¿Pueden los recuerdos de una infancia color de rosa relacionarse con la depresión y la salud física? Así empieza un estudio de la Universidad Estatal de Michigan que ha seguido durante 18 años las vidas de 22.000 personas que hoy tienen entre 40 y 50. "Encontramos que los buenos recuerdos parecen tener un efecto positivo en la salud y el bienestar, posiblemente a través de la forma en que reducen el estrés o nos ayudan a mantener opciones saludables en la vida", dice William J. Chopik, autor principal del análisis publicado en Health Psycology. La principal conclusión es que "la memoria juega un papel muy importante en la forma en que entendemos el mundo", dice el investigador, "cómo organizamos nuestras experiencias pasadas y cómo juzgamos cómo debemos actuar en el futuro. Como resultado, hay muchas maneras diferentes en que nuestros recuerdos del pasado pueden guiarnos".
Los participantes que dijeron haber recordado niveles más altos de afecto por parte de sus madres en la primera infancia experimentaron una mejor salud física y menos síntomas depresivos en su vida adulta. Los que reportaron recuerdos con más apoyo de sus padres también experimentaron menos síntomas depresivos, según Chopik.
"El hallazgo más sorprendente fue que pensamos que los efectos se desvanecerían con el tiempo porque los participantes intentaban recordar cosas que sucedieron a veces hacía más de 50 años. Uno podría esperar que los recuerdos de la infancia importan cada vez menos cuando te haces mayor, pero estos recuerdos aún anticipaban una mejor capacidad física y mental cuando las personas estaban en la edad madura y en la edad adulta mayor", afirma Chopik.
Mejores recuerdos con mamá
El sesgo que da mejores resultados entre los que tenían recuerdos más dulces con sus madres podría deberse a que quienes ahora tienen 50 años en EE.UU. probablemente pasaron más tiempo con ellas en la infancia. "Estos resultados pueden reflejar las circunstancias culturales más amplias de la época en que los participantes se criaron. Al cambiar las normas culturales sobre el papel de los padres en el cuidado, es posible que los resultados de futuros estudios de personas nacidas en años más recientes se centren más en las relaciones con sus padres varones".
Chopik encontró que los participantes con recuerdos positivos de la infancia también tenían menos enfermedades crónicas en el primer estudio de 7,100 personas, pero no en el segundo estudio de 15,200, lo que hace que los resultados sean menos directos. Eso puede deberse a que las dolencias como la diabetes, la enfermedad de la tiroides y la presión arterial alta fueron escasas en ambas muestras. Los estudios futuros en este área podrían centrarse más en los recuerdos de la infancia en adultos mayores con enfermedades crónicas.
En conclusión, el estudio "proporciona pruebas de que las percepciones sobre experiencias tempranas de cuidado están asociadas con la salud y el bienestar, y estas asociaciones son en gran parte ivariables en el tiempo", señalan los investigadores. Recuerdos de experiencias positivas y de cuidado se asociaron con una mejor salud, menos enfermedades crónicas y menos síntomas depresivos.
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