Hasta tres veces preguntó Bruce Springsteen si estábamos preparados antes de empezar su primer concierto en el Cívitas Metropolitano de Madrid. Elegantemente ataviado con camisa, chaleco y corbata, el maestro de ceremonias oficial de la velada se presentó con veinte minutos de retraso, haciendo gala de esa regla no escrita que dice que las personas más importantes siempre llegan tarde a las fiestas.

Allí le esperaban cerca de 50.000 asistentes, todos ellos con la ilusión intacta, conscientes de la importancia de un evento que, a pesar de haberse repetido en más de medio centenar de ocasiones en nuestro país, sigue colgando carteles de 'sold out' en tiempo récord. Esta vez han sido cinco entre Madrid y Barcelona. El de hoy era el primero y, después de ocho años sin pisar la capital, Madrid estaba más que preparada para recibir al Boss.

Actuación del cantante Bruce Springsteen, en el Estadio Civitas Metropolitano | Ricardo Rubio / Europa Press

Por eso, tras ese breve pero contundente aviso preventivo, comenzó el concierto con los primeros acordes de Lonesome Day, tema que abre "The Rising" (2002), el álbum que Springsteen y la E Street Band dedicaron a todos los caídos por el 11-S. Un enérgico comienzo gospel que siguió con un amplio repaso a través de más de cinco décadas de trayectoria musical, por el que se sucedían temas más recitados como No Surrender, cantados a dúo con su inseparable Steven Van Zandt en Two Hearts, o alguno de sus clásicos más recientes como Ghosts.

Aunque seguía habiendo luz natural, el sol ya había pasado el horizonte cuando el piano de Darkness On the Edge of Town irrumpía para generar un ambiente más intimista. Momento justo para cambiar la guitarra y probar a su público con el ooohh ooh de ida y vuelta en Frankie Fell in Love, y los shalalá de Darlington Town. A partir de ahí, el concierto tomó una vertiginosa curva ascendente que inició la festiva versión de Rockin' All Over the World de John Fogerty, subió hasta arriba con la ochentera Hungry Heart y culminó con la emotiva The Promised Land.

Springsteen es un profesional del espectáculo que mide perfectamente los tiempos, ofreciendo momentos verdaderamente memorables. Es el rey de los altibajos, actor de drama y de comedia a la vez, capaz de encogerte mientras retuerce su rostro y de aliviarte con la seguridad plácida de su sonrisa. Un auténtico agitador emocional sin parangón.

Sobre el escenario dos banderas ondeaban, la estadounidense a la izquierda y la española a la derecha. No había visuals, coreografías ni artificios, solamente él y su banda de toda la vida, a la que no se cansó de elogiar durante toda la actuación. Al otro lado, un público incondicionalmente entregado que le devolvía con mucho ruido cada una de sus continuas provocaciones, haciendo de la fiesta una experiencia compartida, de arriba a abajo y viceversa.

Las canciones se sucedían una tras otra, apenas un one, two, three hacía de separación. Sin embargo, no todo iba a ser energía y guitarras, él sabe perfectamente cuando introducir momentos más relajados con temas como If I Was The Priest, My Hometown o The River. Melodías de acompañamiento para besos apasionados, linternas encendidas y bailes abrazados.

El cantante, guitarrista y compositor Bruce Springsteen (i) y el guitarra Steven van Zandt acompañados por la E. Street Band, durante el concierto en el estadio Metropolitano, en Madrid. | EFE/ Juanjo Martín

Aprovechando la atmosfera confidente y familiar, el Boss se puso nostálgico recordando su primera incursión en el rock and roll a sus 15 años, dedicándole una emotiva interpretación de Last Man Standing a George Theiss, líder de aquella primera banda en la que aprendió lo que era la música, y de la que hoy solo queda él.

Bruce Springsteen se autoproclamó "El último hombre en pie". El de Nueva Jersey pertenece a una primigenia estirpe de estrellas del rock de la que cada vez van quedando menos, y a la que tanto costará encontrar un recambio generacional a la altura. ¿Con qué canciones revivirán en un futuro los mayores sus tiempos de juventud? ¿Qué melodías enseñarán a soñar a sus hijos desde el asiento trasero del coche familiar? ¿Quién llenará ese vacío cuando nos falten tipos como Springsteen? Claro que vendrán otros detrás, pero ellos siempre serán los primeros.

Por supuesto que Springsteen, a sus 74 años, es nostalgia, ¿y qué? La nostalgia es un lugar seguro, tan universal como particular que funciona de forma diferente según el sentir de cada uno. Muchas veces se ha denigrado, principalmente por su utilización como reclamo comercial, tratándola como si fuese un sentimiento banal y poco auténtico, los restos mascados de un pasado idealizado que no volverá. Pero en muchos casos esa nostalgia, que en artistas como el Boss tiene la habilidad de trascender generaciones, termina alcanzando un valor inestimable junto a esos momentos que recordamos como felices, precisamente porque nos permite volver a vivirlos.

Bruce Springsteen, durante su actuación en el Estadio Civitas Metropolitano, a 12 de junio de 2024, en Madrid (España). | Ricardo Rubio / Europa Press

El arreón final vino precedido por una electrizante interpretación de ese himno creado a medias con Patti Smith que nos recuerda que la noche es para los amantes. Entre canción y canción, la fiesta se iba terminando y las luces se encendieron, para que todos nos pudiéramos ver las caras mientras el maestro de ceremonias presentaba a la banda. Con los focos aún iluminados, comenzó el apoteósico último movimiento, Born to Run, Bobby Jean y Dancing in the Dark sonaron prácticamente de una tacada. Hasta que llegó el baile final con su ya habitual versión cañera del clásico de los Isley Brothers: Twist and Shout.

Como en todas las fiestas que se alargan más de la cuenta, nadie se quería ir, el crono casi marcaba las tres horas y el contador se había quedado en 29 canciones. Por eso, tras culminar con un atronador final y, para redondear una velada de esas que sus afortunados asistentes recordarán para siempre, el escenario volvió a oscurecerse y sobre él sólo quedaron Bruce y su guitarra. Había que calmar el ambiente antes de enviarnos a todos a casa y, con la dulzura melancólica de I’ll See You In My Dreams, el Boss nos mandó a todos a dormir, no sin antes recordar, como si de una feria ambulante se tratase, que estaría de vuelta el viernes por la noche. Y ojalá todavía queden muchas más, para que podamos seguir diciendo esa frase algo rancia y socarrona, pero cargada de esperanza, de que todas las veces siempre serán 'la penúltima'.

Setlist de Bruce Springsteen en Madrid

  1. Lonesome Day
  2. No Surrender
  3. Ghosts
  4. Two Hearts 
  5. Seeds 
  6. Darkness on the Edge of Town
  7. Frankie Fell in Love
  8. Darlington County
  9. Rockin’ All Over the World
  10. Hungry Heart
  11. The Promised Land
  12. If I Was The Priest
  13. My Hometown 
  14. The River
  15. Nightshift
  16. Last Man Standing
  17. Backstreets
  18. Because The Night
  19. She’s The One
  20. Wrecking Ball
  21. The Rising
  22. Badlands
  23. Thunder Road
  24. Land of Hope and Dreams
  25. Born To Run
  26. Bobby Jean
  27. Dancing In The Dark
  28. Tenth Avenue Freeze-Out
  29. Twist and Shout
  30. I’ll See You In My Dreams