La receta para que los bebés duerman más y mejor – y sus madres tengan mayor calidad de vida – incluye alimentos sólidos antes de los tres meses. Así lo confirma al menos un estudio realizado por el King´s College y la Universidad Sant George de Londres que se acaba de publicar en JAMA Pediatrics.
Hablamos de una creencia extendida entre muchos padres y madres, que incluyen por ejemplo una papilla por la noche para que los niños “aguanten mejor”. Una práctica que actualmente, sin embargo, es rechazada por autoridades como la OMS, que recomiendan al menos seis meses de lactancia materna exclusiva.
Este nuevo estudio se basa en los datos de un estudio sobre la tolerancia, promovido por la Food Standars Association y el Medical Research Council de Reino Unido, llevado a cabo entre 2008 y 2015 en el hospital St Thomas de Londres.
El estudio siguió a 1.303 pacientes de tres meses, alimentados exclusivamente con lactancia materna. Entre ellos, un grupo fue instado a continuar con lactancia exclusiva hasta los seis meses y otro al que se pidió introducir alimentos sólidos a partir de los tres meses.
Los padres respondieron cuestionarios online hasta los 12 meses y luego cada tres meses hasta los tres años de edad. Se les preguntó por la frecuencia de alimentación y lactancia, así como sus patrones de sueño. Además, se monitorizó la calidad de vida materna con criterios de la OMS de salud física y psicológica, relaciones sociales y ambiente. De los 1303 niños del estudio, el 94% (1.225) completó el cuestionario durante los tres años.
Los resultados concluyeron que los niños alimentados con sólidos dormían, de media, 16,6 minutos más cada noche – casi dos horas semanales – y se despertaban menos que los lactantes en exclusiva. En concreto, 1,74 veces por noche frente a dos. Unos datos que también repercutieron en las madres, que reportaron menos problemas de sueño cuando sus hijos estaban alimentados también con sólidos.
El autor del estudio Gideon Lack, del King´s College, afirmó que “los resultados del estudio apoyan la visión de los padres de que la introducción de sólidos mejora el sueño” por lo que, animaba “a revisar las recomendaciones a la luz de esta evidencia”.
Michael Perkin, de la Universidad de St George, añadió que “es una creencia común que las madres consideren que introducir sólidos ayuda a los niños a dormir, y este estudio lo corrobora. Encontramos un pequeño incremento en la duración del sueño y en la calidad de vida de los padres”.
El estudio de tolerancias del Hospital St George también recogió una reducción en las alergias a distintos alimentos en los niños que comieron sólidos antes, como un 2,5% menos de alergia a los cacahuetes y una reducción del 5,5 al 1,4% de alergia al huevo.
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