Imagina un cultivo al que no hace falta regar, tampoco necesita pesticidas, ni abonos, ni apenas mano de obra. Poco más que el sol para obtener “súper verduras” con hasta 20 veces más nutrientes que otros vegetales. Agua del mar es todo lo que se necesita para cultivar uno de los recursos más abundantes y menos aprovechados de la naturaleza: las algas.
El Centro Superior de Investigaciones científicas (CSIC) dice de ellas que son “el alimento del futuro”, asegura Miguel Herrero, investigador del centro y coautor del libro Las algas que comemos, publicado el pasado mayo.
Lo son en Europa, porque en Asia se cultivan desde el siglo IV para el consumo humano y son uno de los pilares de su dieta. Lo contrario que en España, donde la lechuga del mar, gracilaria, nori, espagueti de mar, kombu… aún suenan poco. Las macroalgas utilizadas para la alimentación en España son pocas y poco conocidas. Aunque hace décadas que están en los restaurantes, pocos las incluyen aún en la cesta de la compra.
Solo dos empresas cultivan algas en España
La falta de conocimiento, de sus propiedades y de cómo prepararlas influye en la escasez de desarrollo del consumo y del mercado de macroalgas en España. Ni sus múltiples propiedades, ni la disponibilidad, ni la oportunidad han sido suficientes, de momento, para que despegue el negocio y especialmente su cultivo, la mejor opción para obtener las algas, según los expertos.
No depender del stock natural, no exponerse a la acumulación de organismos vivos que se produce en el mar y evitar los trabajos más duros que requiere la extracción son las principales ventajas del cultivo frente a la recolección de las algas, a la que sin embargo apenas se dedican dos empresas en España.
Una de ellas es la onubense Huerta Marina, que comenzó su actividad hace menos de un año de la mano de tres jóvenes emprendedores entre los que se encuentra David González: “Reciclamos una antigua piscifactoría en las marismas del río Piedra y nos convertimos en la primera empresa española que cultiva algas en estanques de tierra”.
González y sus compañeros querían iniciar un proyecto de economía azul, un concepto que propugna el uso de los recursos del mar para un desarrollo sostenible y con soluciones inspiradas en la naturaleza. Por ello buscaron en su entorno local, en Huelva, qué recursos disponibles había y sus indagaciones les llevaron a las algas. “Vimos que existía un auge en el consumo y que las costas onubenses eran ricas en algas”, recuerda González, cuya empresa se encuentra ahora en proceso de obtención del sello ecológico de la UE, "las algas son además un cultivo completamente ecológico y respetuoso con el entorno".
La otra empresa que cultiva algas en España lo hace en el propio océano Atlántico y cuenta con una larga trayectoria, aunque gran parte de su actividad se centra en la recolección. Porto Muiños lleva comercializando algas desde 1998 y sus fundadores, el matrimonio de Antonio Muiños y Rosa Mirás, han conseguido exportar su producto a los cinco continentes.
Europa, el continente con menos cultivo de plantas acuáticas
Mientras que en España no acaba de arrancar, en el mundo el cultivo de algas crece al 20% anual, según el último estudio de la Asociación Empresarial de Productores de Cultivos Marinos (Apromar). El 99% se concentra en Asia, mientras a nivel internacional hay experiencias de éxito en países como Francia, Noruega o Chile.
Europa es, además, el continente donde menos cultivo hay de plantas acuáticas, que apenas representan un 0,004% de la acuicultura total (donde se incluye el cultivo de peces, moluscos y otros invertebrados), mientras que en el mundo supone el 25% del total y más de la mitad de la acuicultura marina, según datos de la FAO en 2012.
Para Alberto Serrano, responsable de alguicultura en Tepsa, existen múltiples barreras al desarrollo del negocio en España. "Hay un exceso de competencia por el mercado marino en España - desde el turismo a la acuicultura -y un marco normativo muy débil que ni respalda ni anima a los promotores a dedicarse a las algas", afirma el experto, "necesitamos que se cataloguen las áreas de cultivo, que los empresarios no necesiten hacer mil estudios de viabilidad e impacto ambiental que les cuestan 10.000 euros antes de hacer un proyecto y sin garantía de nada. Es una locura".
