Es probable que, si vives en una gran ciudad donde los niveles de contaminación son preocupantes un día sí y otro también, des una bocanada profunda de aire fresco cada vez que vas al campo. Como si así purificásemos los pulmones y quisiéramos oler la naturaleza.
Tras este gesto puede haber un beneficio real para nuestra salud. Y no por el hecho de inspirar profundamente aire limpio, sino por el potencial efecto que tienen los conocidos como baños de bosque. Esta práctica, popularizada en Japón en los años 80, persigue mejorar la salud humana con paseos por la naturaleza.
Entre los beneficios descritos de estos baños está el alivio del estrés crónico, una menor presión sanguínea o una reducción de los niveles de glucosa cerca de un 40%. Pero hay más.
El Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona están llevando a cabo un estudio, con la financiación de la Fundación la Caixa, para analizar el papel de los bosques como fuente de salud para las personas. También estudiarán cómo el estado de las masas forestales puede modificar la salud humana.
Albert Bach, investigador del centro, explica que lo que persiguen es analizar los agentes que hay presentes en el aire del bosque y cómo reaccionan con nuestra salud "de la misma forma que actúan los agentes activos de un medicamento". Para ello, se tomarán muestras procedentes del Parque Natural del Montseny, uno de los más visitados de Cataluña, aunque los resultados serán extrapolables a otros bosques mediterráneos.
Con ello se analizarán los principios activos que emiten las plantas y de qué forma pueden interaccionar con nuestra salud. En una fase posterior, investigarán cómo dichas sustancias se incorporan y metabolizan en el cuerpo humano después de estar en el bosque.
Hay evidencias de que en el bosque hay sustancias que ayudan al organismo luchar contra tumores
"En el aire del bosque hay bacterias, hongos... un microbioma que respiramos", indica Bach. Además, también inspiramos compuestos orgánicos volátiles de origen biogénico que las plantas emiten de manera natural y se quedan en el aire. "Hay pequeñas evidencias de que pueden tener propiedades antiinflamatorias, incluso relacionadas con la capacidad de combatir tumores", añade. El experto matiza que no es que estos compuestos curen el cáncer. "Lo que ocurre es que, según algunos estudios de laboratorio, ayudan a aumentar unas células llamadas Natural Killers (NK) que estimulan la actividad del cuerpo cuando éste está luchando contra un tumor", puntualiza.
Con este trabajo, el CREAF también estudiará el estado de la salud de los bosques en la actualidad y cómo cambiará ante la perspectiva de un futuro más cálido y árido. Así, se busca generar un nuevo valor para los bosques, que se sumaría a su capacidad para regular el régimen hídrico, reducir la contaminación y mitigar el cambio climático.
Mejor atención, menos ansiedad y reducción de obesidad
Las bondades de los espacios verdes no acaban ahí. Un reciente estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) señaló que los niños y niñas que viven con más espacios verdes alrededor de sus hogares podrían desarrollar mejor su capacidad de atención. A este trabajo le precedió otro que indicaba que los espacios verdes dentro y alrededor de las escuelas podrían mejorar el desarrollo cognitivo de los menores entre los 7 y los 10 años.
Los efectos positivos de la naturaleza sobre nuestra salud, tanto física como mental, parecen no tener límites. Un informe del Observatorio de Salud y Medio Ambiente del Instituto DKV de la Vida Saludable, en colaboración con el ISGlobal, recoge que el contacto con los espacios verdes disminuyen los niveles de estrés, ansiedad, insomnio y estado depresivo como beneficios en el plano psicológico. En el físico, también reducen la obesidad, la diabetes y la presión arterial, ayudan a prevenir algunas enfermedades y mejoran el sistema inmunitario.
El trabajo de DKV se desarrolló con el objetivo de promover la práctica de los “baños de bosque” entre la población, y para ello ha desarrollado junto a EUROPARC España un proyecto en el que identifica 10 rutas en distintas áreas naturales protegidas del país donde poder llevarlos a cabo. Entre ellos, se incluyen el Abedular de Canencia, en Madrid, un paseo entre las secuoyas de Valoria, en Cantabria, o por el embalse de Isaba, en Navarra.
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