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Dejar de conciliar para empezar a integrar

Tres directivas publican 'Integrar la vida', un libro lleno de ejercicios prácticos para enfocar la vida familiar y laboral desde otro punto de vista, convencidas de que algunos de los cambios dependen de la actitud de uno mismo.

Las autoras reclaman una sola agenda integrada entre familia y vida laboral.

Las reuniones con el jefe, la compra del súper, la lectura, las actividades extraescolares o los paseos con el perro. A la lista de actividades que componen nuestra vida casi siempre le faltan horas. Ajustarlas en el calendario sin morir en el intento es lo que se suele llamar conciliación y que para la mayoría, especialmente a las mujeres, es una utopía.

Pues quizás el problema empieza justamente en la palabra conciliación. Al menos eso es lo que piensan tres directivas del IESE que acaban de publicar el libro Integrar la vida y que denuncian que el punto de partida ya está equivocado. “No se puede tener una agenda de trabajo y otra de las actividades familiares o de ocio. Hay que tener una única agenda, de un mes en adelante, donde vayamos incluyendo absolutamente todo. Eso es integrar”, explica Nuria Chinchilla, doctora en Economía, profesora del IESE y fundadora del Centro Internacional Trabajo y Familia.

Ese enfoque de la vida "viene de los egipcios, que ya hablaban de integrar cabeza y corazón”, explica Chinchilla, coautora del libro junto a Esther Jiménez y Pilar García-Lombardía, todas ellas adscritas a la Escuela de Negocios IESE y especializadas en talento, liderazgo y conciliación. Las autoras defienden que una parte de esta capacidad para integrar está en la propia actitud de las personas, en “el modo personal en que cada uno afronta esta realidad”.

En un libro muy práctico y lleno de ejercicios, las autoras proponen una serie de pasos para empezar a “liderar con éxito la trayectoria profesional y personal en un mundo global”. “Lo primero es pensar en esa agenda única. Todo trabajo es como un gas, que tiende a dilatarse y colarse en todos los huecos libres. Por eso hay que ver qué tareas son insustituibles y cuáles podemos delegar”, afirma Jiménez.

Todo trabajo es como un gas, que tiende a dilatarse y colarse en todos los huecos libres"

Para hacer esa selección de tareas, las autoras comienzan por una serie de ejercicios para conocerse uno mismo. “Saber los motivos por lo que uno se despierta cada mañana, cuáles son sus mejores competencias y a dónde le gustaría llegar”, indica Chinchilla. Hacer un listado con las cosas que más nos hacen disfrutar, aquellas de las que siempre tratamos de escaquearnos o qué nos suelen pedir los demás sirve, tal como propone el libro, para poder establecer nuestras prioridades y empezar a integrar.

Pero, ¿y si las empresa nos pone dificultades? ¿Y si parece imposible? “Por eso este libro va dirigido, sobre todo, a directivos, hombres y mujeres, de los que dependan personas, porque esa es la clave. Cuando se habla de conciliación o integración en términos de mujer, nunca se va a solucionar el problema. El cambio que tiene que llegar es cultural y ya se está produciendo”, asegura Chinchilla.

No obstante, para estas tres directivas, los tres grandes frenos para alcanzar la integración son un mercado laboral rígido - pensado por y para hombres -, una noción de la carrera personal "que conlleva angustia, urgencia y rivalidad sin pensar en ritmos personales ajustados a las circunstancias y unos horarios eternos e ineficientes.

La falacia de calentar la silla

“En España, aún persiste la falacia de que cuanto más tiempo pasas en la empresa, más comprometido estás. Sin embargo, eso es falso y lo demuestra que España, uno de los países donde los empleados pasan más horas en los centros de trabajo, es el tercero por la cola en productividad a nivel europeo, solo tras Grecia y Portugal”, lamenta Chinchilla.

Sin embargo, la experiencia de las autoras realizando auditorías de género en empresa les ha demostrado, aseguran, que cuando se implantan este tipo de estrategias aumenta la productividad. “El cambio se está produciendo sobre todo a niveles intermedios. Cuando hemos analizado el rendimiento en las empresas hemos visto que los departamentos que implantaban este tipo de medidas eran los que mejores resultados obtenían. Pero lamentablemente muchas veces no querían decirlo, porque si lo hacían temían a que desde los sindicatos quisieran establecer café para todos”, apunta la autora.

Porque uno de los problemas que más refieren directivos y directivas para la conciliación es, según Chinchilla, el horario de trabajo. “Necesitaríamos volver al horario Greenwich, adelantarnos al horario europeo, comer antes, más rápido y salir antes”, aboga Chinchilla.

La “frustración” de la presidenta del Congreso

Sobre los horarios también ha hablado esta semana la presidenta del Congreso, Ana Pastor, que ha afirmado que el modelo español "no hace compatible la vida laboral, familiar y personal" de los ciudadanos.

La presidenta ha reconocido que intentó que los plenos del Congreso fueran solo “por las mañanas” pero que no obtuvo “mucho respaldo”. Sobre este tema, la presidenta ha hablado de “frustración”. "La política debe ser un reflejo de la sociedad y tenemos que hacer un esfuerzo por tomar y tener actitudes iguales a las de la sociedad, en normas generales", ha insistido la presidenta en un acto por el Día de la Familia.

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