"Nosotras somos las que amamos locamente", así se presentaban en televisión las hermanas Muñoz Barrull en los 70, más conocidas como Las Grecas. Bailes hipnóticos, voces aflamencadas y distorsión psicodélica, Carmela y Tina sublimaron la fusión flamenca con su "gipsy rock" y una de las canciones de amor más icónicamente pegadizas que se hayan escrito jamás.
Apenas cuatro años, con sus respectivos álbumes de estudio: Gipsy Rock (1974), Mucho más (1975), Tercer álbum (1976) y Casta viva (1977); fueron más que suficiente para que estas hermanas gitanas grabaran su nombre con letras de oro en la historia de la música española. Su historia es la del éxito y la innovación en plena revolución musical de una España que pasaba del blanco y negro al color, pero también un relato personal marcado por la tragedia y el malditismo del estigma, los excesos y la mala prensa.
Porque sí, Las Grecas, como tantos otros artistas de su generación, también fueron golpeadas por la epidemia de la droga, siendo Tina, la pequeña, la que peor parada salió. La adicción y la esquizofrenia desbocaron una vida que terminó en un centro de acogida de Aranjuez en 1995, tras un largo período de autodestrucción que terminó afectando irremediablemente a su hermana y del que la prensa también quiso sacar tajada. Pero antes de eso, las Muñoz Barrull habían deslumbrado al mundo entero con sus canciones, dejando tras de sí un legado capaz de fusionar en su base flamenca géneros como el pop, el rock, el funk o el jazz manteniendo siempre su inconfundible esencia.
Un homenaje único para Las Grecas
Precisamente con la intención de recordar la música por encima de la leyenda negra, la V Muestra de Flamenco de Vallecas dedica su ciclo de Miradas Flamenkas al legado de Las Grecas. Una cita muy especial que ha conseguido que Carmela Muñoz, la hermana que sobrevivió a la fama y sus oscuras consecuencias, vuelva a subirse a un escenario este domingo 17 de noviembre para recordar y homenajear los 50 años de Gipsy Rock.
Sin grandes focos, exposición mediática, ni artificios, en un recinto íntimo pero distinguido y rodeada de sus hijos Julio y Manuel, y dos de las hijas de su hermana Tina, Tania y Tamara, Carmela volverá a cantar los temas que encumbraron a "las que amaban locamente". "Ha habido más propuestas a lo largo de estos años, pero siempre hemos respetado sus razones y sus motivos para permanecer apartada", explica a El Independiente la directora del festival Paloma Concejero. "No ha concedido entrevistas, está concentrada al 100% en el concierto y no quiere generar en torno a su persona más interés que el artístico. Ella desapareció de la vida pública quemada de entrevistas, manipulaciones y todo tipo de informaciones por las que ha sufrido todos estos años. De hecho, se les ha ofrecido muchísimo dinero para hacerlo en mayores recintos y de otra forma, pero no han querido, por algo será", aclara Concejero.
En el Centro Cultural Pilar Miró de Villa de Vallecas, un escenario íntimo en un barrio humilde pero de tradición flamenca, rodeada de familiares y amigos, y acompañada de un ciclo que homenajea la importancia de su herencia flamenca, la música de Las Grecas volverá a brillar una vez más. Del 16 de noviembre al 8 de diciembre, la banda Quentin Gas & Los Zíngaros, el cantaor David de Jacoba, la cantaora Laura Vital, la Premio Nacional de Danza 2022 Ana Morales, la guitarrista Mercedes Luján, la cantante catalana Queralt Lahoz y la madrileña Elena Salguero, y el bailaor Rafael Ramírez. Todos ellos tienen en común la referencia innegable del dúo flamenco como una influencia cuyas composiciones y prestigio ha seguido creciendo con los años.
Tan grandes como Camarón o Paco de Lucía
David de Jacoba (Motril, 1985), conocido entre otras cosas por ser el último cantaor que acompañó a Paco de Lucía, es uno de los artistas cuyo espectáculo pretende ser uno de los más emotivos del ciclo. El motrileño tiene planeado ofrecer un concierto enfocado única y exclusivamente en homenajear a Las Grecas. Para ello tiene pensado versionar las cinco canciones que más le gustan del dúo, y además ha compuesto una taranta "dedicada personalmente a la Tina y hay otra a la Carmela, hablando de ellas, de su música y de lo que yo siento en mi corazón", anticipa el cantaor a este periódico. "Después voy a cantar unos fandangos de la Tina y luego una bulería con un remix de letras de ellas".
