La contundencia de una batería tocada con aplomo, el insistente estribillo de un sintetizador ochentero y la voz ronca de Bruce Springsteen cantando sobre lo dura que puede ser una vida habiendo nacido en los Estados Unidos. Esos son los ingredientes básicos de Born in the USA, el mayor éxito comercial del Boss, cuya popularidad alcanzó, aquel verano de 1984, las dimensiones titánicas que han hecho de Springsteen el icono pop que es hoy en día.
Bruce venía de ser la voz de la clase trabajadora estadounidense, se había labrado una carrera rodando por la carretera a través de canciones que buscaban grabar en su esencia lo que se podría llamar "el alma americana". Álbumes como Born to Run (1975), Darkness on the Edge of Town (1978), The River (1980) o Nebraska (1982) contribuyeron a crearse la fama de un 'Bob Dylan rockero', un cronista de la vida moderna en unos Estados Unidos en continua transformación.
Bruce Springsteen, la construcción de un icono pop
Springsteen ya era conocido entonces, pero el lanzamiento del álbum Born in the USA (1984) fue lo que le catapultó mucho más lejos de lo que un cantautor folk pudiera abarcar. Aquel disco en el que cantaba a su país de una forma patriótica y crítica al mismo tiempo, con un sonido muy cercano al pop, consiguió crear el mito del hombre que, paradójicamente, quiso desmitificar el sueño americano, sin dejar de soñarlo.
Cuenta el propio Boss, en una entrevista, concedida a la Rolling Stone en diciembre del 84, que por aquel entonces había escuchado en la radio el Girls Just Want to Have Fun de Cyndi Lauper y le pareció increíble. Fue esa la inspiración sobre la que dio libertad a su productor Arthur Baker para que reinterpretase su música. "Siempre fui tan protector con mi música que dudaba en hacer mucho con ella. Ahora siento que mi material no es tan frágil como pensaba", explicó.
El resultado fue un séptimo álbum que marcó un antes y un después en el folk-rock, precisamente por su manera de acercarse a fórmulas más poperas con canciones como I'm on fire, o su mayor hit hasta la fecha, Dancing in the Dark. Un disco que ha alcanzado 15 veces la catalogación de diamante siendo el más vendido de su larga trayectoria. Un hito en su carrera capaz de llevar por todo el mundo una versión tan orgullosa como crítica de la condición de ser un estadounidense en el mundo post guerra de Vietnam.
La cara B de 'Nebraska' y la metamorfosis pop
Muchas de las canciones de Born in the USA fueron escritas en paralelo al personal y crudo Nebraska, como un hermano gemelo más enérgico pero igualmente oscuro en sus letras. La mitad de aquellas composiciones nacieron como descartes de aquel álbum de 1982. "Nebraska trataba de ese aislamiento americano: lo que le ocurre a la gente cuando se aleja de sus amigos, de su comunidad, de su gobierno y de su trabajo. Porque esas son las cosas que te mantienen cuerdo, que dan sentido a la vida de alguna manera. Y si desaparecen y empiezas a existir en un vacío donde las limitaciones básicas de la sociedad son una broma, entonces la vida se convierte en una especie de tomadura de pelo. Y puede pasar cualquier cosa", contaba en aquella entrevista Springsteen.
En un momento histórico marcado por la guerra fría, la reelección de Reagan y por los destrozos que había dejado Vietnam en forma de veteranos que seguían sin encontrar su lugar en el país que un día dejaron, Bruce quiso lanzar su propio grito de protesta contra el aislamiento de una sociedad desencantada. Nebraska nació sin gira ni ruido, de una forma espontánea y personal, pero ese hermano gemelo que era Born in the USA tenía que ser cantado a los cuatro vientos y, como tal, fue concebido.
El Boss estaba experimentando además una auténtica metamorfosis pop. A la transformación de su sonido, influido por las tendencias de la época, hay que sumarle la irrupción del mundo del videoclip y aquello del video kill the radio star. Para ello, contó con estrellas como Brian de Palma y una jovencísima Courtney Cox, para poner en imágenes su archiconocido Dancing in the Dark. Una canción sobre la frustración del compositor que no consigue llegar a escribir canciones capaces de llegar al público. Como un recurso de última hora, fue precisamente este el single que más popularidad ha conseguido en toda su carrera.
La responsabilidad de posicionarse políticamente
"Es el álbum más exitoso de mi carrera. Cambió mi vida, me aportó mi público más numeroso, me obligó a pensar muy en serio en el modo en que presentaba mi música y me situó fugazmente en el centro del universo pop", rememora Springsteen en sus memorias de 2016. "Tuvimos un éxito tras otro y en 1985, junto a Madonna, Prince, Michael Jackson y las estrellas de la música disco, me convertí en una genuina superestrella de la radio comercial".
