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Nacer antes de la semana 32 de embarazo: a qué se enfrentan los bebés prematuros

EP

Irene Montero ha dado a luz a sus hijos a los seis meses de gestación y con alrededor de 26 semanas de embarazo, lo que hace que sus bebés se consideren "grandes prematuros". Hasta uno de cada 10 nacimientos en España se producen antes de la semana 37, por lo que se consideran prematuros, pero los que más atención necesitan son los que nacen antes de la semana 32.

A las 25 semanas de embarazo sobreviven seis de cada 10 niños en los países desarrollados, aunque sólo la mitad sin daño neurológico importante

Desde la Asociación Española de Pediatría afirman que la mortalidad de los niños nacidos con peso menor de 1,5 kilos o con una edad gestacional menor de 32 semanas ha disminuido significativamente en las últimas décadas. A las 25 semanas de embarazo, la Sociedad Española de Neurología destaca que sobreviven seis de cada 10 niños en los países desarrollados, aunque la supervivencia libre de daño neurológico importante en nacidos en las semanas 25 y 26 sólo llegaría a la mitad y sin ninguna morbilidad importante se quedaría en el 25-30%, según el estudio EPISEN, realizado por la sociedad.

Y es que la maduración de  un recién nacido fuera de las condiciones del útero se ve alterada aún en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales. Según la Asociación Española de Pediatría, el bebé prematuro afronta problemas respiratorios, mayor riesgo de infecciones, problemas digestivos y neurológicos, entre otros.

Problemas respiratorios

El pulmón del bebé prematuro es inmaduro y no está preparado para respirar adecuadamente. Con mucha frecuencia van a tener problemas respiratorios, como la enfermedad de la membrana hialina. Los más prematuros necesitarán probablemente oxígeno adicional para para dar presión en sus vías respiratorias o respiradores mecánicos. En ocasiones, los bebés prematuros pueden necesitar tratamiento con oxígeno a largo plazo (displasia broncopulmonar).

El conducto arterioso es un vaso sanguíneo muy importante en la etapa fetal, pero se tiene que cerrar al nacer. Si persiste (ductus arterioso persistente), puede producir problemas, entre otros respiratorios, y por ello a veces necesita medicación y, en último caso, cirugía. El problema respiratorio más frecuente son las pausas de apnea. Consisten en un cese temporal, mayor de 20 segundos, en la respiración del bebé, como si su cerebro se olvidara de respirar. Se acompaña de bajada de la frecuencia de los latidos del corazón y bajada de la oxigenación (que se mide con el pulsioxímetro que se les coloca durante su ingreso).

Más propensos a infecciones y problemas digestivos

Además, las defensas de los bebés prematuros no están completamente desarrolladas. Además, al necesitar ingresos prolongados, van a estar en contacto con bacterias hospitalarias, lo que podría suponerle más infecciones.

Las defensas de los bebés prematuros no están completamente desarrolladas

Igualmente, la barrera intestinal de los niños prematuros es inmadura y no protege bien de los microbios. Además, la alimentación con leche artificial y en mucha cantidad, supone una sobrecarga más para este intestino inmaduro. Todo ello contribuye a la aparición de enterocolitis necrotizante, una enfermedad digestiva grave que puede requerir cirugía.

También es muy frecuente que los bebés prematuros regurgiten y vomiten, puesto que los músculos de su esófago (el tubo por el que la comida llega al estómago) son aún débiles y permiten que la leche suba desde el estómago. La leche materna disminuye el riesgo de aparición de enterocolitis y es el alimento mejor tolerado por el bebé, según la Asociación Española de Pediatría.

Problemas neurológicos

La prematuridad y las situaciones en las que no llegue bien el oxígeno al cerebro pueden producir alteraciones en el desarrollo neurológico. Estos problemas neurológicos, que pueden ocurrir durante el embarazo, el parto o en los primeros días de vida, a veces persisten. Algunos bebés tienen problemas motores, parálisis cerebral, retraso del desarrollo o alteraciones en el cociente intelectual o en el comportamiento. Para que el desarrollo cerebral sea adecuado es importante cuidar las posturas del bebé e intentar que esté el máximo tiempo posible en contacto con su madre o padre, piel con piel en canguro.

Una vez que sea dado de alta, se realizará un seguimiento en la consulta para valorar cómo es su desarrollo y poner tratamiento (atención temprana) de forma precoz, en caso de necesitarlo, al menos hasta los dos años.

La bilirrubina es una sustancia que tiñe de amarillo la piel (esta coloración es lo que llamamos ictericia) y que aparece al destruirse en los primeros días los glóbulos rojos. El hígado de los niños prematuros no funciona aún al 100% de su capacidad y por eso no puede procesar toda esta bilirrubina que puede llegar a ser tóxica. La lámpara (fototerapia) ayuda a hacer el trabajo que el hígado no es capaz de realizar por sí solo, para disminuir la cantidad de bilirrubina.

Además, los glóbulos rojos de los niños prematuros duran menos que los de un bebé a término. Esto, junto con la realización de los análisis que necesitan durante el ingreso, favorece que se desarrolle anemia. Esta puede provocar que crezcan más lentamente y ocasionarles problemas respiratorios, cardiológicos y a otros niveles. Según la gravedad de la anemia se le darán suplementos de hierro, medicamentos que aumenten la producción de glóbulos rojos o se realizarán transfusiones de sangre.

Cuanto más prematuro es el bebé, más inmaduros son los vasos sanguíneos que están en la retina. La alteración del desarrollo de estos vasos puede producir daños en la misma, retinopatía del prematuro, con alteraciones visuales importantes. Por ello resultan imprescindibles las revisiones oculares y el inicio precoz del tratamiento, en caso de necesitarlo. Los bebés prematuros tienen también más riesgo de padecer distintos grados de sordera. Durante su ingreso se le hacen pruebas para comprobar su audición y poder poner un tratamiento lo antes posible.

 

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