La explicación de por qué algunos jóvenes tienen serios problemas de comportamiento, antisociales o para regular sus emociones comienza en su cerebro. Así lo ha demostrado un estudio, que se acaba de publicar en la revista Conocimiento social y Neurociencia Afectiva, que ha analizado a través de la técnica de neuroimagen a jóvenes con problemas de desórdenes de conducta que experimentaban síntomas que iban desde mentir, absentismo, a la violencia física y uso de armas en los casos más extremos.
Los investigadores de las Universidades de Bath y Cambridge en Reino Unido y el americano Instituto de Tecnología de California querían saber más sobre las conexiones cerebrales de los jóvenes con desórdenes de conducta, así como de la relación con desórdenes de conducta severos y rasgos psicópatas, el término utilizado para definir déficits de culpabilidad, remordimientos y empatía. A través de los escáneres cerebrales tanto a estos adolescentes como a otros con comportamientos normales, los investigadores analizaron la zona de la amígdala (clave en el entendimiento de las emociones de otros) y cómo se comunica con otras partes del cerebro.
Estudios anteriores del mismo equipo de investigación habían identificado como los jóvenes con problemas de comportamiento tenían dificultad para reconocer expresiones faciales de enfado o tristeza, por eso el estudio buscaba explicar la causa a nivel cerebral. Así, descubrieron que las amígdalas de los jóvenes con desorden de conducta mostraban respuestas más leves. Los pacientes con daño en la amígdala tenían problemas de conducta para leer las emociones ajenas y la similitud con los jóvenes con desorden de conducta, los científicos tenían la hipótesis de que su amígdala también podría estar dañada.
Cuando los investigadores analizaron la conexión entre la amígdala y el córtex prefrontal (la región responsable de toma de decisiones e inhibición del comportamiento), encontraron la explicación de por qué muchos jóvenes con desorden de conducta podrían tener dificultades para controlar sus emociones. Al contrario de lo que se pensaba, los jóvenes con desorden de conducta y mayores rasgos psicópatas de personalidad presentaban conexión normal entre la amígdala y el córtex prefrontal, mientra los que sólo tenían desorden de conducta sí presentaron conectividad anormal entre ambas áreas cerebrales.“Los resultados explican por qué la gente con desorden de conducta, pero sin rasgos psicópatas, tienen dificultades para controlar las emociones, especialmente las negativas como el enfado”, asegura Graeme Fairchild, del Departamento de Psicología de la Universidad de Bath.
Las áreas cerebrales normalmente involucradas en regular las emociones parecen menos activas en los jóvenes con desorden de conducta. Un hallazgo que, para los investigadores, podría llegar a participar en otros problemas mentales como depresión o ansiedad. Sin embargo, los jóvenes con rasgos psicópatas sí estarían protegidos para desarrollar esos problemas.
“Este estudio muestra importantes diferencias entre las conexiones cerebrales de los jóvenes según la presencia de rasgos psicópatas. La investigación podría tener implicaciones clínicas, porque apunta a que los tratamientos psicológicos que buscan el control de las emociones podrían ser más efectivos en los jóvenes con desorden de conducta que en aquellos que muestran rasgos de psicopatía”, afirma Fairchild. Los investigadores se han embarcado ahora en otro estudio europeo a gran escala para estudiar si existen diferencias entre sexos en los jóvenes con desorden de comportamiento.
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