Una guitarra, seis cuerdas de luz. Y una silla, vacía. ¿Cómo contar con palabras lo que viene dicho con música, con baile, con pies y manos, con luces, con silencios? ¿Cómo describir la emoción de quien canta? De quien canta y de quien zapatea. De quien tañe las cuerdas de la guitarra, y las del violín, y golpea el cajón flamenco. Y de las que mueven las manos, los brazos, los abanicos, los mantones, los vestidos de cola. Y de quien canta el quejío, de quien siente el amor, la ausencia. De quien busca el cauce para comunicarse con el maestro, con Paco de Lucía, con Camarón, que está a su lado. ¿Cómo decir aquello que está en el corazón y en el arte de Sara Baras

Vuela, Sara Baras siempre vuela. Pero más en esta ocasión. Ya nos deleitó con Voces, con Sombras, con Alma… ahora Vuela en el recuerdo del gran guitarrista, de Paco de Lucía. Y nosotros la acompañamos en este viaje por los aires de su flamenco, de sus sentimientos. 

La madera, la de la guitarra, la de la silla vacía que preside el centro del escenario. No importa no ver ya el rostro del maestro, porque es todos los rostros. En este caso lo representa Keko Baldomero (junto a él, Andrés Martínez) y en ellos está Paco de Lucía, en ellos están todos los acordes del mundo que un día fueron y seguirán siendo en su memoria. También la madera del escenario, del tablao que produce la percusión sonora del corazón realizada con los pies, con el ritmo, con las palmas de las manos. Madera noble que sale de un árbol que un día tuvo vida y hoy se mantiene produciendo la mejor música del alma. 

El legado de colores de Paco de Lucía

Mar, el mar, la mar, la búsqueda infinita de un horizonte inalcanzable, pero que tenemos a la vista, a los oídos, a la respiración, a la piel. La plenitud exacta. La sal de las lágrimas, la distancia de la línea de la vida con la muerte, la luna reflejándose en el agua, entre dos aguas. Y el sol calentando la arena para hacer la orilla más hermosa. 

La triste e inevitable muerte. Las sombras de la ausencia, las madrugadas sin ti, los espectáculos sin ti y, sin embargo, la perspectiva de tu legado, de tu recuerdo, convirtiendo en colores aquellos momentos grises. 

Vuela. Volar, en el aire y en el viento te hallo. El murmullo de las cuerdas de la guitarra, el espacio sonoro atravesando nubes, los pájaros van a tu encuentro, te acompañan. 

Sara Baras se ha convertido en pájaro y Vuela. Y nos bendice con su baile, con su gente, con sus músicos, con su sensibilidad, que acaba produciendo el estruendo de los aplausos. 

Es el arte, en definitiva. Aunque sea en un ¡ay!, en un llanto, en un dolor, también acaban apareciendo las sonrisas, y toda la compañía nos transmite ese volcán que llevan dentro, esas voces desgarradoras de May Fernández y de Matías López, “el Mati”, y del bailarín Daniel Saltares, además de ellas, el cuerpo de baile, todas. 

Y Sara Baras y Paco de Lucía, y nosotros, porque nos ofrecen su brillo, nos desvelan sus secretos, para decirnos que la vida no es una línea recta y el tránsito es impreciso, por eso hay que vivirlo a conciencia, con todas las armas del sentimiento que hoy nos ofrecen.

VUELA

Cuerpo de baile: Sara Baras, Daniel Saltares, Chula García, Charo Pedraja, Cristina Aldón, Noelia Vilches, Marta de Troya y Carmen Bejarano

Guitarra: Keko Baldomero y Andrés Martínez

Cante: May Fernández y Matías López 'el Mati'

Percusión: Rafael Moreno, Manuel Muñoz 'el Pájaro'

Violín: Alexis Lefevre

Textos: Santana de Yepes

Dirección musical: Keko Baldomero

Dirección, guion y coreografía: Sara Baras

En el Teatro EDP Gran Vía hasta el 13 de octubre