“¿Esto qué es, para Orozco?”, dice un señor de unos cuarenta y tantos años en la cola para entrar al concierto de Melendi. Se ríe y le pasa un bocadillo envuelto en papel albal a su mujer para hacer más amena la espera. "Era o ir a la Fiesta Naranja de Leganés o al concierto de Melendi", dice ella. "Y ganó Melendi". Igual que lo hizo para las tres chicas de primero de universidad que están al final de la cola y que han venido porque "invita el bono cultural". Y como ellas, cientos y cientos (y cientos) de personas que esperan a que abran las puertas del auditorio de Rivas-Vaciamadrid, cada uno con sus propios motivos. Porque ese es el poder casi divino de Melendi: ser capaz de juntar en una misma fila a personas que todavía hacen cuentas en pesetas y a grupos que hablan del carnet de conducir.
Es el concierto de su gira 20 Años Sin Noticias, el último álbum que ha relanzado con las canciones que creó en 2004 y que conforman su disco Sin Noticias De Holanda. Algo tendrá el asturiano para que, después de ese tiempo, haya lágrimas de ilusión en las gradas y saltos descompasados en pista durante todo el concierto. Y ese algo empieza con el artista toledano Pole. como telonero, interpretando canciones que ya llenan auditorios por sí mismas; y con la primera canción del concierto principal, el que dejará resaca emocional: Piratas del bar Caribe.
'El Milindri', de padres a hijos
"Déjame que beba agua, espera", dice Melendi después de cantar su primer tema. Sonríe mucho, y el público también. Es como una tercera cita en la que ambos están embobados con el otro, con Melendi hablando de usted. También cuando dice que ve muchas caras jóvenes. "Les agradezco muchísimo que les pusieran mis canciones a sus hijos", dice emocionado a los padres y madres de quienes bajan la media del concierto y que se saben de memoria las canciones que escuchaban cuando todavía no sabían sumar.
Y padres, madres, hijas e hijos, corean su nombre. Porque están todos, aunque recuerden "el mundillo calé" del que hablaba Melendi en Caminando por la vida desde un momento vital distinto. "Me emociona mucho ver a un público tan joven viendo a este carroza de 45 años con complejo de Peter Pan, entendiendo códigos que antes nadie me entendía. Gracias, de verdad", agradece antes de dar comienzo al grueso del concierto. Pero los agradecimientos de la noche no terminan ahí, ni tampoco la oda a la juventud ni a lo que eso significa: "Confío en ustedes. Veo a la gente mucho más despierta, mucho más libre. El mundo está cambiando, sigan por ese camino".
Veinte años sin noticias, pero con muchos himnos
Su último álbum, 20 Años Sin Noticias, recopila temas icónicos que ya había lanzado hacía años, pero con colaboraciones actuales. Así, en el disco Hablando en Plata lo interpreta con el artista Hens y Con La Luna Llena, con Manuel Carrasco. Y aunque en el concierto no las interpreta con ellos, el mero hecho de escuchar esas canciones en directo, banda incluida, ya parece un motivo plausible para quedarse afónico.
Suele ocurrir que los conciertos de una gira que se hace con motivo de un álbum determinado no incluyen solo las canciones del elepé, sino también los de otros discos. Y 20 Años Sin Noticias no es la excepción. ¿Y eso qué significa? Ser testigo del obligado popurrí de canciones que sonaba en cada coche durante los veranos de los años dos mil camino a la playa.
Por eso, a temas como Sé lo que hicisteis y Rumbita pa' tus pies que retumban en el auditorio de Rivas-Vaciamadrid, se le unen otros como Lágrimas desordenadas, Tu jardín con enanitos o Un violinista en tu tejado. El fin de cada canción termina con un "¿Ahora cuál, ahora cuál?" que se le escapa a alguien, y que es respondido con un: "Todavía no ha cantado Loco ni Billy El Pistolero, así que puede ser que ahora vengan esas". Y venían, aunque fuera después de un interludio del asturiano hablando al público.
Melendi: "Sean felices, no discutan con un idiota, y hasta otra"
Porque Melendi habla mucho. Lo da todo en cada canción, y todos los detalles vocales e instrumentales están pensados, pero también los interludios. Se lleva al público de calle porque conoce tanto al público como la calle. Guiña el ojo a todos los que lo miran, interactúa con él como si fueran los vecinos de enfrente y sabe cuándo cantar y cuándo darle ese privilegio solo a la gente. Y por eso es imposible no disfrutar en un concierto suyo.
En el de Rivas-Vaciamadrid llovió e hizo viento. No era en absoluto el día en el que decides ir a un concierto al aire libre, y sin embargo cada persona que levantaba los brazos y sonreía cuando sonaban las primeras notas de una canción era totalmente ajena a la meteorología. "Sean felices, no discutan con un idiota, y hasta otra", dijo antes de dar por finalizado el concierto. Y la verdad es que nadie pareció querer discutir después de que Melendi se despidiera. Pero claro, ¿quién querría hacerlo, después de haber escuchado Canción de amor caducada en directo?
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