La hora de la comida es uno de los momentos más temidos por muchos niños y padres, especialmente cuando a ciertas edades los pequeños aumentan su rechazo a verduras, frutas y en general a cualquier nuevo alimento que los adultos quieran introducir en su dieta.
Una ardua tarea que, para ánimo de los padres, tiene premio. Lo acaba de confirmar una revisión de 40 estudios coordinada por la Universidad de Buffalo (EEUU), dirigida por la pediatra Stephanie Anzman-Frasca y publicada en Obesity Reviews. "El objetivo era revisar toda la literatura para hacer recomendaciones a padres y cuidadores sobre cómo pueden ayudar mejor a los niños para que empiecen a comer sano lo antes posible", asegura la investigadora.
Esa alimentación sana tiene que empezar antes incluso de nacer el niño, ya que según estos estudios, la variedad de alimentación de la madre durante el embarazo ya influye en la posterior alimentación de esos niños. Los estudios afirman en este sentido que es importante también la lactancia materna - que también transmite la dieta de la madre - y aprovechar los momentos en que la neofobia (el rechazo a nuevos alimentos) es menor, lo cual debe hacerse desde la introducción de la alimentación tras la lactancia exclusiva. "Los sabores de la dieta de la madre llegan al bebé en el útero, así que si ella come sano, el feto se expone a ellos se va acostumbrando", afirma Anzman-Frasca.
Otra de las conclusiones halladas por el equipo de la Universidad de Buffalo es que la insistencia tiene premio por si sola, no tanto en relación con los premios o castigos que los padres puedan asociar en un momento determinado. "La eficacia de la insitencia en la exposición a comida sana tiene detrás una fuerte evidencia científica. Hay muchos estudios con preescolares que empiezan, por ejemplo, no queriendo pimientos u otras verduras, pero después de cinco o seis sesiones, les acaban gustando", afirma la pediatra.
En uno de los estudios revisados se destaca que en las familias con menores recursos, los padres no sirven comidas rechazadas anteriormente por no tirarla. Por ello, los autores de este estudio insisten en la necesidad de llevar a cabo estrategias en estos ámbitos, para ayudar a los padres a afrontar este reto.
El sistema de recompensas, sólo a veces
Las estrategias aparte de la repetición, como el sistema de recompensas, pueden funcionar en algunas ocasiones, pero también pueden diluir - según algunos de los estudios revisados - el poder de la insistencia de la exposición repetida a la comida sana. Por ello, los investigadores recomiendan a los padres y cuidadores empezar por una exposición repetida a la comida y por impulsar un modelo de disfrute de la comida sana entre padres y hermanos, y reservar otras estrategias (como las recompensas) para otros momentos en los que sea más necesario.
A gran escala, los investigadores inciden en la importancia de estrategias que acompañen a las de padres y cuidadores a aumentar la aceptación de la comida saludable, por ejemplo introduciendo comida y bebida sana en los menús infantiles de los restaurantes.
De todas las recomendaciones, Anzman-Franca destaca una: "Basándonos en todos los estudios que hemos analizado, nuestra recomendación fundamental para los padres es, ¡no decaer!". Una recomendación que adquiere si cabe más importancia si se recuerda que el número de niños y adolescentes obesos se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años.
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