Más estrellas que en el cielo. El viejo lema de la Metro Goldwyn-Mayer es apto para describir la concentración de figuras de la música que la noche del 28 de enero de 1985, hace ahora 40 años, tuvo lugar en los estudios de la discográfica A&M en Hollywood. Algunos de los artistas más importantes del momento, de hecho algunos de los artistas más importantes de la historia del pop y del rock, accedieron a juntarse para grabar "We Are The World", una canción que Lionel Richie y Michael Jackson habían escrito para la ocasión pocos días antes. El objetivo, recaudar fondos para paliar la hambruna que entonces tenía lugar en el cuerno de África.
El 7 de marzo, apenas diez días después de la grabación, se publicaba el sencillo en Estados Unidos. La primera tirada de 800.000 ejemplares se agotó en tres días. Fue el single más vendido del año y de la década. Se llegaron a despachar veinte millones de copias, además de tres millones del álbum que incluía otras canciones de los artistas participantes. Un documental de HBO amplificó el fenómeno esa misma primavera. "We Are The World" fue un hit mundial que marcó una época, quedó en la memoria de tres generaciones y recaudó más de 60 millones de dólares.
Y con una intrahistoria mítica a la altura de su éxito. Aquel 28 de enero, los artistas comenzaron a llegar a la sede de A&M a las nueve de la noche y salieron de allí al amanecer del día siguiente, mientras en un estudio adyacente unos 500 invitados disfrutaban de una fiesta que para la mayoría había comenzado horas antes en los American Music Awards que Lionel Richie había presentado y arrasado: logró seis premios por su álbum Can't Slow Down –apropiadamente, No puedo ir más despacio–. Quincy Jones, el productor responsable de la grabación y los arreglos de "We Are The World", había pedido a los 45 elegidos que dejaran sus egos en la puerta del estudio, como si el escorpión fuera capaz de no picar. Y aunque predominó la armonía, picaron y se picaron, presa de la excitación del momento y de quién sabe qué más. Lo que se ha contado y lo que se ha callado ha agrandado la leyenda de lo que sucedió aquella noche.
Band Aid, el precedente británico
Azucarada como un jingle de Pepsi, tal y como señalaría el brillante crítico musical Greil Marcus, "We Are The World" era una balada efectiva pero blanda que no sintonizaba con el gusto de muchos de los participantes en aquel all stars comprometido. Pero servía a la causa adecuada en el momento justo. En octubre de 1984 las televisiones de todo el mundo habían emitido las imágenes del camarógrafo keniano Mohamed Amin que documentaban las dramáticas consecuencias de la sequía en Etiopía. Aquellos cadavéricos niños comidos por las moscas conmovieron a la opinión pública mundial.
La primera respuesta musical a la tragedia no fue "We Are The World", sino "They Know It's Christmas?", una canción escrita por Bob Geldof y Midge Ure e interpretada por un eventual supergrupo británico bautizado como Band Aid. Allí estaban Duran Duran, Spandau Ballet, Bananarama, U2, David Bowie, George Michael, Sting, Phil Collins, Boy George o Paul Young. Fue el éxito de las navidades en Reino Unido y logró recaudar varios millones de libras. La iniciativa, que se prolongaría durante décadas, eclosionó el 13 de julio de 1985 con dos históricos macroconciertos celebrados simultáneamente en Wembley y Filadelfia.
Pero antes inspiró "We Are The World". En diciembre, Harry Belafonte llamó a Ken Kragen, promotor de conciertos y mánager, entre otros, de Lionel Richie, Kenny Rogers o el malogrado cantautor Harry Chapin, muy comprometido en la lucha contra el hambre antes de fallecer en 1981. "Si los judíos se estuvieran muriendo de hambre en Israel, los judíos estadounidenses habrían recaudado millones", le dijo al parecer Belafonte, urgiéndole a organizar un evento benéfico con artistas afroamericanos. Kragen en cambio sugirió montar una grabación al estilo de Band Aid, consciente de que bien organizado y promocionado sería un proyecto mucho más productivo que un simple concierto. Belafonte estuvo de acuerdo y decidió, de paso, eliminar el requisito racial.
