“Mi cutre nota de suicidio.
Os habéis librado de mí.
Feliz Navidad.
Y decírselo a Adri, él me quería”.
Lucía se despidió del mundo en 19 palabras. No se puede decir que su suicidio fuera fruto de un impulso, ya lo había intentado meses antes tomando un montón de pastillas. A su madre le dijo ese mismo día “mamá, no puedo más”. A los 13 años llevaba dos sufriendo bullying por parte de sus compañeros de clase. La llamaban gorda y aprovechaban su debilidad para ensañarse con ella cada día.
Save the Children sitúa en el 10,6% el porcentaje de niñas y adolescentes españolas que han sufrido acoso y en un 8% el de los chicos. El 1,6%, además, reconoce que lo padece constantemente. “Es un problema muy grave. No solo porque el niño esté sufriendo, que desde luego, sino porque tiene consecuencias en el futuro. Y las arrastrará de por vida si no tiene un tratamiento”, afirma María Zabay, que acaba de presentar junto a Antonio Casado Todos contra el bullying (Alienta).
“Les dije a los padres de Lucía que la muerte de su hija no sería en vano”, explica Casado, que fue contratado como abogado del caso por los padres de la menor. Catorce meses después, ese compromiso se ha convertido en un libro en el que han recogido los testimonios de todos los agentes implicados en el asunto, desde profesores a policía, pasando por la fiscalía, psicólogos o jueces de menores. Con ellos han trabajado en un documento práctico que incluye herramientas de prevención, consejos para detectarlo y tratarlo, así como una parte dirigida a los propios menores. La obra ya ha sido calificada por el popular juez de menores Emilio Calatayud como un "libro imprescindible para erradicar el bullying".
Como afirma Zabay, el bullying puede arrastrar consecuencias de por vida, pero también, y cada vez son más los casos, termina con el suicidio del menor, como ocurrió con Lucía. En España, explican los autores del libro, no hay datos disponibles sobre el número de suicidios infantiles debidos al acoso escolar, pero la OMS los cifra en más de 300.000 al año en todo el mundo. “Lo que sabemos en España es que van en aumento y que se está disparando el consumo de ansiolíticos entre los menores de 18 años”, asegura Casado.
¿Estará sufriendo bullying mi hijo?
Cuando se habla de acoso escolar, lo que más miedo genera en los padres es que su hijo pueda ser la víctima y, sobre todo, que esté sufriendo sin que ellos se den cuenta. En el libro se explican cuáles son las señales de alerta. Si el niño no quiere ir a clase, si come menos, si ya no le gusta su ropa, si tiene insomnio, si baja la mirada o no se ríe, si miente más... es necesario entonces preguntarse qué puede estar pasando.
Ofrecer al niño herramientas para evitar que se convierta en acosado (o acosador) es otra de las claves que enfatiza Todos contra el bullying. “El entorno familiar es clave y aquí todos los extremos son malos”, explica Zabay, que anima a los padres a “reforzar la autoestima de los niños, educarlos y observarlos mucho”.
Los “extremos” de los que habla la autora van desde la sobreprotección a la falta de la misma y pueden hacer tanto que el niño se sienta débil y más vulnerable frente al acoso o que quiera llamar la atención y, para ello, haga daño a los demás.
Lady Gaga, Messi o Taylor Swift, víctimas famosas
Si se detecta el acoso, hay que enseñar al niño a “decir basta, porque simplemente con eso a veces ya se acaba el problema”, destaca Zabay, y "darle ejemplos de los muchos famosos que en su infancia fueron acosados y que han llegado tan lejos como Messi, Lady Gaga o Taylor Swift”.
El libro recoge ésas y otras muchas historias de jóvenes que en su momento fueron calificados de diferentes y que son esas diferencias precisamente las que les han hecho triunfar. Desde Lady Gaga a estrellas del fútbol como Messi y Cristiano Ronaldo o la cantante Taylor Swift. “Hay que mostrarles a los niños que sólo quienes son diferentes hacen cosas distintas y que importa lo que uno crea, no lo que piensen los demás”, subraya la autora.
Conseguir que un niño se sienta orgulloso de sus diferencias es a veces un paso efectivo hacia el fin del problema, según Zabay. "Los acosadores suelen ser personas acomplejadas, muchos de ellos con familias desestructuradas [...], que eligen víctimas sensibles", explica el libro. "Enfrentarse al acoso de forma contundente descoloca al agresor", señala.
