lectura política: "Siempre se ha intentado relacionar el fado con diversas facciones de la política, incluso antes del 25 de abril, y eso es una injusticia, porque el fado no tiene relación con ningún partido ni con ningún color, es la voz del pueblo y una forma de expresión para los fadistas, un vehículo de comunicación".
Carminho, que nació una década después del 25 de abril, reivindica así el fado como la manera más pura de expresar su libertad, "de cantar lo que quiero decir, escribir y componer lo que me nace de dentro, es algo que años atrás no hacían muchas mujeres", sentencia. Por eso, incide en el carácter de "lengua viva" que se construye "en clave de presente, mirando hacia el futuro y no por un ejercicio de memoria".
El fado, una lengua viva y el eterno debate entre pureza y fusión
No en vano, la cantante y compositora portuguesa ha sido una de las mayores renovadoras de un género históricamente tan ligado a la tradición y al folclore. Su forma de entender la música no entiende de puristas ni de líneas rojas, precisamente por el carácter de lengua viva que tanto defiende. "El fado tiene que ser debatido e interpretado, no puede ser solo repetido, sin reflexión ni pensamiento. Es necesario mirar al fado al mismo tiempo que se vive el presente, y así es natural que aparezcan nuevos temas, nuevas inquietudes, nuevas maneras de pensar. Porque si solamente sigues cantando los poemas que se escribieron hace 50 años, no es posible cantar lo que sientes hoy, por eso es necesario que haya más compositores y que los fadistas se comprometan todavía más con sus decisiones".
¿Y el debate de la posible pérdida de la esencia?, "Siempre ha existido, -responde Carminho- porque cada persona tiene una relación muy íntima y personal con la experiencia del fado, pero quieren agrupar lo que es el fado en un solo lugar y eso no es posible porque la tradición no existe como un todo. Nadie puede decir que está haciendo el fado puro, ¿qué es el fado puro?, ¿dónde quedó la marca de que a partir de aquí ya no es puro?, ¿en Amália Rodrigues?, pero todos criticaban a Amalia en su día..., ¿Alfredo Marceneiro? ¿Dónde empieza y termina lo que es fado? El fado está definido por toda una comunidad que, debatiendo, acumulando y teorizando sobre los cambios en su propia manera de hacer música, lo transforman en lo que es".
Así es cómo, por ejemplo, se introdujo en su día el bajo acústico entre los instrumentos del fado o, cómo recuerda la portuguesa, el cajón entró en el flamenco. "Son cambios que tienen que ver con el conocimiento del lenguaje y con la libertad de experimentar, pero también el respeto por lo que está ahí y la sensibilidad para saber si sirven para un mismo propósito. Claro que es una cuestión muy personal y depende de cada uno. Pero después la comunidad es quien decide lo que vale y lo que no".
Amor, celos, ceniza y fuego, dolor y pecado.
Traducción de la canción 'Tudo isto é fado', de Amália Rodrigues
Todo esto existe; todo esto es triste; todo esto es fado.
Y con ese amor por una música que, en palabras del escritor Fernando Pessoa, formó el alma portuguesa cuando no existía y deseaba todo sin tener fuerza para desearlo, Carminho ha traspasado las fronteras de su país, llegando a cautivar al mundo entero gracias a la complejidad emocional de un género marcado en su esencia por una sensibilidad pura y sencilla, siempre recubierta por esa melancolía intraducible que cabe en una palabra como saudade.
El fado en Hollywood y un mundo que va demasiado deprisa
La inclusión de su canción O quarto, con cameo incluido, en la película Pobres criaturas (ganadora de cuatro Oscar y nominada a mejor banda sonora) de Yorgos Lanthimos, ha sido sin duda uno de los momentos estelares en su carrera en los que ha puesto el fado en el mapa de la cultura mundial. "Fue todo un privilegio llevar la lengua portuguesa, el fado y mi canción al mainstream de Hollywood, lo viví como una experiencia personal muy rica de la que he aprendido mucho". Esto, sumado a otras aportaciones recientes como el estreno de Extraña forma de vida de Almódovar, cuyo título y tema principal aluden a la canción interpretada por Amália Rodrigues, han hecho que el fado llegue a los cines de todo el mundo.
Carminho apostó en su día por dar vida a un género prácticamente olvidado entre los más jóvenes, encontrando la forma de darle un sentido en el que todavía se podía mirar al futuro desde un punto de partida basado en la tradición. "Cuando yo empecé nadie quería escuchar fado y eso me hacía sentir muy alejada y marginada. Pero después gané confianza y pude defenderlo, sobre todo para mí misma".
Gracias a una apuesta que en su día fue complicada, hoy la lisboeta es una de las grandes referentes de la canción portuguesa, no solamente en su país, sino en el mundo entero, convirtiéndose en la fadista más reconocida e internacional de su generación. Una fama que le ha permitido, por ejemplo, llenar todos sus conciertos siempre que viene a España.
Por eso, ahora que ve con preocupación cómo "el mundo va demasiado rápido y no tiene paciencia para disfrutar de un tipo de canción que necesita su tiempo", Carminho se encomienda, más que nunca, al poder expresivo de un "lenguaje tan vivo y libre" como es el fado.
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