La leche, ya sea materna o de fórmula, constituye un pilar fundamental y exclusivo en la alimentación de un bebé durante los seis primeros meses de vida. Sin embargo –y según la ciencia–, ambas leches no son ni serán nunca iguales.
El máximo exponente sanitario en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que los bebés han de alimentarse exclusivamente de leche materna durante los seis primeros meses de su existencia y luego utilizarla como complemento en la alimentación hasta los dos años. Siempre y cuando la mamá pueda amamantar y “siempre que dispongan de buena información, del apoyo de su familia y del sistema de atención de salud”.
Pero no todas las madres, ya sea por razones médicas o por motivos personales, dan el pecho a sus hijos –o utilizan leche materna propia o donada para alimentarlos–. Algunas recurren a la leche de fórmula. Desde el punto de vista científico, las dos opciones son válidas y sobre todo seguras. Vamos con los matices y los últimos descubrimientos.
“La leches de fórmula están diseñadas para sustituir a la leche materna cuando no es posible amamantar. Aunque es un buen sucedáneo de ésta, y en los últimos 20 años se han realizado, verdaderamente, notables mejoras, no la consiguen imitar por completo”, afirma a El Independiente José Manuel Moreno Villares, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Sin embargo, y según asegura este profesional: “Hay que decir con rotundidad que todas las fórmulas infantiles disponibles en el mercado español (y europeo) son seguras y eficaces para alimentar a un bebé”.
Leche materna, mejor para la microbiota digestiva de los bebés
Un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Nature Medicine y realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (EE.UU.) apoya una vez más la evidencia de la superioridad de la leche materna frente a la de fórmula, esta vez haciendo hincapié en lo que ya se conoce como segundo cerebro: la mocribiota. Según las conclusiones de este trabajo, la leche materna es mejor para la microbiota de los más pequeños. O lo que es lo mismo, es mejor para la población de microbios buenos que habitan en nuestro intestino. El tracto digestivo contiene alrededor de 100 billones de bacterias de unas 500 a 1000 especies distintas.
Después de analizar 402 muestras fecales durante dos años, el ADN completo de 60 bebés y otras informaciones relevantes de alimentación de los bebés, observaron que tanto la leche materna como la leche de fórmula estimulan el crecimiento de tipos similares de bacterias. La sorpresa es que funcionan de forma diferente. Según los responsables del estudio, hasta la fecha los trabajos existentes habían analizado la composición de estas bacterias pero no su función.
“El objetivo de todas las leches de fórmulas es presentarse –o directamente ser– como la leche materna, y no lo están logrando”, escribe el profesor Gautam Dantas (@volatilebug), principal firmante del estudio e investigador de la Universidad de Washington en Saint Louis (EE.UU.). Las bacterias se ven similares pero funcionan de forma distinta. “Diferente no significa malo, pero diferente significa diferente, y tenemos que entender qué consecuencias tienen en la salud”, asegura en el trabajo. En la actualidad, los investigadores están valorando y considerando posibles vías para determinar qué niños podrían beneficiarse de mejorar su microbiota intestinal.
“El estudio confirma que por mucho que las leches de fórmulas mejoren, siempre diferirán de la lactancia materna”, afirma a El Independiente la neonatóloga Nadia Raquel García, coordinadora del Banco Regional de Leche Materna, ubicado en el Hospital Universitario 12 de octubre (Madrid).
La evidencia científica disponible hasta la fecha asegura que la lactancia materna es mejor para los bebés por los beneficios que conlleva. La doctora García expone que, principalmente, la leche materna tiene un papel fundamental en la defensa ante infecciones, en la modulación del sistema inmune y en la prevención del desarrollo de enfermedades autoinmunes.
Además añade que “la lecha materna es una leche que se digiere mucho mejor y que contiene bacterias probióticas: la microbiota intestinal materna está muy ligada a la composición de la microbiota de la propia leche materna, por lo que los niños alimentados con leche materna tendrán una microbiota más sana”.
