Hay historias escabrosas de asesinatos y crímenes sin resolver. Inmensos motivos por los que se desea la desaparición de alguien pero, no es esto lo primordial de las novelas de género negro, policíacas o de intriga y de acusaciones y ocultaciones. Lo que realmente interesa es cómo un individuo, un inspector, un detective, o un simple personaje que pasaba por allí son capaces de hacer deducciones, de sacar conclusiones y de descubrir al asesino, incluyendo a sus encubridores. 

Pues bien, en Remátame otra vez, comedia de Rodrigo Sopeña y Alberto Papa-Fragomén, están todos esos ingredientes necesarios para construir un buen argumento de género negro, al mejor estilo de Agatha Christie, Patricia Highsmith, Lorenzo Silva, o Carmen Mola, que es una pero son tres. Esos elementos en los que los autores nos introducen están desarrollados a la perfección. Hay motivación, sospechosos, mayordomo, locuaz y sagaz individuo que se fija en todos los detalles, hay un pasado detrás, hay cabos sin atar, hay pistas falsas, y una trama atrayente que hace pensar al lector, en este caso espectador, quién puede ser el asesino. 

Pero es que, además, los autores han añadido una variable más que no suele aparecer en estos argumentos: la comicidad. La risa, el despropósito, el surrealismo si queremos, grandes dosis de absurdo, chistes bien traídos y, por supuesto, diálogos ágiles e inteligentes, que bien interpretados por el elenco, no resultan histriónicos, sino más bien, necesarios. 

Mayordomo, juez y parte

Ese elenco, conformado por Ángel Ruiz, un mayordomo a la antigua usanza, que daría la vida por la mano que le da de comer y que se convertirá, a la vez, en sospechoso, investigador, asesino y juez y parte. Grandísimo en su rol, Ruiz es la frescura que da alma a toda la historia. Aunque los demás no le van a la zaga. Jesús Cabrero, digno representante de su clase social de alta factura y con el ego suficiente para ridiculizar ese cliché aristocrático. En la función a la que asistimos, la pareja del dueño de la mansión fue interpretada Belinda Washington, aunque también lo saca adelante Beatriz Rico. Un personaje necesario con la gran motivación para ser sospechosa de asesinato: por despecho. Aunque, en realidad, todos son sospechosos. Juanjo Cucalón, el que más motivos tiene, no él, sino su rol de amigo dolorido, y que clama venganza a toda costa. Y Diana Lázaro, que también tiene deudas que ajustar, aunque siga habiendo amor en sus acciones. 

Lo dicho: motivaciones no faltan a ninguno. Incluso a la víctima, que puede también revolverse en su limbo de muerte e intentar averiguar quién o quiénes han urdido su óbito, provocando a su vez otros más. La comedia es lo suficientemente misteriosa y, a la vez, cargada de sentido. Nada resulta absurdo, todo está medido, hilvanando hechos anteriores con sucesos acaecidos en el mismo momento. Hasta la desaparición de un flan tendrá su sentido. 

Esta comedia me entronca con los grandes autores del siglo pasado, Muñoz Seca, Jardiel Poncela, Alfonso Paso, Joe Orton y su Botín, Miguel Mihura…, con la risa derramada entre el patio de butacas, reguero de carcajadas que hay que rastrear para obtener pruebas de que, esta vez, nos morimos de risa y ellos, los actores, autor y dirección son los culpables. 

Cartel de la obra 'Remátame otra vez', en el Teatro Reina Victoria de Madrid.

Remátame otra vez

Texto de Rodrigo Sopeña y Alberto Papa-Fragomén

Reparto: Jesús Cabrero, Ángel Ruiz, Beatriz Rico/Belinda Washington, Juanjo Cucalón, Diana Lázaro

Escenografía: Asier Sancho

Producción ejecutiva: Patricia Santamarina y Carlos Sobera

Dirección: Alberto Papa-Fragomén

Una producción de Natari Producciones y Pentación Espectáculos

De miércoles a domingo en el Teatro Reina Victoria de Madrid