Desde que Steve Jobs confesara que era disléxico parece que tener dislexia es síntoma de genialidad. En EE.UU está de moda asociar este trastorno a los grandes emprendedores, de hecho no hay medio que periódicamente no publique el típico reportaje desvelando qué grandes personalidades son y eran disléxicas. Walt Disney, Tommy Hilfiger, Nelson A. Rockefeller, Steven Spielberg, Henry Ford, Richard Branson… el listado resulta infinito. Es cierto que la dislexia puede ser el fermento de habilidades como la creatividad, el pensamiento fuera de la caja o el pensamiento holístico, características muy valoradas en el universo empresarial, pero debajo de todo esto brota una infancia desgarradora, repleta de traumas y de problemas a la hora de aprender.
Hoy, que se celebra el Día Europeo de la Dislexia, las asociaciones aprovecharán la jornada para sensibilizar a la sociedad y a los políticos sobre las necesidades de los disléxicos. “Además, pretendemos que se publique una ley a nivel nacional y un desarrollo normativo de la LOMCE donde por sistema no sean excluidos”, recalca María Sanz-Pastor, presidenta de la asociación Madrid por la Dislexia.
En el Día Europeo de la Dislexia, las asociaciones aprovecharán la jornada para sensibilizar a la sociedad y a los políticos
Si hay alguien que ha encauzado su vida y su profesión a favor de la dislexia esa es Luz Rello, primera española en recibir el premio European Young Researchers' Award otorgado por la asociación Euroscience por su trabajo en el campo de la dislexia, responsable de Dytectiveu, una aplicación que detecta y trata la dislexia y autora del libro Superar la dislexia (Paidós Educación). Ah! Por cierto, Luz también es disléxica.
“La verdad es que ese tipo de afirmaciones sobre las bondades de la dislexia trivializan un poco el tema, no podemos olvidar que es un problema social gordo que hay que solucionar desde la infancia”, explica la investigadora.
Superar la dislexia es el resultado de nueve años de investigación y trabajo en torno a la dislexia. Está dividido en ocho capítulos, cada uno de ellos arranca con una anécdota personal de Rello, para dar paso al proceso de investigación y al final de cada uno aporta el material necesario para trabajar.
Como tantos disléxicos, Luz pasó sus primeros años de colegio pensado que era tonta. Describe su primer recuerdo/pesadilla del colegio con el aprendizaje de la lectoescritura. “En la etapa en la que ponen las palabras con los dibujos, cuando teníamos que leer, yo contaba los que iban delante de mí y cuando me tocaba a mí hacía como si leía. Más tarde, recuerdo las risas en clase y el miedo absoluto a leer en alto”.
Sostiene Rello que según los médicos no hay grados de dislexia, pero en la práctica los terapeutas y los investigadores si vemos “grados diferentes”.
Luz Rello ha recibido el European Young Researchers' Award por su investigación en el campo de la dislexia
A Luz Rello las faltas de ortografía le han acompañado toda la vida. “De pequeña me suspendían por ellas y las odiaba”. Ella pensaba que las palabras eran infinitas y para evitar tener faltas decidió aprendérselas de memoria. Se hacía listas, pero con el paso del tiempo se le olvidaban. Sorprendentemente decidió licenciarse en Lingüística, “la carrera más difícil para un disléxico”. Terminó seducida por el lenguaje y se emperró en desvelar sus secretos. “Todo lo que he conseguido es a base de mucho esfuerzo. Cuando me dicen ahora que soy muy trabajadora me acuerdo de otras épocas. ¡Aquello sí que era estudiar!”, recuerda.
Luz supo que quería ser científica desde muy niña. “Estaba en el colegio y vi un dibujo de Marie Curie con un párrafo que explicaba que era una mujer que había roto barreras, que tenía dos premios Nobel y pensé que yo también quería descubrir cosas”.
Se especializó en lingüística computacional y en aquella época, siendo becaria en una empresa, se leyó el Diccionario de la Real Academia puesto que su labor era hacer una clasificación semántica de todo el léxico español . Alguien tiene que hacer estas cosas. “Tardé en leerme los dos tomos cinco meses, dedicando cinco horas al día. Fue fascinante, me fui haciendo una lista de palabras favoritas. ¿sabe que en español existen 563 términos referidos al color?”. El aprendizaje más importante que sacó de esta época es que los errores de las personas con dislexia no son fortuitos. No se equivocan por azar. Así nació Dytectiveu, “gracias a un estudio exhaustivo de los superpoderes y de los errores de los niños con dislexia”.
Una condición para toda la vida
La dislexia es una condición de origen neurobiológico, una condición para toda la vida. “No es una enfermedad, por lo tanto no tiene cura, depende de lo que definas como cura. A mí me gusta decir que tiene solución”. Como investigadora, Rello es consciente de que necesita más tiempo para escribir y que le tienen que corregir los textos. “Sí, puedo decir que he superado la dislexia y que no me ha impedido desarrollarme en lo que yo quería”.
Hoy por hoy, la dislexia es la gran perdedora en la educación. Un disléxico no domina la lectura, herramienta de trabajo esencial donde se sustenta todo el aprendizaje, saber leer es la llave que te abre la puerta del resto de las asignaturas. “Un disléxico para estudiar necesita liberarse cuanto antes del texto. Tienen que estudiar mediante esquemas, colores y lectores. La ventaja que tenemos es que, una vez que aprendemos algo, lo aprendemos de verdad, a largo plazo es positivo. A mí me ha servido en mi trabajo como investigadora. Cuando eres joven es una mierda, porque la educación está planteada para que vomites el libro. En Bachillerato las cosas mejoran, es la época en la que te piden relacionar conceptos y eso se nos da genial”.
Procuro ser mejor, mi punto de partida soy yo misma y siempre compito contra mí misma"
En la época del bilingüismo, otro de los problemas a los que se enfrentan los disléxicos es el aprendizaje de idiomas. “No se le puede meter un nuevo idioma hasta que tengan fonéticamente bien asentado el primer idioma. El aprendizaje debe ser con otros métodos, visuales, auditivos etcétera. Lo mejor es la inmersión lingüística”.
Luz Rello es consciente de que su capacidad de trabajo y su tolerancia a los errores son los dos regalos que le ha otorgado la dislexia. Desde bien pequeña aprendió a no compararse con los demás. “Procuro ser cada vez mejor, pero mi punto de partida soy yo misma. Siempre compito contra mí misma”, concluye.
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