Estos beneficios son sobre todo más visibles en prematuros o si los bebés tienen alguna enfermedad. Según la doctora García, sobre un sustrato sano, a lo mejor la repercusión de la leche materna puede ser menor, pero cuanto más frágil sea, más beneficiosa será la leche materna. Funciona como una medicina. “La leche materna es, en general, para todos los niños, la mejor estrategia preventiva de salud a medio y a largo plazo”, afirma.
La leches de fórmula: válidas y seguras para la alimentación
“A pesar de que la leche materna sigue siendo el estándar de oro difícilmente igualable, eso no significa que los niños alimentados con una fórmula infantil tengan más problemas de salud que alimentados al pecho, pero sí tienen menos beneficios (en la mayoría de ocasiones son beneficios para la prevención de enfermedades a corto o a largo plazo)”, expone por su parte el doctor Moreno quien pertenece además a la Unidad de Nutrición Infantil del Hospital 12 de Octubre.
En España, la tendencia es a alargar la lactancia materna.
En algunas ocasiones, las madres, aunque quieran, no pueden dar de mamar a sus hijos por razones médicas. Según explica este experto, las indicaciones médicas absolutas para no dar el pecho son pocas: algún error innato del metabolismo (galactosemia), algunas enfermedades infecciosas y el empleo de algunos fármacos (antitumorales, antiroideos, etc). Por otro lado, en otras ocasiones son contraindicaciones relativas, como por ejemplo, algunas infecciones o enfermedades en la mama.
Además de esto, la principal causa de dejar o no iniciar la lactancia, por orden de frecuencia, es: la incorporación al trabajo, la decisión personal de no amamantar y la existencia de problemas con la lactancia (incluyendo una técnica inadecuada, molestias al amamantar o una ganancia escasa de peso en el niño). “En esos casos la alternativa es una fórmula infantil (si no se han podido resolver las causas resolubles)”, afirma aludiendo a un documento de la OMS en el que señala cuándo puede ser razonable usar una fórmula infantil para alimentar a los más pequeños.
En España, “la tasa de lactancia materna (incluyendo la lactancia materna exclusiva y la parcial) a las 6 semanas se ha mantenido bastante estable con cifras globales alrededor del 71%, mientras se observa, en los últimos 15 años, un aumento progresivo de las cifras de lactancia materna a los 3 meses de vida (66,5% en el año 2012) y a los 6 meses (46,9%)”, según un trabajo publicado en 2016 por el Comité de Lactancia de la AEP. Estos datos son extraídos de las Encuestas Nacionales de Salud (ENS) que, desde el año 1995, incluyen preguntas referentes a la lactancia, pero no incluyen la forma ni los indicadores ni la metodología recomendados por la OMS.
Por otro lado, tal y como añade este informe, “el porcentaje de lactancia materna exclusiva a los 6 meses en el año 2012 se situaba en torno al 28.5%, cifras similares a las globales europeas pero lejanas a la recomendaciones de la OMS-UNICEF”.
No todas las leches de fórmula son iguales, a pesar de que los componentes principales son semejantes y están marcados por ley. “Alguna incorpora más elementos que imitan a los de la leche materna”, explica Moreno; pero insiste en que “todas las fórmulas disponibles en el mercado son seguras y eficaces para la alimentación de un bebé”.
En bebés sanos, la decisión de dar leche materna es muy personal y la respuesta profesional ha de ser respetuosa con la madre
El eterno debate entre dar de mamar a los hijos o no hacerlo, o bien utilizar la leche materna o no, sobre todo en niños sanos y nacidos a término es una decisión personal que corresponde a una madre informada, y es algo que los profesiones médicos, según la opinión del doctor Moreno, no deben juzgar: “La respuesta del profesional siempre ha de ser respetuosa con la opción de una madre (de la pareja) bien informada. El médico debe estar dispuesto a dar razones y responder a las preguntas de la madre, con el ánimo de recomendar la lactancia materna. No debemos juzgar o prejuzgar a una madre que tome la decisión de alimentar a un niño con fórmula, sino que debemos dedicarle al menos la misma atención que a la mamá que amamante”.
La lactancia mixta, concluye este profesional, “siempre será mejor opción que la ausencia de lactancia materna. Muchas veces la lactancia mixta temporal, al inicio, ayuda a conseguir lactancias maternas prolongadas”.
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