"Si los judíos se estuvieran muriendo de hambre en Israel, los judíos estadounidenses habrían recaudado millones"
Harry Belafonte
Kragen se puso entonces en contacto con Richie, que se sumó inmediatamente al proyecto. Tras intentar implicar en la composición del tema a Stevie Wonder, que renunció porque se encontraba enfrascado en la banda sonora de La mujer de rojo, Richie tocó a la puerta de Michael Jackson. Apenas se conocían, pero ambos eran los músicos afroamericanos más exitosos del momento. El uno, triunfador reciente con temas como "All Night Long" o "Hello". El otro, ya coronado como rey del pop tras el bombazo de Thriller en 1982.
Quedaron cuatro tardes, charlaron, intercambiaron ideas. Lionel puso sobre la mesa un par de propuestas de melodía a partir de las cuales Michael dio forma a la canción en una noche. El 22 de enero, Stevie Wonder, Quincy Jones, Richie y Jackson –inseparable de Emmanuel Lewis, el minúsculo actor de la serie de televisión Webster, entonces de 14 años– se reunieron en el estudio de Kenny Rogers en Los Ángeles para terminar de perfilar el tema y grabar su base instrumental.
De allí salieron el día 24 por correo certificado y urgente 50 cintas para que los artistas convocados pudieran familiarizarse con la canción, acompañadas de un mensaje personal de Jones: "Cada casete está numerado y no puedo explicarte lo importante que es que no lo pierdas de vista. Por favor, no se te ocurra hacer ninguna copia y tráelo contigo de vuelta la noche del 28", advertía el productor, que concluía su misiva con una apelación irresistible: "Cuando dentro de muchos años tus hijos te pregunten qué hiciste para luchar contra el hambre, podrás responderles con orgullo que esta fue tu contribución".
Momentos estelares
Los preparativos siguieron su curso con máxima discreción, sobre todo en cuanto a la ubicación de la cita. Una concentración inesperada de fans y periodistas podría espantar a muchos de los artistas y echar por tierra los planes minuciosamente trazados. La coincidencia con los American Music Awards era una hábil maniobra para propiciar el milagro de semejante alineación de estrellas, pero tampoco garantizaba nada.
El escritor David Breskin, que cubrió la grabación en exclusiva para la revista Life, asegura que cuando a eso de las 21 horas le dijeron a Quincy Jones que Michael Jackson había entrado en el aparcamiento de A&M, el productor dio gracias a Dios. Jackson fue el primero en llegar para cantar en solitario su parte. Verle y escucharle sin acompañamiento musical, con el eco sepulcral del enorme estudio, es uno de los mejores pasajes de La gran noche del pop (2024), el reciente documental de Netflix que, un poco a mayor gloria de Lionel Richie, rememora con nuevos testimonios aquella velada que el documental de 1985 de HBO, USA for Africa: The Story of "We Are the World", ya mostró con lujo de detalles.
Finalmente fallaron muy pocos artistas. Prince entre ellos. El resto fueron llegando escalonadamente, sembrando de limusinas los aledaños del estudio. Los más puntuales tuvieron la suerte de ver desde la pecera la interpretación solitaria de Jackson. "Debo de estar soñando o drogado", exclamó Steve Perry, cantante de Journey. Poco después entró Bruce Springsteen. Llegó solo, sin ningún séquito, después de aparcar en la calle el coche que había alquilado en el aeropuerto. Al parecer la noche anterior había ofrecido un concierto de cuatro horas en Siracusa, Nueva York. Pese a todo, después de cruzarse el país de costa a costa, el Boss fue uno de los más activos de la sesión y uno de los últimos en irse. Hizo su solo en una toma áspera, esencial y casi perfecta.
Cuando apareció Ray Charles, Billy Joel dijo que era "como ver entrar a la Estatua de la Libertad". Luego llegó Bob Dylan, esquivo y taciturno. Se sentó cerca de la puerta, por lo que pudiera pasar. Hoy su cara de desconcierto durante la grabación de los coros se ha convertido en un meme.
Le costó entrar en calor. Tuvo que ser Stevie Wonder el que le explicara cómo cantar su solo a la manera de Bob Dylan. Luego lo acabó haciendo perfecto.
