El fin de las vacaciones es sinónimo de vuelta al cole. De compra de libros, de recuperación de los horarios y de vuelta a las (benditas) rutinas de los niños. Pero también es la vuelta a las discusiones familiares, a las persecuciones de los padres para que sus hijos hagan la cama, doblen la ropa y adquieran, en general, más autonomía.
La ansiada organización familiar no es una utopía, afirma la organizadora profesional María Gallay, que cree que los niños nunca son demasiado pequeños para aprender buenos hábitos. “Invertir tiempo en planear y simplificar la organización y el orden en casa nos devuelve siempre más tiempo y espacio, además de tranquilidad”, asegura la autora de El poder del orden.
Resumimos sus ideas en un decálogo para empezar bien este curso no solo en el cole, sino también en casa.
- Con los niños no se puede dejar todo para el último momento. Hay que evitar a toda costa los “líos de por la mañana”. Si siempre se nos hace tarde, levantar a los niños 15 minutos más temprano. Y para ello, si es necesario, acostarles también ese tiempo antes.
- Ir encontrando y aplicando trucos para ganar tiempo, como preparar la ropa de toda la semana y colocarla en distintos compartimentos etiquetados con los diferentes días.
- Mirar las cosas con ojos de cadena de montaje, en lugar de esperar que sea un solo buey el que tire siempre del carro. "La madre en la mayoría de los casos, no veo mucha igualdad aquí", lamenta Gallay.
- No dar a los niños tantas opciones para elegir. Un máximo de dos para que se sientan más autónomos, pero no que abran el armario y elijan lo que quieran, o tengan un menú de opciones para desayunar.
- Será más fácil que ordenen y recojan si no tienen una habitación atestada de trastos. Gallay recomienda hacer un archivo e ir sacando cada mes una parte de los juguetes. “Tendrán más espacio para jugar con menos cosas y estas les sorprenderán cada mes como si fueran nuevas”, anima.
- Si el niño siempre te la lía en las tiendas de ropa, la regla es no ir de tiendas con el niño. “En vez de probársela, podemos compararla con otra que le quede bien”, sugiere Gallay.
- Los niños pueden tener responsabilidades y hacer cosas. “Desde los dos o tres años ya juegan con aplicaciones, también pueden aprender tareas como preparar sus cosas del día siguiente”, dice Gallay, que reconoce que este es uno de los mayores esfuerzos para los padres, ya que al principio lo harán mal, “pero les servirá para hacer hábitos que les durarán toda la vida”.
- Los niños viven en casas a la medida de los adultos. Si queremos que echen la ropa sucia en un cesto, tienen que poder abrirlo. “Esto vale para sus armarios, si tienen una balda a su altura podrán colgar su abrigo. Ese esfuerzo por parte de los adultos se traducirá en mayor autonomía y nos descargará de trabajo”.
- Suele ser más fácil no educar que hacerlo, es más cómodo que no nos molesten… pero nunca hay que olvidar que es una inversión de futuro.
- De lo que más aprenden los niños es del ejemplo. Se fijan y lo imitan todo. Por eso, Gallay apunta a que lo primero que hay que revisar es cómo lo hacemos nosotros.
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