Desde hace unos años, se escucha cada vez con más fuerza la palabra resiliencia. Esto es, la capacidad de afrontar las adversidades del día a día y superarlas. Los problemas no son sólo cosa de adultos, los más pequeños también tienen en su día a día sus pequeñas preocupaciones, frustraciones y problemas.
Sin embargo, si los padres -o adultos de referencia- enseñamos a nuestros pequeños/as a gestionar esos problemas, se harán más fuertes ante las dificultades que puedan tener en un futuro y mucho más resolutos en sus conflictos. “Es importante educar en resiliencia porque la vida diaria está llena de retos que hay que afrontar. En ocasiones se trata de retos grandes, pero también hay pequeñas frustraciones diarias que hay que saber afrontar para poder vivir de manera satisfactoria”, afirma a El Independiente Mª Ángeles Mairena, psicóloga clínica del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona).
Los niños resilientes, añade esta profesional, “cuentan con las estrategias necesarias para responder a estos retos, de forma que no se quedan bloqueados ante los problemas, sino que son capaces de afrontarlos de forma sana y seguir adelante. Estas estrategias se aprenden desde la infancia y se van desarrollando a lo largo de la vida”.
1- Enseñar a ser resilientes desde la cuna
Al igual que las cosas importantes que hemos aprendido en la vida, a ser resilientes, también se enseña desde pequeños. Incluso desde bebés.
Según explica Mairena, en la infancia temprana es importante transmitir afecto y seguridad a través del contacto físico y el cariño. A medida que el niño va creciendo, la forma de educar en resiliencia irá variando según la edad, pero hay aspectos que hay que mantener siempre, como son transmitir seguridad a los pequeños, sentimiento de competencia, confianza, vínculos positivos y desarrollo de habilidades de solución de problemas.
En la infancia, es importante acompañarles en cada paso para que aprendan a gestionar las pequeñas frustraciones diarias, favorecer la confianza en sí mismos y ayudar al desarrollo de habilidades de gestión de emociones. Después, en la etapa de la adolescencia, añade la psicóloga, “se recomienda dar autonomía de forma gradual, continuar la guía en solución activa de problemas y favorecer la responsabilidad, haciendo que sean conscientes de las consecuencias de sus actos. Al igual que en etapas anteriores, los padres de adolescentes pueden tener un papel muy importante en favorecer su sentimiento de seguridad y competencia”.
2- Huir del victimismo
“El enemigo de la resiliencia es el victimismo”, afirma Silvia Álava, doctora en Psicología Clínica y de la Salud y directora del área infanto-juvenil del centro Álava Reyes Psicólogos de Madrid. Según explica esta profesional, hay niños que de forma natural son más resilientes que otros, pero en los que no lo son, hay que trabajar más activamente esa capacidad.
Una de las claves para trabajar esa resiliencia es no fomentar el victimismo tras los malos momentos que puedan vivir los niños. Todo lo que contrario. Lo importante es que los padres inculquen a sus hijos que pueden salir adelante de las malas situaciones y que pueden hacerlo porque tienen capacidades para ello. Y que con esfuerzo van a poder sacar, incluso, lo bueno de esos peores momentos.
3- Responsabilizar(les) de sus actos
En psicología, explica Álava, hay un término que se llama: Locus de control interno. Es decir, “pon el foco en lo que tú haces o puedas hacer y no en los demás”. Es fundamental que los niños sepan que ellos tienen el timón de su vida, que nada está dado a la suerte o a la circunstancias, sino que son ellos los responsables de las cosas que les pasan.
Los padres hemos de ayudar a nuestros hijos desde pequeños a ser responsables de sus actos. Que no atribuyan sus errores o sus aciertos a la suerte o a factores externos. Bien es cierto que hay cosas que dependen del azar o de las circunstancias pero han de saber que somos nosotros mismos, fundamentalmente, los responsables de las cosas que hacemos, de las buenas y de las malas.
4- La confianza es la clave
Si los padres y adultos trasmitimos un sentimiento de confianza a los más pequeños, éstos percibirán que los resultados que obtienen son fruto de su capacidad. Para trasmitirles esa confianza, Mairena recomienda “halagar con honestidad los logros y valorar sus cualidades, algo que aumentará el sentimiento de seguridad en sí mismo”.
Es esencial que los padres ayuden a sus hijos a sentirse más competentes, más conscientes de su capacidad de manejar una situación de forma eficaz. Es importante además enseñarles a tomar decisiones por sí mismos y transmitirles seguridad para que vean que pueden poner en marcha su decisión: “Si el niño se siente competente, afrontará el problema con más seguridad y lo hará de forma más efectiva”, añade la experta.
5- Hablar en familia y con la familia
Una de las cosas más importantes para superar los problemas es apoyarse en personas que incondicionalmente van estar al lado. En quién mejor que en sus padres y personas queridas. Por ello, es importante que desde pequeños, en casa, se favorezca el desarrollo de vínculos con la familia y la comunidad en la que vive, permitiendo así un sentimiento de seguridad. Para ello, Mairena recomienda favorecer la comunicación y la expresión de emociones, escuchando siempre de forma activa al niño haciéndole ver que lo que dice es importante. Que se le tiene en cuenta.
Algunas cosas que se pueden hacer para favorecer el vínculo familiar son: comer o bien cenar todos juntos en familia (hacerlo al menos una vez al día), organizar alguna actividad conjunta el fin de semana, como ir al cine, ir a comer a algún restaurante, montar en bici, ir a un museo etc. Alguna iniciativa que sea del gusto de todos y suponga reservar algún momento para estar todos juntos.
6- No sobrepoteger
“Si protegemos a nuestros hijos para que no sientan nada negativo, para que no experimenten emociones negativas, no les dejaremos que desarrollen estrategias para crecer ante las adversidades”, afirma Álava. Por ello, hay que dejar que los niños se enfrenten a sus propios retos, eso sí, a retos que como padres, sabemos que pueden conseguir, pero se tienen que enfrentar solos.
Que ellos experimenten lo que pueden hacer. Y si a veces las cosas no salen como uno quiere, calma, porque “no pasa nada por sentir emociones negativas”, insiste la doctora en psicología. Es importante que los niños las tengan para ver cómo pueden cambiarlas y sacar el lado positivo de la situación, ya que en la vida se enfrentarán muchas veces a cosas que no les gusten.
7- Ayudar, no resolver
En el día a día, es bueno que los padres pregunten a sus hijos cómo podrían resolver según qué cosas les hayan pasado. Si un niño se ha puesto triste por algo o le ha ocurrido algo que no le gusta es recomendable que los padres les pregunten cómo pueden solucionar la situación.
“Que les guíen en ver cómo resolverían ellos el problema. Hay que ayudarles, darles pistas, guiarles, pero no resolverles las cosas. Cuando tú le pides a un niño que reflexione sobre posibles emociones que esté sintiendo, a veces te dan soluciones muy ingeniosas, incluso mejores que las que a un adulto se le pueden ocurrir. Los niños, muchas veces, nos sorprenden”, reconoce Álava.
8- Contribuir a un mundo mejor
Los niños deben sentirse importantes en el mundo y la comunidad en la que viven. Deben sentir que forma parte de ella y que cualquier cosa que hagan puede ayudar a formar un mundo mejor. Por ello, es importante, como padres, “transmitir que puede contribuir positivamente al mundo, y que su contribución es importante”, concluye Mairena. Que cualquier gesto, por pequeño que sea, puede contribuir a una ciudad o a un pueblo mejor.
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