La revolución que han supuesto smartphones y tablets en nuestra forma de vida no ha escapado a nadie, tan poco a los más pequeños de la casa, que hoy tienen acceso, en su mayoría, a estos dispositivos ya desde la cuna. Pero mientras se ha ido incrementando el tiempo de acceso a estas pantallas – unidas a la tradicional televisión -, la obesidad también se ha multiplicado, hasta 10 veces en niños y adolescentes en las últimas cuatro décadas.
Una peligrosa asociación que ahora la Academia Europea de Pediatría y el Grupo Europeo de Obesidad en la Infancia ha puesto sobre la mesa, recogiendo distintos estudios y referencias, para llamar la atención sobre el problema y plantear recomendaciones tanto a padres, como a médicos y profesores. Por ejemplo, que el hecho de que el 97% de los hogares europeos tenga al menos una televisión, el 91% un smartphone y el 68% acceso a internet contribuye a que los niños comiencen cada vez antes a interactuar con estos medios. Entre uno y dos años, según un estudio publicado en Pediatrics en 2010, ya pasan una hora al día delante de la televisión. Además, desde el cuarto año, según ese mismo estudio, los niños están frente a varias pantallas hasta siete horas al día.
Otros estudio alemán entre niños de cinco años desveló los niños con sobrepeso veían un 18,4% más de televisión y en niños obesos, un 25,7% más. Aunque los datos varían entre países, otro estudio realizado en 23 países de Europa en 5.000 niños de 12 años reflejó también cómo los hábitos de consumo de medios son cada vez más similares en toda Europa. Según dicho estudio, los niños ven una media de tres horas de televisión al día, un 50% más de tiempo que el que dedican a cualquier otra actividad, incluidos los deberes. Si tienen televisión en el dormitorio, según otro estudio publicado en Pediatrics en 2002, el consumo se incrementa de una a dos horas.
El 70% de los niños de seis años respondió en un estudio que la comida basura es más saludable que la hecha en casa
El problema de tener a los niños enganchados a una pantalla se agrava cuando se establece la relación de este tiempo con el sobrepeso y la obesidad. Una relación que va más allá del sedentarismo y que tiene que ver con la publicidad y las estrategias de los anunciantes, que cada vez más aprovechan el poder de las pequeñas pantallas para convencer a los más pequeños. De hecho, según un estudio publicado en International Journal of Pediatrics Obesity, el 70% de los niños de seis años cree que la comida basura es más saludable que la hecha en casa. Otros estudios también relacionan el consumo de pantallas con un mayor porcentaje de ingesta de comida basura.
Los más pequeños, filón publicitario
Según el análisis de estos expertos, los anunciantes se aprovechan del filón publicitario de los más pequeños. De los 40.000 spots que un niño ve al año en los países occidentales, la comida "no saludable" supone entre un 11 y un 18% aproximadamente. En otro estudio, referenciado en Nature, el porcentaje de anuncios de comida no saludable en programas infantiles llega al 70% en algunos países. Además, estos anuncios se enfocan cada vez a niños más pequeños, algo que provoca que los niños entre dos y ocho años tengan más tendencia a elegir las marcas que han visto en la televisión para pedirlas a sus padres.
El porcentaje de anuncios de comida no saludable en programas infantiles llega al 70% en algunos países
Otro de los filones para los anunciantes de este tipo de productos orientados a niños ha venido de la mano de la irrupción de las tecnologías, ya que a los niños les cuesta más reconocer los anuncios en estos dispositivos que en televisión, porque no están ni agrupados ni tan separados de lo que están viendo.
Sin embargo, el estudio afirma que la regulación para controlar este tipo de anuncios en Europa es desigual. Aunque la mayoría de los países han optado por un modelo que combina la regulación y la autorregulación del sector, en países como Suecia y Noruega han ido más allá y la publicidad está prohibida para niños menores de 12 años. En otros como Reino Unido, Grecia, Dinamarca y Bélgica, la publicidad infantil tiene restricciones.
En Suecia y Noruega han ido más allá y la publicidad está prohibida para niños menores de 12 años
En el ámbito europeo, la regulación existente es una directiva de 2007 en la que se insta a los medios de comunicación "a desarrollar códigos de conducta en relación con la comunicación comercial audiovisual inadecuada que acompañe a los programas infantiles o se incluya en ellos, de alimentos y bebidas que contengan nutrientes y sustancias con un efecto nutricional o fisiológico, en particular aquellos tales como grasas, ácidos trans, sal o sodio y azúcares, para los que no es recomendable una ingesta excesiva en la dieta total". También se pone en manos de los países la posibilidad de prohibir el patrocinio de programas infantiles.
Recomendaciones para padres, profesores y médicos
El estudio incide en que los padres no son conscientes del riesgo de los dispositivos y por eso plantea una serie de recomendaciones, también dirigidas a profesores y sanitarios, para tratar de frenar la pandemia de la obesidad.
- No permitir a los niños menores de cuatro años a consumir televisión u otros dispositivos sin supervisión y a partir de esa edad, tener en cuenta su desarrollo individual para darles permiso.
- Limitar el uso de dispositivos y televisión a una hora y media al día y asegurarse de que los niños tengan otros tiempos de juego sin internet.
- No poner televisión ni dispositivos en los dormitorios de los niños.
- Apagar la televisión y otros dispositivos en las comidas y durante el estudio o los deberes.
- Saber qué ven los niños, verlo con ellos y comentarlos para discutirlos y fomentar su espíritu crítico.
- Apagar la televisión durante los anuncios o al menos quitarle el sonido y evitar que se expongan a anuncios de comida basura en otros dispositivos.
- Comentar y discutir con los niños los anuncios que ven.
- No dar a los niños su propio smartphone hasta que tengan al menos 12 años y posponerlo si no se considera que estén completamente maduros para ello.
- Ser modelos de conducta, reduciendo el propio tiempo de televisión y el uso de internet.
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