'Brodwei': El genio en un botijo

Musicales, películas de Walt Disney, canciones de éxito, Andalucía y alegría, baile, nada de aburrimiento y un sin parar de personajes a los que se les ha sacado de su corsé y sus telarañas para presentarlos divertidos, en un recuerdo distorsionado pero factible. Puede que no sea Broadway de Nueva York, ni el West End de Londres, ni el Admiralspalast de Berlín… Pero es Brodwei: parodia, caricatura, divertimento. Muñoz Seca lo llamaría astracán, Valle-Inclán esperpento. Es el género satírico de Juvenal, el burlesque de Gypsy Rose Lee, mezcla de chirigota de Cádiz, ópera cómica, o lo que la propia compañía lo denomina “salerillo andalú, musical mamarracho”. 

Todos conocemos los grandes títulos que manejan y sus personajes: El Rey León, Mary Poppins, Aladdin, La Sirenita, La Bella y la no tan Bestia, el Mago de Oz, incluso el Jovencito Frankenstein que será el doctor Francisco, o “vaya usté a saber”. Y no nos engañan, nos deleitan, nos cantan y bailan, haciéndonos guiños cinematográficos, coreográficos, corales, musicales y de vestuario. La escenografía la ponemos nosotros en nuestra imaginación y nuestros recuerdos. 

Es la Compañía de Carlos Báez, junto con Adrián Cuenca, Claudia Zamora y Carmen Calle. Nos ofrecen su arte, “que no se pué aguantá”, en un alarde de ingenio y desparpajo, volviendo al hogar de nuestras sesiones de cine y palomitas, en compañía de la familia o con la pareja, dándole una mano de pintura a las viejas escenas en las que fuimos haciéndonos grandes cada día. Aquellas tardes perdidas en el sofá de casa, en una sala de barrio, en el recuerdo nostálgico de una emoción que desbordaba los pañuelos para enjugar las lagrimitas. 

El genio en un botijo, que estará menos oxidado y más fresquito que en la lámpara. Repasan esas historias que ya son nuestras, que continúan igual que siempre, pero que en Brodwei agitan un poco para servirlas con humor y contarla con colores variados. Luz en el escenario y voz en las gargantas, movimiento en los pies y requiebros de sevillanas en los brazos. Mención al variado vestuario, también de originales diseños evocando los originales, y redundando. 

Brodwei está en la calle Doctor Cortezo, Fígaro,  Fígaro, Fígaro, no de Beaumarchais, sino del teatro madrileño, no de Mariano José de Larra, ni del gato de Gepetto, no es Mozart, que son los números musicales y canciones de este entretenido espectáculo.