Hace apenas unas décadas el aguacate era un alimento desconocido para la mayor parte de la población europea, pero hoy en día goza de gran popularidad: se unta en las tostadas, se añade a las ensaladas, se sirve con el salmón, acompaña al sushi… Su versatilidad culinaria, junto con sus saludables propiedades nutricionales -contiene vitamina E y omega 3-, lo han convertido en los últimos años en la fruta de moda.
Tanto es así que en Europa el consumo de esta fruta tropical originaria de México principalmente crece a un ritmo del 15% anual, mientras que en EEUU se estima que cada habitante llega a consumir 30 kilos por año. Sin embargo, esta fama que ha adquirido por ser percibido como un alimento saludable, está perjudicando a la salud del planeta favoreciendo el cambio climático.
La huella de carbono que generan dos aguacates duplica a la de un kilo de plátanos
Un reciente estudio de la organización Carbon Footprint Ltd señala que la huella de carbono que generan dos aguacates duplica a la de un kilo de plátanos. Dicha huella se mide como la totalidad de gases de efecto invernadero que emite, de forma directa o indirecta, un producto. En este caso, la de los aguacates alcanzaría los 846,36 gramos de CO2, mientras que la de los plátanos es de 480 gramos, según esta investigación.
Esta cantidad de dióxido de carbono proviene de su cultivo, almacenaje y, sobre todo, transporte. Aunque España es el único productor Europeo de aguacate y exporta una parte de sus cultivos al resto de Europa, la inmensa mayoría de aguacates llega desde México para satisfacer el consumo de entre 400.000 y 500.000 toneladas anuales en nuestro continente.
En España, donde se cultiva la variedad Hass, los principales terrenos productores de aguacate se concentran en Málaga y Granada. Por ejemplo, en la comarca andaluza de la Axarquía (Málaga) hay unas 10.500 hectáreas de cultivos de aguacate y mangos, con una facturación anual superior a los 300 millones de euros. Sin ir más lejos, en la última campaña España produjo unas 84.000 toneladas de esta fruta exótica.
Mucha agua para su cultivo
Para completar el resto de la elevada demanda europea, tienen que llegar de Latinoamérica. En México se han talado grandes superficies forestales para crear nuevos cultivos de aguacate, lo que, unido a la gran dependencia hídrica que tiene esta fruta para conseguir su textura cremosa, da como resultado un cóctel muy dañino para el medio ambiente.
La responsable del programa de Agricultura y Alimentación de la organización Amigos de la Tierra, Blanca Ruibal, explica que es el modelo de consumo lo que supone una amenaza para el planeta. “Cada vez se comercializan más alimentos de forma absurda. Por ejemplo, Bélgica importa manzanas a España y España las exporta a Bélgica. Además, se están dejando de transportar en barco o tren en favor del avión, que es mucho más contaminante”, señala.
Hay bastante desconocimiento entre la población en cuanto al impacto que esto tiene sobre el cambio climático
Siguiendo con los aguacates, al aumentar la demanda internacional deja de estar disponible para los mexicanos, donde ha sido un alimento tradicional. “Con la quinoa sucede algo parecido. Es cierto que es un alimento muy nutritivo y con muchas propiedades, pero ha sido tradicional en la alimentación boliviana y ya no lo pueden conseguir fácilmente porque se vende a un precio superior en el mercado europeo o norteamericano”, continúa Ruibal. “Además, aunque también deja beneficios económicos, se ha visto que los precios están disminuyendo y ya no es tan rentable como antes. Estas modas alimentarias funcionan de forma similar a la burbuja inmobiliaria”, añade.
Un informe de Amigos de la Tierra, “Alimentos kilométricos”, ya abordó el problema del transporte de los alimentos importados y exportados en 2011, último año del que se tienen datos, según indica Ruibal. En el trabajo se recoge que el Estado Español importó, en 2011, 25,486 millones de toneladas de alimentos que recorrieron, de media, 3.827,8 kilómetros y generaron 4,212 millones de toneladas de CO. Por ejemplo, recalcaron que el 80% de los garbanzos que se consumen en España provienen de México. Cuando se publicó el informe, la organización advirtió de que dichas importaciones de alimentos habían supuesto un gasto anual de 23.000 millones de euros cuando, en muchos casos son alimentos que pueden ser producidos en España.
Parece que todavía hay bastante desconocimiento entre la población en cuanto al impacto que esto tiene sobre el cambio climático. “La gente sí ha adoptado otras medidas, como usar menos el coche, pero esto se conoce menos, aunque sí hay una tendencia cada vez mayor a consumir productos locales, frutas y verduras de temporada cultivadas aquí”, afirma Ruibal.
En su opinión, no hay necesidad de introducir tantas frutas exóticas en la dieta. “Sí, el café y el cacao son productos exóticos, pero llevan mucho tiempo asentados en nuestra dieta y es difícil renunciar a ellos, aunque habría que fijarse en que proviniese del mercado justo. Pero tenemos que dejar de crear necesidades de productos exóticos, cuya moda estará unos años y luego pasará”, concluye.
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