Si el cine tiene sus Oscars, la música tiene a los Grammy. Anoche, la 67ª edición de los premios de la Academia de la Grabación de Estados Unidos coronaron a Beyoncé como la reina indiscutible de la noche y a su disco, Cowboy Carter, como el manto con el que gobernar a su imperio. Sin embargo, aunque la monarca haya acaparado todos los focos en la ceremonia, este anual juego de tronos ha permitido a otros candidatos convertirse en juglares, nobles e incluso príncipes en una noche en la que no ha faltado de nada. Lluvia de bragas incluida.

Y, pese a esta noche casi medieval, con las llaves del castillo siendo custodiadas por Jaden Smith, hijo del actor Will Smith quien, a su vez, llevaba la fortaleza sobre sus hombros; y con la jovencísima Chappell Roan (ganadora del Grammy a 'Mejor Artista Novel') vestida con un característico tocado hennin de la Baja Edad Media; los Premios Grammy han sabido reinventarse, siendo una de las pocas ediciones en la que los más premiados no han sido blancos. La música afroamericana ha reclamado el lugar que se merece.

Un Grammy 'comprado', una pelea y una reconciliación

Beyoncé puede haber terminado la noche con el premio más cotizado de la ceremonia ('Mejor Álbum del Año'), pero también lo ha hecho con un segundo Grammy que afianza a Cowboy Carter como el 'Mejor Álbum Country' del 2024. Sin embargo, la polémica que rodea a la artista y a su marido, Jay-Z, acusados de cómplices en el caso del rapero P. Diddy, ha hecho que las redes se ensañen con ellos. Así, la reacción de la cantante tras el anuncio de llevarse el magnum opus de la noche ha sido criticada de ser actuada, pues se especula que su marido se encuentra tras esta decisión. "Su actuación es muy mala, ¡ella [Beyoncé] ya sabía que Jay-Z le había comprado el premio", comenta una usuaria en X.

Sin embargo, Beyoncé no ha sido la artista más premiada de la noche. Ese puesto lo ocupa el rapero Kendrick Lamar, que se ha llevado a casa los cinco premios por los que estaba nominado, incluido el de 'Canción del Año', por su sencillo Not Like Us, un disstrack (una canción cuyo propósito es atacar a otra persona) dirigido al también rapero Drake. En ella, el elegido para actuar este año en el half-time show de la Super Bowl afirma que Drake es un "pedófilo certificado" (un juego de palabras con el nombre del disco de este último, Certified Lover Boy), e ilustra la imagen del single con lo que parece ser una vista aérea de la mansión de Drake en Canadá, editada de manera que recuerda al registro de residencias de delincuentes sexuales condenados.

Pero no todo han sido pullitas durante la noche. Sabrina Carpenter y Olivia Rodrigo han protagonizado otro de los momentos más comentados de la ceremonia, al ser captadas por las cámaras compartiendo un abrazo. En 2021, Rodrigo entró en el panorama musical con su canción Drivers License. Con el corazón roto, la cantante recriminaba a su ex-novio, Joshua Bassett, haberla dejado por "una chica rubia, mucho más mayor que yo". La chica en cuestión, Sabrina Carpenter, empezó a recibir el odio de los fans de Rodrigo, y respondió con un single: because I liked a boy ('porque me gustó un chico'), que rezaba "ahora dicen que he roto hogares, que soy una puta [...] todo porque me gustó un chico". Ahora, este Tratado de Versalles de la Generación Z pone de manifiesto lo que ambas hace tiempo habían confirmado: que ya lo tienen olvidado.

Un pantalón muy ajustado termina con una lluvia de bragas

Las actuaciones de esta 67ª edición de los Premios Grammy han dado también mucho de lo que hablar, empezando con Benson Boone quien, entre saltos y piruetas, ha tenido que parar para ajustarse los pantalones. Sobre todo en esas zonas que, digamos, son más privadas.

