El cuerpo humano cuenta con dos tipos de tejido graso, uno adiposo blanco que almacena calorías extra, y otro pardo o marrón, un tipo de grasa buena que las quema para generar calor. Descubrir cómo activar esta última es un objetivo de los investigadores, ya que abre la puerta a nuevos tratamientos contra la obesidad y otras enfermedades relacionadas como la diabetes.
En esta nueva investigación, liderada por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), se publica en la revista Plos Biology y ofrece nueva información hacia la manipulación de la grasa "buena", para conseguir que el organismo queme la energía acumulada en los michelines. La inestigadora Guadalupe Sabio y su equipo, responsables del trabajo, trabajan desde hace tiempo en el CNIC en estudiar en profundidad el funcionamiento del tejido adiposo, en concreto de la grasa parda, para entender mejor cómo se puede luchar contra los problemas causados por la obesidad.
La obesidad es un problema epidémico y se calcula que cerca de 2.200 millones de personas sufren sobrepeso u obesidad en el mundo.
La mayoría de la grasa que hay en humanos es blanca -la parda solo se encuentra a la altura de la yugular-, de ahí el interés en tratar de convertir la blanca en parda para combatir la obesidad. Por eso, en este trabajo se hicieron experimentos tanto con grasa blanca en muestras humanas como con grasa parda en ratones. En ambos se estudió la proteína p38 alfa, explica a Efe Sabio.
Así, en las más de 150 muestras de tejido adiposo humano, se constató que esta proteína se encuentra en menor cantidad en aquellas personas obesas, lo que sugiere que por culpa de esto no se regula otra proteína clave, la UCP1, para activar la grasa parda, responsable de eliminar el exceso de grasa en forma de calor. Sin embargo, en las investigaciones con ratones manipulados genéticamente y con grasa parda se vio que la ausencia de p38 alfa provoca lo contrario, a pesar incluso de una dieta grasa: la falta de esta proteína en estos animales sí activa la grasa parda y les protege además frente a la diabetes e hígado graso.
Y es que, según esta investigación, la proteína p38 alfa controla la activación de otra proteína de la misma familia, p38 delta, que sería la encargada de regular la temperatura: cuando los ratones son sometidos a bajas temperaturas, p38 delta se activa, aumentando la actividad de la grasa parda. Los ratones carentes de p38 alfa, añade Sabio, tienen sobreactivada la p38 delta, lo que les confieren protección frente a la obesidad.
En trabajos anteriores ya se había vinculado la proteína p38 con la obesidad, pero este es el primero en el que se diferencia entre p38 alfa y p38 delta: nosotros lo que decimos es que en la grasa parda, la encargada de regular su activación es la p38 delta, pero en la grasa blanca la encargada de hacerlo sería p38 alfa -convertiría la grasa blanca en parda y luego activaría esta.
"Nuestro trabajo define qué mecanismos se deben activar o desactivar en ambos tipos de grasa y vemos que una grasa tendría una señalización opuesta a la otra, y esto debe tenerse en cuenta". Ya hay trabajos que han encontrado sustancias que activan p38 en la grasa, aunque no especifican si es alfa o delta.
El trabajo ha contado con la colaboración del Instituto de Investigación Biomédica y el Hospital Universitario de Salamanca, el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas, la Universidad de Extremadura y el Instituto de Investigación en Biomedicina de Barcelona.
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