A la falta de concreción de la ley y las trabas administrativas se enfrentaron los emprendedores de Huerta Marina en un periplo que duró cuatro años: "Arrancamos el proyecto en 2012 pero hasta septiembre de 2016 no conseguimos el registro sanitario para poder empezar a comercializar. El proceso administrativo ha sido muy duro, tanto a nivel técnico como biológico es muy exigente, teniendo en cuenta que estamos en una finca de dominio público marítimo terrestre".
Serrano asegura que son muchas las empresas que se quedan por el camino en sus proyectos de cultivo de algas. "A nosotros nos llegan muchas peticiones de información que no se llegan luego a materializar", denuncia, "cuatro años son pocos en comparación con algunos procesos que he visto. Los empresarios se acaban agotando y se retiran".
Algas, un potencial que no ha hecho más que empezar
Mientras Europa pierde el paso en este negocio, los conocimientos sobre las propiedades de las algas son aún incipientes. "Hay decenas de miles de especies, las algas son ahora mismo una fuente casi inagotable de propiedades", afirma el investigador del CSIC.
Por un lado, las propiedades ya conocidas de las algas incluyen sus beneficios para la eliminación de líquidos, su bajo nivel calórico y su efecto saciente. Muchas de las algas son, además, ricas en ácidos grasos omega 3,6 y 0, fibra y minerales como potasio, calcio, magnesio, hierro y yodo. Son, además, por su nivel de vitaminas, buenas para la vista y el corazón, así como para reducir el estreñimiento. "Son alimentos infrautilizados a pesar de ser muy saludables, por su alto nivel de antioxidantes", afirma Herrero.
Sin embargo, las propiedades de las algas no se limitan a sus beneficios para una dieta saludable sino que se plantea como un posible arma contra distintas enfermedades. De momento, las investigaciones del CSIC ya han obtenido resultados prometedores en la prevención del cáncer de colon. "Hemos estudiado dos especies [cystoseira abies-marina y sargassum muticum] con resultados positivos en el primer estudio con células. Los resultados apuntan a sus propiedades antiproliferativas, que podrían prevenir y ralentizar el cáncer", asegura el autor de Las algas que comemos.
Herrero desvela también que el CSIC va a comenzar ahora otro proyecto para investigar los posibles efectos del perpeno, uno de los componentes de las algas, en enfermedades neurodegenerativas, con orientación a sus propiedades para retrasar su aparición.
Pero, ¿cómo las cocino?
El investigador del CSIC coincide con los propietarios de las empresas en que entre las razones por las que las algas no se introducen, como lo han hecho otros productos, en las despensas de los españoles es que no sabemos cocinarlas. "Es un círculo vicioso, como no las compramos porque no sabemos cocinarlas no están disponibles en todos los supermercados, y como no están disponibles no se introducen", lamenta.
Por eso ése uno de los retos de Huerta Marina o Porto Muiños, que proponen formas de cocinar las algas para motivar al consumo. "Uno de nuestros mayores retos es la divulgación, en los últimos 11 meses la acogida ha sido buena pero muy orientada a la hostelería", dice González.
Otros de los responsables de la divulgación en la cocina con algas son cocineros como Iván Domínguez y Ángel León, que en sus respectivos restaurantes Alborada y Aponiente llevan años fomentando el traslado de las algas del mar a la mesa. "Las algas están presentes en el 50% de los platos de la carta de Alborada, las uso por su textura, su sabor, son un producto muy versátil", afirma el chef de Alborada.
"No siempre necesitas gastar 25 euros en un pescado, puedes darle la misma vida al plato con un alga de cinco euros", dice Domínguez, que cree que aunque aún hay camino por recorrer y que "la gente cada vez está más dispuesta a elegir las algas cuando las encuentra en el lineal del supermercado". Sin embargo, éste aun parece quedar un poco lejos de las cocinas de los españoles.
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