Tras meses especulando sobre quién podría ser el cantante para el que la Academia había reservado una actuación sorpresa, The Weekend se ha abierto camino como el secreto (peor) guardado de la ceremonia. El artista, que el viernes estrenó su disco Hurry Up Tomorrow, celebró entre el clamor del público su "fin" como artista. El fin de semana ha terminado: The Weekend pasa a ser, simplemente, Abel Tesfaye.

La ya mencionada Sabrina Carpenter (quien, en su éxtasis, ha protagonizado otro viralazo al colar una petaca de diamantes en la gala, que iba bebiendo sorbito a sorbito), Chappell Roan y Doechii han subido también al escenario a cantar e interpretar canciones de los álbumes por los que estaban nominadas. Un poderoso girl power que convierte a las dos primeras en el futuro de la música pop y, a la segunda, en la heredera del rap. La propia Doechii lo ha respaldado cuando ha subido al escenario a recoger el Grammy a 'Mejor Álbum de Rap': "Esta categoría se introdujo por primera vez en 1989 y, desde entonces, sólo dos mujeres... perdón, tres mujeres han ganado: Lauryn Hill, Cardi B. y Doechii".

Pero, no se puede hablar de actuaciones en estos premios Grammy sin mencionar la de la británica Charlie XCX, que ha celebrado su premio a 'Mejor Álbum de Dance/Electrónica' con una actuación al más puro estilo BRAT. La cantante ha empezado su actuación desde fuera de la Crypto.com Arena de Los Ángeles para, una vez dentro, entonar un mash-up de Von Dutch y Guess mientras un montón de bragas llovían en el escenario. De fondo, un mensaje: "Toda la ropa interior que no se utilice será donada a supervivientes de abuso doméstico a través de la ONG I Support the Girls".

Politiqueo dentro y fuera de la gala

Otro de los momentos quizá más señalados de la noche ha sido el protagonizado por Kanye West y su novia Bianca Censori. En mitad de la alfombra roja, la doppelganger de Kim Kardashian se deshizo, lentamente, de su gran abrigo de piel para revelar el vestido que llevaba debajo: transparente al completo y permitiendo ver su cuerpo al desnudo. Según varios medios estadounidenses, la pareja no habría sido invitada a la ceremonia y, acrecentado por el 'desnudo' de Censori, fueron invitados a abandonar la gala antes incluso de que esta misma comenzara.

Kayne West y su novia, Bianca Censori, en la alfombra roja de la 67ª edición de los Premios Grammy
Kayne West y su novia, Bianca Censori, en la alfombra roja de la 67ª edición de los Premios Grammy | EFE

Y, como la música es, a su vez, un instrumento político, el politiqueo ha dominado la ceremonia, de la mano, como no, del recién elegido presidente Donald Trump. Las políticas migratorias de Trump han hecho que, al alzarse con el Grammy a 'Mejor Álbum de Pop Latino', Shakira se pronuncie y recuerde que ella es también "una inmigrante que vino a este país con un sueño", dedicando el premio a "mis hermanos y hermanas inmigrantes en este país. Sois amados y siempre lucharé por vosotros".

La realidad trans estadounidense ha tenido también cabida en la gala de los premios, unos días después de que Donald Trump afirmara que "solamente hay dos géneros", y borrase las letras T y Q de las siglas LGBTQ+ en los servicios oficiales. "Las personas trans no son invisibles, merecen amor. La música es amor", ha afirmado la cantante y activista Lady Gaga tras recoger, junto a Bruno Mars, el Grammy a 'Mejor Dueto de Pop' por su canción Die With a Smile.

A ella se le ha unido Chappell Roan, quien, en la alfombra roja, ha reflejado que "la situación es muy bestia ahora mismo". Sin embargo, ha recordado que "las personas trans han existido siempre" y asegura que "seguirán existiendo, ocurra lo que ocurra". La cantante de 26 años ha terminado por dirigirse a la comunidad LGBTQ+ para hacerles saber que "la música pop piensa y se preocupa por vosotros", y que ella misma trata de "hacer lo mejor para defenderos".