'Los bufos madrileños': un dulce de comedia

Lacia, presumida y sosa. Así califica don Abdón a cada una de sus hijas, harto ya de tener que aguantarlas bajo su techo y, sobre todo, con sus manías. Por ello decide poner un reclamo de pretendientes en la sección de anuncios del Diario Oficial de Avisos de Madrid.

Estamos hablando de 1860 y tantos. Cuando Luis Mariano de Larra, hijo del conocido “El pobrecito hablador”, escribe este remedo de zarzuela, comedia bufa, pre astracán, farsa sentimental, situación disparatada, Los órganos de Móstoles, que Rafa Castejón, partiendo de la gran figura, hoy desconocida de Francisco Arderíus, rescata del olvido y nos la trae, fresca y lozana, hilvanando lo que eran Los bufos madrileños, con todos los ingredientes necesarios para producir hilaridad, para ser irónico, para recuperar sagas de personajes (como el don Juan Tenorio), para coser la memoria de un tiempo que hoy desconocemos, para no perder la noción de que teatro clásico también es este y no solo el del Siglo de Oro.

El tema de desposar a tres hijas puede estar hoy rancio y revenido, pero la CNTC (Compañía Nacional de Teatro Clásico) nos lo sirve con desparpajo y humor a raudales, revivificándolo, trayéndolo como un dulce de comedia donde lo que importa es que lo hacen bien, que cantan bien, que interpretan en su justa medida con los gestos, las situaciones y los diálogos oportunos para sorprendernos porque, realmente, somos muchos los que desconocíamos este género que tanto éxito obtuvo en su momento, el de los bufos. 

Siempre se consideró la zarzuela como género chico, como sombra de la ópera, como musical sin pretensiones, como libreto sin calidad literaria. Sin embargo, hete aquí que hoy nos encontramos un espectáculo luminoso y de escapatoria de las grandes tribulaciones que nos depara nuestra sociedad siempre en conflicto. 

Con esta comedia/zarzuela (y viceversa) no se finge estar alegres, y entendemos que nos pertenece en nuestro recuerdo, que fueron instantes jocosos a los que regresamos por mor de la cualidad teatral y esto, por lo tanto, sigue siendo hermoso. 

El elenco es excepcional: el propio Rafa Castejón, que también lo adapta y lo dirige; Paco Déniz, Clara Altarriba, Chema del Barco, David Soto, Natalia Hernández, Antonio Comas y Eva Diago, junto con la pianista Beatriz Miralles, en presencia escénica e histriónica a propósito, que cantan y se coordinan en un sutil enjambre de buena miel que no empalaga. Presentimos que el cansancio se nos evade y la sonrisa nos pertenece por derecho propio.

Latidos humanos de aquel entonces que escuchamos hoy, lejanía que se nos hace cercana, idiosincrasia inocente y burlona, artistas de los pies a la cabeza.