No demonizar al acosador
Sin embargo, Zabay y Casado coinciden en que para que el problema cese a veces es necesario también poner el foco en el acosador. “Salvo que sea un niño sociópata, los niños buenos, que son la gran mayoría, cuando se convierten en acosadores es por algo. Puede que sus padres no les estén prestando suficiente atención, porque aunque quieran no siempre lo hacen. También un niño demasiado protegido se puede ver tan empoderado que se llegue a convertir en un tirano. A un niño hay que educarlo, darle cariño, valorar sus virtudes y reprenderle. Y observarlo mucho”, incide Zabay.
Por eso, la autora cree que “el bullying no se soluciona demonizando al acosador, sino buscando el origen del problema”. Una de las maestras con las que hablaron para el libro, Ángeles Artes, dirige su enfoque hacia las inseguridades del niño que agrede. “La clave es acercar a los niños. Imponerles cordialmente una actividad juntos que les obligue a conocerse y les demuestre que lo importante es estar con el otro. Tienen que entender al semejante”, explican en el libro.
Internet, multiplicador exponencial de los efectos
Si algo ha aumentado el problema del bullying ha sido Internet. La Red ha “multiplicado exponencialmente” sus efectos, explica Zabay: “Si antes un niño podía recluirse en su micromundo durante el fin de semana en casa, ahora tiene 24 horas en sus redes sociales para sentirse acosado y acechado”.
Muchas aplicaciones facilitan la impunidad de los acosadores, como la red de moda entre los niños, Thiscrush. Una plataforma a través de la que pueden recibir halagos y críticas, que pueden ser firmados o anónimos y que dan alas a las críticas e insultos que se ceban con los más débiles. “Por mucho que no nos gusten, no podemos restringir el uso de apps, por lo que es esencial que los padres instalen herramientas de control parental”. Los expertos recomiendan Control Familiar, Qustodio o Family Time.
Aunque la red aporte un anonimato a priori muy claro, los expertos aclaran que la clandestinidad de los acosadores termina si hay una denuncia. “Si el caso de acoso termina en la policía, ésta rastrea la IP del ordenador y determina cuándo, cómo y dónde se ha escrito el mensaje. Y ahí empiezan las responsabilidades legales”, avisa Zabay.
El primer error, falta de prevención
Sobre la asunción de responsabilidades y la consideración del bullying, Casado y Zabay hacen un diagnóstico algo pesimista de la situación en España. Consideran que los protocolos contra el acoso escolar ni están bien diseñados ni funcionan y denuncian tanto falta de concienciación social como la necesidad de recuperar la autoridad de los maestros. “Es un asunto de Estado que no puede depender de 17 comunidades autónomas y los planes de cada centro, como se da en la actualidad. Además, hay que recuperar la autoridad de los profesores. Porque tienen un grado de implicación altísimo pero necesitan de la concienciación social y del apoyo de los padres”, incide Casado.
Para Casado y Zabay, el primer error sobre cómo se está tratando el bullying en España es que los protocolos de actuación “empiezan cuando ya hay acoso y no trabajan en la prevención”. “El protocolo establece que el colegio debe llamar a la fiscalía, cuando primero debe actuar la policía. Sin embargo, antes debe hablarse con los niños y tratar de solucionarlo. Porque los casos de acoso escolar nunca llegan a juicio”, asegura Casado. “Los casos suelen terminar imponiendo a los autores del acoso trabajos socioeducativos y obligándoles a pedir perdón en privado y en público al acosado. Aunque pueda parecer que esto otorga impunidad a los autores, la fiscalía tiene comprobado con datos que no hay reincidencia”, añade el autor.
Una de las reivindicaciones de los autores, que quieren hacer llegar a la Administración, es que se establezca un protocolo común y de cumplimiento obligado para toda España. "Se habla de un acuerdo de mínimos y aun así parece complicado. Nunca se ha hecho una mesa redonda con todos los agentes implicados para hablar de cómo abordar el bullying", explica Casado.
La solución pasaría, según los autores de Todos contra el bullying, por establecer medidas comunes a todos los centros y que comiencen con la prevención implicando a todos, "como se ha hecho en Finlandia, donde el método Kiva se fija en los niños que son testigos, para que protejan a la víctima", concluye Casado, que espera que este libro sirva para ayudar, al menos, a otros niños o padres que se puedan encontrar como lo estuvieron Lucía y su familia.
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