“En España cuando te comes un lomo de cerdo no estás comiendo cerdo, te estás comiendo un lomo de antibióticos”. Hacía tiempo que el periodista Jordi Évole no causaba tanta polémica con uno de sus programas. Salvados “Stranger pigs” (cerdos extraños) denunciaba la semana pasada las condiciones de los cerdos en nuestro país, tercer exportador del mundo tras China y EEUU.
Una de las cuestiones más controvertidas, denunciada por el diputado de Equo Florence Marcellesi, es la de la primera frase de este reportaje. El político denunciaba el uso masivo de antibióticos en las granjas y aseguraba que “el 84% de los medicamentos que consumimos en España se dan a los animales de forma preventiva” y que “lo que toman se traspasa a los humanos”.
Pero, ¿estamos comiendo realmente “lomo de antibióticos”? Muchos expertos se han posicionado para contra el programa, una de las primeras la farmacéutica y divulgadora Gemma del Caño, que es contundente en este sentido: “La carme que comemos no lleva antibióticos. Hay controles tanto en la granja como en la entrada de la cadena productiva y la legislación regula los límites”, afirma. Del Caño.
La farmacéutica asegura que los ganaderos que llegan a los controles y se les detectan antibióticos – en análisis que “tienen cada vez más sensibilidad” – “se le devuelve el animal y no se le paga, fíjate si se cuidan ellos de eso, por la cuenta que les tiene”. Del Caño apunta, además, a que dinámica se da tanto en la carne como en la leche y los huevos.
Los animales en los que se detectan antibióticos no pasan los controles
Sin embargo, esto no significa que los cerdos no estén tomando una alta carga de antibióticos- La experta asegura que a muchos cochinos, igual que a otros animales de granja, se les administran antibióticos “de forma preventiva, lo cuál es un problema muy serio”, advierte Del Caño, el de la creciente resistencia a los antibióticos.
“España ocupa uno de los primeros puestos del mundo en consumo de antibióticos, tanto en animales como en humanos. Y también es uno de los que muestran mayor resistencia. Esto es un problema muy grave, es una guerra biológica”, corrobora José Miguel Cisneros, presidente de la Sociedad Española de Microbiología Clínica (SEIMC).
Cisneros advierte de que esta guerra “llevan tiempo ganándola las bacterias, que se vuelven resistentes a mayor velocidad a la que los humanos producimos antibióticos”. Aunque coincide con Del Caño en que “no comemos antibióticos con la carne”, el especialista incide en que “el problema no es ese. El problema es que los antibióticos que han tomado – y que son muchos – provocan que las bacterias de su intestino se hagan resistentes, y éstas sí que las tomamos a través de la carne y se propagan a través del medio ambiente”.
El problema es global y escapa, según el presidente de la Asociación de Microbiología y Salud, Ramón Cisterna, al control que pueda realizar un determinado país: “Es cierto que en la UE hay cierto control, pero si en otros países no lo hay, como Estados Unidos o sobre todo China, y la repercusión es global”.
En la UE hay cierto control, pero si en otros países no lo hay, la repercusión es global”
La dimensión del problema es tal que en 2016 la Organización Mundial de la Salud se reunió con el único propósito de abordar la creciente resistencia a los antibióticos. “La magnitud de la amenaza es enorme, pero como el problema no se ha dado de golpe, sino poco a poco, la sociedad no se ha concienciado”, lamenta Cisneros, que subraya que esta resistencia “pone en riesgo cosas tan importantes como los trasplantes o las operaciones quirúrgicas, en definitiva la medicina moderna”.
Hace tan sólo unos días, el sistema de la OMS puesto en marcha para vigilar la resistencia antibiótica, GLASS, advertía de que la resistencia está aumentando de forma global en el mundo, independientemente del nivel de desarrollo de los países. “Otros países están destinando mucho dinero a esta lucha. España lanzó en 2014 el Plan Nacional de Lucha contra la Resistencia pero aún no nos ha dado ni un dato”, asegura Cisneros.
España está a la cola en conocimiento sobre antibióticos, según el Eurobarómetro
Las soluciones pasan, en primer lugar, por “hacer cumplir la ley”, afirma el presidente de la SEIMC. “Tanto a los animales, que sólo deben tomarlos cuando estén expresamente indicados y para combatir infecciones, como para humanos, que tampoco deben tomarlos sin receta o sin indicación expresa”.
“Como pasa con los humanos, la utilización de antibióticos no tiene un uso racional y los tomamos cuando no son necesarios o no completamos el tratamiento. Tanto en granjas como en nuestras casas, utilizamos el antibiótico ‘de la vecina’. Cuando se usan los antibióticos sin ser necesarios, las bacterias ‘aprenden’ y se hacen más resistentes”, coincide Del Caño.
Por ello, además de reforzar los controles legales, los expertos abogan por la educación. Cisneros recuerda que los datos del Eurobarómetro sitúan a España como líder en la ingesta y a la cola en el conocimiento sobre los antibióticos. No en vano, casi la mitad de los encuestados en la última edición pensaban que están indicados para combatir virus como los resfriados o gripe (cuando sólo vencen infecciones bacterianas) y el 42%, sin embargo, no quería recibir más información sobre los mismos.
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