La llaman “el árbol de la vida” y le atribuyen un sinfín de propiedades, desde cualidades antiinflamatorias a antibióticas o incluso antitumorales. La moringa es uno de los nuevos “súper alimentos” que empieza a despuntar en España y que se comercializa sobre todo en cápsulas, como complemento alimenticio.
El origen de la moringa se sitúa en la India, en la Cordillera del Himalaya, donde la medicina tradicional le atribuía la cura de más de 300 enfermedades, como recuerda Patricia González, copropietaria de Moringa Canary Islands, una empresa que cultiva y vende este producto desde el sur de la isla de Tenerife. “La descubrimos gracias a unos amigos que habían vuelto de un viaje donde la habían conocido. El último año hemos producido 6.000 kilos y para este año esperamos llegar a los ocho o diez mil”, afirma González.
El crecimiento de las ventas de la moringa está auspiciado por el poder que se asocia a la planta y que empieza por su poder antioxidante. “La moringa contiene 46 antioxidantes con capacidad para neutralizar los radicales libres y 36 antiinflamatorios que potencian el sistema inmunológico”, explica la propietaria del cultivo de moringa.
En la web de la empresa de González, así como en otras muchas páginas donde se habla y vende este suplemento alimenticio se habla también de los efectos de la planta para combatir la diabetes tipo 2, la anemia, los problemas cardiocirculatorios o la artritis, así como de su poder antitumoral basado en la presencia de salvestroles.
Pero, ¿hay evidencia científica que corrobore los beneficios de la moringa? Vayamos por partes. Es cierto que algunos estudios han relacionado el consumo de la moringa con propiedades antitumorales, como el cáncer de colon, páncreas o mama y ovarios. Estos estudios se han realizado en células (in vitro) o animales, pero de momento no en humanos.
Esta es una de las claves a las que apunta Eduard Baladia, nutricionista y coordinador del Centro de Análisis de la Evidencia Científica de la Fundación Española de Dietistas y Nutricionistas, que considera que los estudios que hablan de las cualidades de la moringa se han realizado en células, animales o son estudios preclínicos, de forma que “no se puede hablar de efectividad en humanos”.
La moringa como antibiótico
“Seis cápsulas de moringa tienen el efecto de un ibuprofeno o un antibiótico”, asegura González. El poder de la moringa como antibiótico, aunque sin cuantificar o concretar, también aparece en la página que la web de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dedica a la moringa, donde habla de sus “propiedades antibióticas, contra el tripanosoma y la hipotensión, antiespasmódicas, anti-ulcerosas, anti-inflamatorias, hipocolesterolémicas e hipoglucémicas”.
Baladía asegura que, en una revisión en una de las principales bases de datos de artículos científicos (PubMed) “no se ha encontrado ningún estudio de calidad que indique que la moringa es igual o superior en poder antibiótico con respecto a antibióticos orales. El ibuprofeno es un antitérmico y antiinflamatorio, tampoco se ha encontrado ningún estudio que indique igualdad o superioridad de sus efectos”.
Para Baladía, el hecho de que dichas propiedades aparezcan en la página de la FAO se debe al “contexto en el que se publican – la página habla fundamentalmente de países como India, Etiopía, Filipinas y Sudán – y de la propia hoja, no de los productos encapsulados como complemento alimenticio, que siempre resultan menos eficaces que la ingesta del alimento en sí”.
La información de la FAO se enfoca en los pequeños agricultores y habla de que es “una excelente fuente de hortalizas verdes cuando hay pocos alimentos disponibles”. “Por tanto es comprensible que se aprovechen sus beneficios en ese contexto, pero no es igual en Europa donde tenemos múltiples fuentes nutricionales, además de fármacos eficaces”, indica Baladía.
Para Baladía, la clave en la falta de evidencia sobre la moringa es que en ningún estudio sus efectos han sido comparados con los gold standars, es decir, con el tratamiento disponible más eficaz. "Si se pretende mostrar como una alternativa a otros tratamientos, habría que comparar sus efectos con el del tratamiento más eficaz. En los estudios siempre se compara con placebo por lo que los resultados hay que ponerlos en cuestión", explica el nutricionista.
A la moringa se le atribuyen también efectos contra la diabetes 2 e incluso en algunos casos se habla de personas que incluso han llegado a abandonar el tratamiento para la diabetes gracias a la planta. "Respecto a la diabetes, la evidencia disponible es contradictoria y en el único estudio a favor de la hipótesis, los autores concluye que son necesarios más estudios sobre el tema", afirma el nutricionista.
"Más un sueño que una terapia real", afirmaba recientemente un representante del Ministerio italiano de Salud
Entre las bondades que se atribuyen a la planta sobre la presencia de hierro y vitaminas hablaba Giorgio Calabrese, nutricionista y dietista, presidente de la Comisión Nacional para la Seguridad Alimentaria (CNSA.) del Ministerio de Salud italiano en una reciente entrevista en el periódico italiano La Stanpa. "La moringa contiene una buena dosis de hierro, pero al ser de origen vegetal, se parece a la que contiene, por ejemplo, la espinaca. Viene en forma de hierro no EMO por lo que entra mucho en el círculo, pero se absorbe muy poco, por lo que para los anémicos es una ayuda, pero no la panacea. También contiene muchos aminoácidos esenciales y mucha vitamina C y E, pero como no se pueden usar mucho, es más un sueño que una terapia real", aseguraba el experto.
Sin declaraciones de efectos adversos
Pese a la falta de consistencia, a juicio de Baladía, de los estudios disponibles sobre los beneficios de la moringa, el nutricionista reconoce que los estudios "no reconocen efectos adversos". Sin embargo, para el nutricionista habría que considerar esto siempre y cuando la moringa no se utilice como alternativa a otro tratamiento eficaz contra lo que se pretenda tratar: "Si se reemplaza algo que sí funciona, aunque la moringa no tenga efectos secundarios directos sí los tendría, al retrasar o eliminar el efecto de un tratamiento que sí es efectivo".
Los posibles efectos adversos de la moringa ofrecen resultados contradictorios. En la web de Moringa Canary Islads se desaconseja su uso durante el embarazo y para personas que toman Sintrón (por la incompatibilidad con la vitamina K que posee la planta y que también es licuante). Sin embargo, en la página de la FAO sí se recomienda que la tomen "mujeres embarazadas y lactantes, así como para niños pequeños".
"Si se quiere usar como coadyuvante o efecto placebo, en caso de enfermedad como cáncer o VIH habría que consultar con el especialista para que confirme que no se producirá ninguna interferencia con el tratamiento farmacológico", afirma Baladía. El experto es cauto y afirma que aunque no hay efectos adversos confirmados en los estudios, "tampoco se puede confirmar que sea un alimento seguro".
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