Comer insectos es sostenible, nutritivo y puede ser muy "cool"; si el problema para incorporarlos a la dieta de los españoles es saber cómo hacerlo, un experto en la materia ha publicado un libro con 50 propuestas alejadas de lo grotesco como la tortilla de grillos, el chocoescorpión o la fideuá de tarántulas.
Isaac Petràs, que ya abrió en 2003 su primer puesto para vender insectos en el popular mercado barcelonés de la Boquería, edita ahora este libro, Comer insectos (Planeta Gastro), con el que espera que cada vez haya más españoles que le pierdan el miedo a estos productos y los prueben. Y es que, según su experiencia, la mayoría de los consumidores curiosos que lo hacen repiten porque consideran que "están buenos".
Para que el proceso sea exitoso recomienda eliminar del imaginario lo grotesco e iniciarse con un "gusanito o grillito con sabores" a barbacoa, queso o especies tailandesas.
Los más iniciados, añade, buscan productos más "jugosos, con más sabor", como la hormiga culona colombiana, el chapulín mexicano o el grillo tailandés, del tamaño de un dedo meñique.
Después de años más enfocados a la restauración, ahora quieren acercar este producto a más consumidores, que los utilicen como un toque exótico en sus comidas con amigos y familiares, por lo que en su libro recoge las recetas de Eva Hausmann, ilustradas por las imágenes de Becky Lawton.
Extensa carta
Entre los aperitivos, hay propuestas como la tortilla de grillo, los buñuelos de bacalao crocantes (con hormigas culonas), o el guacamole o michelada de chapulines.
La carta de entrantes cuenta con ideas como el tartar de tomate y escorpiones o el salpicón de camarrones y grillos, la crema de guisantes y gusanos de seda y los grillos sobre crema de calabaza y coco.
Como platos principales, un wok o taco de saltamontes, pasta fresca, escorpiones y gambas, fideuá de tarántulas o las veggie burguers con gusanos de harina.
También se puede optar por incluir los insectos, a modo éxotico, en algún cóctel para los invitados: también para esto hay ideas, como un margarita al dúo de larvas o la sangría blanca de hormiga cítrica.
Otra alternativa es sorprender en el postre, con un "chocoescorpión", una sandía rellena de frutas con chapulines caramelizados o "garrapiñados sorpresa" (con mezcla de insectos).
Petràs cerró su puesto de insectos en la Boquería en 2008 y ahora lo ha vuelto a abrir su hermano; es un momento diferente, donde la gente "ya lo ha visto más" y suscita menos interés; también ha cambiado la legislación, con la inclusión de los insectos en el reglamento de nuevos alimentos de la Unión Europea.
Según el autor, en el 80% de los países comer insectos es habitual y en otros muchos está ganando adeptos de la mano de las tendencias por la sostenibilidad de la producción de alimentos en un mundo cada vez más poblado y con recursos limitados.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la FAO, lleva desde 2003 trabajando con el asunto de los insectos comestibles en numerosos lugares del mundo; está ya aceptado, por tanto, que aportan nutrientes de calidad con menos recursos.
Pasar de la teoría a la práctica, de saberlo a probarlo, puede ser cuestión de tiempo, de imaginación y, por qué no, de modas; así que todos aquellos que no sean muy atrevidos, quizá es mejor que dejen de asistir a comidas de los amigos más foodies o, al menos, abstenerse de preguntar "¿qué es eso que cruje?".
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