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Dieta para no destruir el planeta: dos filetes y tres vasos de leche a la semana

Un informe de Greenpeace propone reducir la producción mundial y el consumo de productos de origen animal al 50% para "alimentar a entre nueve y 10.000 millones de personas en 2050 sin destruir el planeta de forma irreversible".

Ganadería intensiva en Salvador de Bahía Brasil. | Greenpeace

Los europeos lideramos el consumo de lácteos a nivel mundial y estamos, junto a estadounidenses, brasileños y argentinos, entre los mayores consumidores de carne. Tomamos 260 kilos de lácteos y 85 de carne al año, una cantidad que para la ONG Greenpeace hay que reducir de forma drástica para "poder alimentar a entre nueve y diez mil millones de personas en 2050 sin destruir el planeta de forma irreversible".

El consumo de carne, según Greenpeace, debe reducirse a 16 kilos por persona y año, lo que supone dividir entre cinco la cantidad que consume de media un europeo. Aún más drástica es la reducción que debemos hacer de los lácteos, ya que el consumo sostenible sería de 33 kilos al año, mientras que el actual es de 260 kilos anuales. Eso supondría bajar las raciones semanales de leche a 650 gramos (unos tres vasos por semana) y de carne a 300 gramos a la semana.

Tanto por nuestra salud como por la del planeta, la ONG acaba de publicar un informe Menos es más. Reducir la producción y consumo de carne y lácteos para una vida y planeta más saludable en el que asegura que es necesario reducir un 50% la producción mundial y el consumo de alimentos de origen animal de aquí a 2050.

La ONG propone un consumo de lácteos equivalente a tres vasos de leche a la semana

Una reducción que supondrá acercarse algo más a las cifras de hace algunas décadas, antes de que comenzara la intensificación del consumo de productos de origen animal. Y es que tan sólo entre 1989 y 2000, según Greenpeace, el consumo de productos de origen animal se ha triplicado en las zonas rurales y casi cuadruplicado en las urbanas.

Consumo de aves casi duplicado

El número de cabezas de ganado sacrificadas per cápita se triplicó entre 1969 y 2009, lo que supuso ese último año una decena de animales por persona. En total, según ese informe, este año 2018 será necesario sacrificar 76.000 millones de animales para alimentar a la población mundial.

No el consumo de todas las carnes ha evolucionado de la misma forma en los últimos años, ya que mientras que algunas como el pollo han aumentado un 96% hasta casi duplicarse, otras como la de vaca se han reducido un 10%.

 

El informe asegura que el 70% de la producción cárnica es ya de cerdo y pollo y que las consecuencias suponen, por ejemplo, que China importe el 20% de la soja que exporta Brasil únicamente para la alimentación de animales no rumiantes, con las consecuencias climáticas que eso supone.

Por el planeta

La organización ecologista advierte en el informe que los productos de origen animal son los responsables del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero y un tercio de los cultivos del mundo se destinan a la alimentación de ganado. La alimentación es también, en general, culpable del 80% de la deforestación a nivel mundial.

Las amenazas de la actual producción cárnica (y las previsiones si no se cambian las políticas) incluyen  un aumento de las emisiones del sector agrícola del 24 al 52% sobre el total, de las que el 14% corresponden a la ganadería, la misma proporción que el total del sector del transporte.

Los cambios en el uso del sueño, otro de los factores que pueden hacer insostenible el planeta según recoge la ONG, también son de los grandes amenazados por la producción cárnica. En los últimos 50 años, el 65% del cambio en el uso de suelos es responsabilidad de la ganadería, especialmente del vacuno, ya que como detalla el informe, este ganado requiere un 28 veces más espacio para producirse que el de cerdo, aves y lácteos juntos.

También la biodiversidad está fuertemente amenazada por la producción de animales, ya que, incide Greenpeace, el 80% de las especies terrestres mamíferas y aves amenazadas están en peligro por la pérdida de hábitats consecuencia de la actividad agrícola. Por ello, añade el informe, extender una dieta con más productos vegetales reduciría entre el 20 y el 40% el aumento de riesgo de extinción para aves y mamíferos de medio y gran tamaño de aquí a 2060.

Unos datos que imposibilitan el cumplimiento de los Acuerdos de París sobre Cambio Climático, subraya el informe, que sitúa en un 50% la reducción necesaria a 2050, tanto de producción como de consumo, para conseguir reducir en un 64% las emisiones respecto a las previstas para ese año.

Por salud

Las evidencias científicas sobre la relación entre el consumo de carne roja y el cáncer han puesto en el punto de mira al vacuno aunque no son los únicos riesgos que se han demostrado por el consumo continuado de carne roja y que, según el estudio estadounidense AARP (que evaluó a medio millón de personas), elevan el riesgo de mortalidad un 11% en hombres y un 16% en mujeres.

Otros estudios han evidenciado también la relación entre carnes procesadas y obesidad o diabetes, mientras una dieta vegetariana se ha demostrado eficaz para reducir, hasta un 40%, el riesgo de diabetes, otra de las grandes pandemias actuales.

El informe de Greenpeace destaca que para 2050 el cambio hacia una dieta con menos carne y más verduras, frutas, legumbres y frutos secos podría evitar cinco millones de muertes anuales, que se elevarían hasta siete en el caso de dietas vegetarianas.

Según los datos del informe, una dieta con menos carne y más verduras, frutas y legumbres evitaría cinco millones de muertes anuales

El catedrático escocés Pete Smith, ex Autor Principal de Convocatoria del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), afirma en el prólogo del informe que “la necesidad de reducir la demanda de productos de origen animal es la actual postura científica dominante. Sólo una disminución significativa en el consumo de carne y leche nos permitirá ofrecer un sistema alimentario adecuado a las generaciones futuras, en beneficio de los seres humanos y del planeta en general. Producir la misma combinación de alimentos que consumimos ahora, incluso si se emplean métodos más sostenibles, no reducirá el impacto medioambiental al nivel que necesitamos para preservar el planeta para nuestras hijas e hijos y sus descendientes”.

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