La vida misma. Y la necesidad de hablar de ella o mantener los secretos. Y el simbolismo de una isla en el sentimiento. En La isla del aire (hasta el 14 de enero en el Teatro Español) cada personaje, cinco mujeres de la misma familia, viven aisladas, aunque compartan casa, comida, recuerdos.

La isla del aire es una metáfora del dolor, del dolor único y personal de cada una, en un mutismo de silencio que solo romperán cuando se vean impelidas por la matriarca, la abuela, enorme Nuria Espert, a desvelar secretos, a sacar al exterior el drama que las acucia, a solventar en un viaje interno hacia sí mismas esos espejismos que se habían creído en su momento y que cada vez hace que vayan distanciándose más en sus relaciones. 

La vida en un mundo rodeado del agua de las lágrimas contenidas, porque no se manifestarán débiles ni rotas, al contrario, querrán aparentar una fortaleza alejada de sus reales emociones. 

La isla del aire es la reescritura dramatizada de la primera parte de la trilogía de Alejandro Palomas El tiempo que nos une. ¡Cuánta nostalgia cabe en estas mujeres marcadas por la pérdida de la nieta mayor de la vieja Mencía. Sus dos hijas, Vicky Peña y Teresa Vallicrosa, están aún con ella, a pesar de ella, ayer, hoy, todavía. Cuánta verdad en sus imprecaciones, cuánto fingimiento que va desgastando pero que solo el personaje de Nuria Espert conseguirá reactivar a pesar de falsos olvidos y reales amarguras. Y hacia quien las nietas, interpretadas por Candela Serrat y Clàudia Benito, alzan los brazos para ser rescatadas del desastre en ese ambiente enrarecido de arenas movedizas y no acabar como su malograda hermana. 

Poema existencial

Lo dirige Mario Gas, que ya ha demostrado con creces su sensibilidad en este tipo de montajes donde el vacío lo llena todo y donde hay dolor, pero también sueños y esperanza. Y donde aún queda un resquicio de sonrisa, porque esto no puede ser interminable ni la existencia un dique seco, que para eso están en una isla, rodeadas de agua por todas partes.

Es verdad que están a la orilla de los acantilados, mas eso les hace respirar más profundamente, aunque sigan viendo huellas imposibles emergiendo de las olas. Las cinco actrices nos dejan sin aliento, en un seguimos y seguimos, en un poema existencial dividido en cinco estrofas. Con el regusto de las palabras nos van abriendo sus heridas. 

La escenografía, la música, el espacio escénico, las vídeo escenas requieren también su punto de atención, participan del ambiente, aunque a veces el espectador no se de cuenta, y ese es su valor, pues lo que hacen es contribuir con hermosura a engrandecer las vidas de estas mujeres, que quieren controlar el corazón, pero que se les escapa por el aire de sus cinco islas. 

LA ISLA DEL AIRE

Texto: Alejandro Palomas

Reparto: Nuria Espert, Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Candela Serrat y Claudia Benito

Diseño escénico: Sebastià Brosa

Música y espacio sonoro: Orestes Gas

Dirección: Mario Gas

Una producción de Teatre Romea con el apoyo de ICEC

En el Teatro Español hasta el 14 de enero