El tomate es uno de los alimentos clave en la dieta mediterránea, no solo por poder añadirlo a todo tipo de comidas, sino también por sus beneficios, tanto que un solo tomate puede aportar alrededor del 40% del requerimiento diario de vitamina C, "esencial" para la piel, según la profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC, por sus siglas en catalán) y asesora de temas científicos en la Fundación Dieta Mediterránea, Anna Bach-Faig.
"De hecho, un estudio realizado por la Universidad de Leicester (Reino Unido), probó que mejora la elasticidad de la piel, gracias a su contribución a la formación de colágeno", ha concretado.
Reduce en un 18% el riesgo de cáncer de próstata
De estos beneficios también destaca el papel que juega este alimento en la prevención de enfermedades como el cáncer, pues comer diez porciones de tomate a la semana puede reducir hasta un 18 por ciento el riesgo de desarrollar la forma más común de cáncer masculino, el de próstata, según las Universidades de Bristol, Cambridge y Oxford (Reino Unido). Incluso, algunos investigadores han subrayado que puede ser igual de determinante para reducir el riesgo de cáncer de pulmón, vejiga, cérvix y piel.
Todo ello es gracias al licopeno, una sustancia química responsable de "muchos" de los beneficios y el motivo por el cual un tomate es de color rojo, debido a su pigmentación. "Este compuesto tiene unas propiedades biológicas y fisicoquímicas muy interesantes, especialmente relacionadas con sus efectos como antioxidante natural", ha explicado la profesora.
"Un reciente estudio que se realizó en el Centro Médico Soroka de Israel demostró que este carotenoide previene la oxidación del colesterol de baja densidad y reduce el riesgo de desarrollar arteriosclerosis y enfermedades coronarias; mientras que otro realizado por la Universidad de Adelaida (Australia) concluyó que ingiriendo 25 miligramos de licopeno diariamente se puede reducir los niveles de colesterol LDL en un 10%", ha añadido.
Ayuda a la digestión
Además de los beneficios directos que tiene en la salud, el tomate también "es muy bueno" para hacer la digestión, ya que contiene sales orgánicas ácidas, tales como malatos y citratos. Un efecto que se ve potenciado gracias a su contenido en fibra, pues contribuye a la regulación de la función intestinal.
Para aprovechar todos estos beneficios "al máximo", la profesora Bach-Faig ha recomendado comerlo sin pelar, porque así se aprovecha el licopeno, debido a que es en la piel donde se concentra más cantidad; así como para aprovechar toda la fibra presente en la misma zona.
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