Si la falta de tiempo es una de las excusas más comunes para no ir al gimnasio, cada vez hay más evidencias que la actividad física, aunque sea escasa, es beneficiosa para la salud. De hecho, un nuevo estudio publicado en la revista Heart asegura que desplazarse al trabajo andando o en bicicleta reduce hasta un 30% el riesgo de morir de un infarto o fallo isquémico y un 11% las posibilidades de padecerlos.
El estudio pone de relieve que, frente al sedentarismo creciente - que ya es considerado "el nuevo tabaco", no obstante los adultos pasan de media entre nueve y 10 horas sentados - los desplazamientos suponen una fórmula relativamente fácil de integrar el ejercicio en la vida diaria.
“Los patrones de desplazamientos más activos se asocian con un menor riesgo de accidentes y enfermedades cardiovasculares, así como con todas las causas de mortalidad en adultos. Éste es un mensaje importante para los profesionales sanitarios que deberían intensificar las campañas sobre cómo ser físicamente más activos y reducir los riesgos de enfermedad”, aseguran los investigadores de la Universidad de Cambridge y la Escuela londinense de Higiene y Medicina Tropical, responsables de la investigación.
Un estudio observacional sobre 359.000 personas
Para su estudio, los investigadores utilizaron los datos de 359.000 participantes del Biobanco de Reino Unido, un estudio destinado a monitorizar la salud de los adultos residentes en las principales áreas urbanas del país. Se escogieron datos de personas registradas entre 2006 y 2010 durante una media de siete años. Se les preguntó por sus desplazamientos y viajes, de qué modo los realizaban y en qué medios de transporte. Por otro lado, midieron los datos de incidentes cardiovasculares, cáncer y otras causas de muerte en general.
Entre todos los participantes, dos tercios iban al trabajo exclusivamente en coche y sólo se desplazaban de forma más activa en otro tipo de viajes. La bicicleta, por el contrario, era la fórmula menos usada para acudir al trabajo, con entre un 7 y un 8,5% de ciclistas habituales. Para los que utilizaban la bicicleta para desplazarse tanto al trabajo como a otros lugares, el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares se redujo hasta un 43%. Entre aquellos que no hacían desplazamientos regulares, pero sí tenían patrones de actividad algo más activos, la reducción del riesgo de mortalidad era del 8%.
Aunque se trata de un estudio observacional, los autores tuvieron en cuenta otros factores como actividad física en general, consumo de frutas y verduras o estatus socioeconómico. Además, excluyeron los participantes que desarrollaron enfermedades o murieron en los dos años siguientes para evitar que el hecho de que hubieran estado ya enfermos y por ello hubieran tenido menos actividad física en el momento del análisis.
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