Ante el éxito arrasador de una música cuyo mensaje político con sentido patriótico estaba tan presente, hubo una parte del conservadurismo republicano que quiso apropiarse de la fuerza de su discurso. Fue entonces cuando se produjo uno de los primeros momentos en los que Springsteen tuvo que posicionarse públicamente y rechazar la oferta de Reagan de usar su música como reclamo electoral.
"El futuro de América descansa en mil sueños dentro de nuestros corazones. Descansa en el mensaje de esperanza de las canciones de un hombre al que tantos jóvenes americanos admiran: Bruce Springsteen, de Nueva Jersey. Y ayudaros a hacer realidad esos sueños es de lo que trata este trabajo mío", dijo el presidente republicano en uno de sus discursos de campaña.
El Boss, todavía cauto en cuanto a su exposición mediática, no quiso dejarse domar. "No le conozco (a Reagan). Pero creo que presenta una imagen muy mitificada y seductora, es una imagen en la que la gente quiere creer. Creo que siempre ha habido nostalgia de una América mitificada, de un periodo del pasado en el que todo iba bien. Y creo que el presidente es la encarnación de eso para mucha gente. No sé si es un mal hombre. Pero creo que hay un gran número de personas en este país cuyos sueños no significan tanto para él, que son barridos indiscriminadamente", respondió entonces a tal reclamo.
La cara oscura del sueño americano
"Supongo que mi visión de Estados Unidos es la de un país de gran corazón, muy compasivo, pero lo difícil ahora mismo es ver cómo la conciencia social que formaba parte de los sesenta se ha vuelto anticuada. Sales, consigues un trabajo, intentas ganar todo el dinero que puedes y pasártelo bien el fin de semana. Y eso se considera que está bien". Springsteen tenía claro su amor por su país, pero no por ello podía comprar el lote completo que se vendía como sueño americano. Sufría por las condiciones de desigualdad que sufrían muchas personas y por eso aspiraba a dar voz a todos ellos.
"Uno de los problemas de Estados Unidos es que 'nos mantenemos unidos en nuestros prejuicios'. Lo que une a la gente, muy a menudo, es su miedo. Lo que une a veces a los blancos es su miedo a los negros. Lo que une a muchos hombres es una actitud denigrante hacia las mujeres -o, a las mujeres, la misma actitud hacia los hombres-. Y estas cosas son explotadas a su vez por los políticos, que las convierten en miedo: miedo instintivo a los rusos o a cualquier ismo que exista. O de una forma muy sutil e indirecta, como algunas de nuestras políticas económicas, que son un tipo de racismo indirecto real. Creo que, en algún lugar de su interior, la gente lo sabe. No lo confiesan, pero en algún lugar de su interior hay una verdadera mezquindad en utilizar las cosas de esta manera", afirmaba en aquella entrevista de promoción del disco.
Springsteen canta a los que no tienen a dónde ir, a aquellos chicos de pueblo a los que le pusieron un rifle en las manos y los mandaron a matar gente a otro país. A los que volvieron y tuvieron que ganarse la vida, con vergüenza y resignación, y, por supuesto, a todos los que se quedaron allí para siempre. Con esa especie de orgullo crítico, que señala y no ignora los pecados de su país, pero que también reconoce en su gente la bondad y solidaridad, y sigue imaginando que un lugar mejor es posible.
La fe en las relaciones personales.
Por eso, cuando alcanzó el punto más alto de su carrera, Bruce Springsteen apostó por todo aquello que nos hace humanos. Porque, como él mismo dijo, lo que le mantiene vivo es su música y las relaciones personales con su gente de toda la vida. "Esa es mi sangre vital. Y renunciar a eso por la televisión, los coches, las casas… eso no es el sueño americano. Si caes en ello, te han engañado. Esos son los premios de consolación, si no tienes cuidado, por venderte o dejar escapar lo mejor de ti mismo. Así que tienes que estar alerta. Tienes que llevar más lejos la idea con la que empezaste. Y tienes que esperar que te dirija a un lugar más elevado", dijo en 1984.
Ya entonces, en plena cresta de ola, el Boss tenía las cosas claras. Sabía a qué le debía su gran carrera y su éxito y, gracias a esos ideales, se ha sabido mantener como un icono pop para todos, sin venderse a intereses políticos y comerciales con fecha de caducidad, y sin dejar de pisar el suelo, a pesar de tocar el cielo.
Y con esa misma fe, se encomendó a lo que es para él, la fórmula del éxito en el rock & roll: "Creo que la vida de un grupo de rock & roll dura mientras mires al público y puedas verte a ti mismo, y tu público te mire a ti y pueda verse a sí mismo, y mientras esos reflejos sean humanos, realistas. El mayor regalo que te pueden hacer tus fans es tratarte como a un ser humano, porque cualquier otra cosa te deshumaniza. Esa es una de las cosas que ha acortado la vida, tanto física como creativa, de algunos de los mejores músicos de rock & roll: ese cruel aislamiento. Si el precio de la fama es aislarte de la gente para la que escribes, es un precio demasiado alto".
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