"Puedes terminar con tu mierda y marcharte"
Precisamente Stevie Wonder protagonizó uno de los momentos más singulares de la noche, cuando se empeñó en introducir en la letra unas líneas en swahili como "homenaje" a África pese a que, tal y como le explicó Bob Geldof, los etíopes no hablan esa lengua. Entre Paul Simon y Al Jarreau terminaron de convencerle de que no era buena idea. "Sería como cantarle en alemán a un inglés", añadió con sorna Cyndi Lauper.
La excéntrica cantante neoyorquina sacó de quicio a Quincy Jones, tal y como confesó el productor en una sincera entrevista con Vulture en 2018. Al parecer, Lauper hizo correr la especie de que la canción no gustaba entre la facción rockera del elenco. Pero "no eran los rockeros, era Cyndi Lauper. Era sólo ella la que tenía el problema. Pero sé cómo funciona esa mierda. Así que fuimos a ver a Springsteen, Hall & Oates, Billy Joel y todos los demás y me dijeron que la canción les encantaba. Entonces fui a verla a ella y le dije: 'puedes terminar con tu mierda y marcharte'. Además estaba estropeando cada toma porque su collar o su pulsera hacían ruido en el micrófono".
Entre coros, dúos y solos, fricciones, desencuentros y tomas falsas, les dieron la una, las dos y las tres. Viendo La gran noche del pop, como los incombustibles que cierran un garito, sorprende que la vitalidad de los protagonistas no decae. En un pase especial del documental el pasado mes de mayo, el presentador Jimmy Kimmel le preguntó con humor a Lionel Richie cuánta cocaína hacía falta para permanecer despierto durante una sesión de grabación hasta las 7 de la mañana después de presentar una gala de premios. Richie evitó diplomáticamente la pregunta, antes de compartir una anécdota de Janet Jackson, la última en salir del estudio. La encontró sentada en el suelo y llorando y le preguntó qué le pasaba. "No quiero que esto termine", respondió.
De alguna manera no había hecho más que empezar. El formato "We Are The World" tuvo tanto éxito que pronto se registraron réplicas más o menos impúdicas. En abril de ese mismo año, algunos de los más importantes artistas latinos se reunieron para cantar "Cantaré, cantarás", un tema escrito por Albert Hammond y Juan Carlos Calderón para ayudar a la infancia de Latinoamérica.
Años después, cuando ya habían aflorado las dudas sobre Live Aid, Geldof y el destino del dinero recaudado, la fórmula musical de la canción coral solidaria fue parodiada por Barry Levinson en su película Wag The Dog (La cortina de humo, 1997). Un presidente norteamericano asediado por un escándalo de faldas muy parecido al affaire Clinton-Lewinsky se inventa una guerra contra Albania para distraer a la opinión pública y ganar la reelección. Sus fontaneros contratan a un productor de Hollywood para que embellezca el artefacto, y entre otras acciones monta un "We Are The World" patriótico creado por un músico de country interpretado por Willie Nelson. Una de las estrellas que participaron, precisamente, en "We Are The World".
Todas las voces de 'We Are The World'
Solistas (por orden de intervención)
- Lionel Richie
- Stevie Wonder
- Paul Simon
- Kenny Rogers
- James Ingram
- Tina Turner
- Billy Joel
- Michael Jackson
- Diana Ross
- Dionne Warwick
- Willie Nelson
- Al Jarreau
- Bruce Springsteen
- Kenny Loggins
- Steve Perry
- Daryl Hall
- Huey Lewis
- Cyndi Lauper
- Kim Carnes
- Bob Dylan
- Ray Charles
Y en el coro (en orden alfabético): Dan Aykroyd, Harry Belafonte, Lindsey Buckingham, Mario Cipollina, Johnny Colla, Sheila E., Bob Geldof, Bill Gibson, Chris Hayes, Sean Hopper, Jackie Jackson, LaToya, Marlon, Randy y Tito Jackson, Waylon Jennings, Bette Midler, John Oates, Jeffrey Osborne, Anita, June y Ruth Pointer (Pointer Sisters) y Smokey Robinson.
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