Ilusionado y emocionado, el de Motril sueña con el momento en el que Carmela escuche la música que ha preparado y le diga un "ole". "Va a ser como si me lo diera Paco de Lucía o Camarón", confiesa. "Ellas están en lo más alto para nosotros, son tan grandes como ellos. Al flamenco que le preguntes qué le parecen Las Grecas, siempre te va a decir lo máximo. Camarón, por ejemplo, cogía letras de la Tina y las hacía por tientos, Paco cogió un tema de ellas (Te estoy amando locamente) e hizo una canción que es reconocible por todo el mundo, ¿quién no ha escuchado Entre dos aguas de Paco de Lucía? y fíjate, venía de Las Grecas".
Fusión, influencia y modernidad
Para De Jacoba, Las Grecas son "fuente y escuela de aprendizaje igual que lo han sido Camarón, Manzanita, Paco de Lucía, Los Chichos o el Parrita. Han sido tan grandes y han aportado tanto al flamenco, mezclando con otras músicas. La pena es que se acabó muy pronto". La herencia flamenca de estas dos gitanas les viene de familia. Jero, el del medio de Los Chichos, era su primo hermano, y su padre, con el que emigraron durante su infancia a Argentina, era cantaor. Haciendo las Américas precisamente fue cómo se empaparon de otras músicas y las adaptaron a su estilo.
"Se las ha presentado como un producto, como dos niñas de barrio que se las da una imagen y se las lanza y no tiene nada que ver. Eran dos mujeres de bandera, tenían clarísimo lo que querían hacer, cómo se querían vestir y encontraron ahí al que llaman su hermano, que por desgracia ya no está, José Luis de Carlos, que las entendió al 100% y trabajaron con él. Ellas escuchaban a George Benson, a Cat Stevens o a Roberto Carlos y tenían una cultura musical que no era fácil de encontrar en España. Además, fueron también grandes prescriptoras y descubridoras de otros talentos, por ejemplo, El Luis o Manzanita y muchos artistas llegan llegan a grabar porque ellas los recomiendan y les ponen en la pista de todo ese talento que anda por ahí en Caño Roto y en los barrios de Madrid", cuenta Concejero.
En paralelo a los espectáculos programados, en Miradas Flamenkas también se podrá visitar una exposición que funciona como un túnel del tiempo con fotografías, discos, carteles y múltiples objetos de la mitomanía de Las Grecas que permitirá recordar la historia y trayectoria del grupo en su contexto histórico. Dos mujeres gitanas que, sin ir más lejos, en los años 70, antes incluso de que muriera Franco, se atrevían a plantarse unos vaqueros ajustados, anudarse la camisa y enseñar el ombligo para la portada de su disco.
En su historia se puede ver el reflejo de una modernidad que aún a día de hoy sigue sin pasar de moda. Desde el principio, las hermanas Muñoz Barrull quisieron ser las dueñas de su carrera a nivel creativo y estilístico. No solo componían las canciones, sino que eran artistas totales, llevaban el peso de la imagen, el vestuario y todo lo que tuviera que ver con la parte creativa del grupo. Aun así, como insiste en recordar la directora del festival, su tiempo fue "un mal momento para ser mujer, para ser gitana y un mal momento para ser románticas, confiadas e inocentes". "El problema -continúa Concejero- es que les robaron hasta los derechos de sus canciones, y fue Felipe Campuzano quien registró esas canciones y ellas no han recibido ni un euro de royalties como autoras. Su historia tiene muchas zonas oscuras que las ha llevado también a vivir engañadas en el mundo artístico, pero no a dejar de ser artistas, que es diferente".
Por eso, desde la organización del festival no se ve este homenaje la necesidad de un regreso a lo grande, pues Carmela nunca ha dejado de cantar aunque fuese para ella sola, sino como una forma de reencontrarse con su público más fiel. "No busca la fama, ya la ha tenido y no sabe si la recomendaría, pero su expresión como artista sigue ahí", afirma su directora. Lo que vendrá después de esta actuación o si habrá más, Carmela se guarda sabiamente su capacidad de elección, y en función de lo que sienta en ese momento y cómo pueda manejar o no su destino, decidirá.
Lo que está claro es que este homenaje, regreso o último servicio, marca en Vallecas un nuevo capítulo en la historia del grupo, un reflejo de supervivencia vital artística, y también de justicia. Porque, antes que malditas, Las Grecas son, por encima de todo, flamencas.
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