Ron Lalá 4x4: ser 'ronlalero'

Mi misterio del interior, Mundo y final, Time al tiempo y Siglo de Oro, siglo de ahora son los cuatro espectáculos que la compañía Ron Lalá, que en 1996 decidió unir música, poesía y teatro, rememora en su nuevo espectáculo 4x4, en Madrid hasta el próximo 14 de enero.

Ron Lalá se crece ensamblando estas tres artes a través del humor. Este es su sello personal. Logran que de la nada brote una sinfonía de comedia barroca, concierto de cantautor, juego de palabras y crítica socarrona de la actualidad. Todo ello combinado con sus grandes temas en clave de poesía terrenal en un espectáculo perceptible a todos los sentidos. Transportan a su mundo, el mundo ronlalero, que es el cotidiano, haciéndolo peculiar y distinto, repleto de risas y con la acidez de lo establecido. 

4x4 es un viaje a las cuatro primeras obras como en un todoterreno, aunque en este caso son cinco los miembros del elenco: Juan Cañas, Miguel Magdalena, Diego Morales, Luis Retana y Daniel Rovalher, dirigidos, como siempre, por Yayo Cáceres con dramaturgia de Álvaro Tato. Nos tienen acostumbrados a sentir la alegría. Porque este nuevo montaje, siendo remembranza de otros anteriores, mantiene el mismo estrépito de diversión, búsqueda de activación interior y atención a conceptos que, muchas veces, se nos pasan por alto. 

El falamenco polar, el mundo y su final, ¿quién soy yo?, la naturaleza efímera, el hombre palíndromo, el tiempo detenido y el tiempo perdido y el tiempo liberado, Cervantes y Shakespeare confundidos, la comedia de enredo… y nosotros atentos a las vicisitudes de estos 4x4 que son cinco, incluyendo al novato, grandes todos en su creatividad, en sus voces, en sus instrumentos, en su desparpajo, en sus rimas, en su firmamento de estrellas rutilantes siendo actores tremendamente humanos. 

Cuando todo queda envuelto de positividad, aunque el tema, por ejemplo, sea el fin del mundo, el pesimismo, lo escabroso, lo negativo, nuestra agresividad se aplaca y queremos ser tan divertidos como ellos. Salimos de la vulgaridad y de lo material para caer en sus redes, las de la creatividad. 

Descubrimos una forma teatral con sello propio, una voz fresca en los escenarios con claridad y sencillez en sus acciones, que bastante tenemos con noticias de dolor durante del día. Con Ron Lalá nos sumergimos en un sentir teatral en el que todavía nos quedan ganas de burlarnos de nosotros mismos, de reírnos, de hacer introspección, aunque sea superficial, de que si el mundo se acaba sea aplaudiendo, de que el tiempo de una hora y media se nos haga cortísimo, de que el Siglo de Oro sea el de ahora. 

Y que “ser ronlalero” entre en el diccionario y, así, entremos todos los que con ellos nos identificamos.