No era seguro quedarse en España después del final de la Guerra Civil, aquella guerra fratricida que nunca debió suceder. Fueron muchos los que tuvieron que exiliarse por diferentes motivos, la mayor parte por miedo a represalias, por miedo a denuncias, por falta de libertad.

Así, los padres de Luis Mariano, el entonces todavía no famoso cantante de operetas y películas musicales, salieron hacia Francia para intentar subsistir, aunque fuese precariamente. Después, el ya conocido y valorado divo quiso traerse de vuelta a sus progenitores a su país natal. Eso nos lo cuenta Juan Carlos Rubio en El novio de España. Y viene al caso porque utiliza la excusa de rodar la película Violetas imperiales con una jovencísima Carmen Sevilla para pergeñar una historia de simulacro de su homosexualidad, de intento de medrar para que el régimen de la época (hablamos de 1952) lo acogiera y poder regresar sin represalias para triunfar también en España. 

Un musical con raigambre

De ahí el apelativo de la obra, con bastantes números musicales, excelentemente cantados por todo el elenco, donde si Carmen Sevilla era La novia de España, él sería El novio de España. Con un guion solvente que mereció, además, el reconocimiento de los premios Talía a su autor y director, Juan Carlos Rubio, nos encontramos con un espectáculo lleno de recursos escénicos, coherente, y divertido, aunque sea ficción en gran parte pero, precisamente, si está bien escrito, interpretado, cantado, bailado y cuidando todos los detalles, hacen de esa irrealidad algo creíble y posible. 

El elenco, encabezado por Christian Escuredo y Carmen Raigón, junto con Didac Flores y Carmen Morales, apuntalan la historia con la agradable sensación para el público de resultar cercanos e imprescindibles. Y con elementos musicales reconocidos por todos nosotros: cuplés, boleros, zarzuela, tango, opereta… Nuestro acervo musical es riquísimo y no hay que denostarlo. 

No escatima el autor a la hora de hablar de lo que fue aquel período de dictadura, de las sutilezas en cuanto a la homosexualidad que había que ocultar, las liturgias aristocráticas, de las apariencias sobre que aquí no pasaba nada, si estabas con ellos, claro.

Una historia con corazón

La interpretación de los actores no solo se basa en la voz cantada, que es excepcional, también tienen armonía en sus roles hablados, en la asunción de sus personajes, y consiguen que el público aplauda cada intervención lírica y se ponga en pie al término de la función. 

Con lo que me quedo es que esta historia tiene corazón, y tiene historia, y tiene personajes humanos y necesitados, tiene crítica y tiene humor, tiene años oscuros que se blanqueaban, tiene violetas imperiales de azul intenso porque otros colores eran innombrables. 

Siempre hubo, y hay, hombres y mujeres buenos que sufrieron en su experiencia los desmanes del poder omnipresente, y precisamente a través de aquellos que consiguieron algo en el arte, en la cultura, que fueron brillantes en sus disciplinas, no debemos olvidarnos de los que sufrieron en el dolor de su anonimato la represión y la venganza. Que no falle la memoria, que se conozca y no se pierda, que no volvamos a aquellos tiempos, que con la identidad personal e individual, la humanidad y la sociedad no dejen de ser colectivas.

Cartel de El novio de España

El novio de España

Texto: Juan Carlos Rubio

Elenco: Christian Escuredo, Carmen Raigón, Dídac Flores, Carmen Morales

Escenógrafos: Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer (estudio DeDos)

Director musical y compositor: Julio Awad

Dirección: Juan Carlos Rubio

En el Teatro de La Latina de Madrid