La infidelidad es más común de lo que pensamos. O al menos, eso dicen los datos. El compromiso establecido por aquellas parejas que se han prometido ser fieles se desvanece. Porque al fin y al cabo la infidelidad o la fidelidad es un acuerdo entre dos. Una cuestión de promesas y de pactos, tan de moda ahora también en nuestra actualidad política: ¿Podrán los líderes políticos ser “fieles” a sus votantes?
Pero dejando de lado las cuestiones políticas y volviendo a las relaciones de pareja, nos preguntamos: ¿Realmente es tan frecuente la infidelidad? Y lo que es más importante: ¿Son las personas infieles más felices en el sexo? La respuesta - con algunos datos en la mano- podría sorprendernos.
Según los datos del Proyecto Sex360 , liderado por un equipo de médicos, psicólogos y antropólogos, hasta el 50% de las personas se consideran completamente fieles (las mujeres se consideran un poco más fieles), mentiras que el otro el 50% restante se considera “más o menos” infiel. “Los datos que hemos recogido hasta ahora (más de 11.000 respuestas) muestran que, en general, los hombres siguen siendo más infieles que las mujeres, pero la diferencia no es tan grande”, afirma a El Independiente el doctor Eduard García Cruz (@drgarciacruz), urólogo del Hospital Clinic de Barcelona y miembro del equipo científico de este proyecto, una organización que pretende, mediante el método científico, generar conocimiento para ayudar a las personas a mejorar su vida sexual.
Como datos curiosos, apunta el doctor, se vio que aquellas que no se consideran heterosexuales y las personas más guapas o atractivas físicamente son más infieles. “Todo el mundo conoce la estadística de que la infidelidad es muy común y nadie piensa demasiado en que le puede estar pasando a él o a ella. Aceptamos de una manera pasiva que algo así puede ocurrir”, opina García Cruz.
La psicóloga clínica y sexóloga, Carme Sánchez, miembro del equipo científico de Sex360 y autora del libro El sexo que queremos las mujeres, asegura que los motivos generales por los que las personas tienen sexo con otras, fuera de su relación,tienen que ver con innovar en su sexualidad o porque opinan que sus relaciones sexuales son aburridas. También porque tienen la oportunidad de hacerlo, como algo puntual y excepcional. Es decir, no lo van buscando, pero se encuentran con la ocasión.
Hay veces, añade esta psicóloga, en que las parejas no incorporan cosas nuevas a su vida sexual porque son incapaces de hablarlo. Por vergüenza, por convicciones sociales, por tabúes. Y prefieren, entonces, buscar esas cosas fuera.
“Parece, en ocasiones, que las personas con su pareja tienen que ser más políticamente correctas, incluso en la sexualidad”, afirma Sánchez. De ahí la importancia de que haya una buena comunicación sexual, de hablar abiertamente de las cosas que a una pareja le gustaría hacer en la cama, de poder innovar y de hacer otras cosas que no se han probado hasta entonces. “¿Por qué no atreverse a hablar con la pareja de todas estas cosas?”, señala Sánchez.
Más infiel no significa mejor
A pesar de todo lo anterior, la infidelidad no es igual a mayor satisfacción sexual. “La gente que tiene más relaciones sexuales o que es más infiel no es más feliz en la cama que aquellas que no lo son. Por tanto, la felicidad o satisfacción sexual no va encaminada hacia esa dirección”, asegura García Cruz.
“Los datos obtenidos hasta el momento nos dicen que las personas fieles puntúan un 4 sobre 6 en satisfacción sexual, mientras que las personas que no son fieles puntúan un 3,5 sobre 6. Por lo tanto, más no es necesariamente mejor”, apunta.
Algunos de los motivos que expone Sánchez para explicar el porqué la infidelidad no está ligada necesariamente a más satisfacción sexual son sobre todo tres. Uno de ellos es el componente de culpabilidad que existe en la persona infiel. “Al fin y al cabo, la infidelidad es faltar al pacto que habías hecho con tu pareja pero también contigo mismo o misma”, asegura la experta. Otra de las razones es por la sensación de búsqueda constante de algo que no llega (a nivel sexual) que tienen algunas personas infieles. “Muchas veces buscan aquello que le falta en otras personas, cuando verdaderamente a quién le falta es a ellas mismas”.
Generalmente, insiste Sánchez, “las personas que suelen ser más infieles es porque en el fondo van buscando algo diferente en el sexo, y como no lo encuentran siguen buscando. Es como en los yogures que sortean un premio: levantas la tapa y pone sigue buscando. Y tú, sigues buscando”, indica.
Por último, y muy relacionado con el anterior, es porque muchas personas tienen un ideal de relación sexual que no existe, que tan sólo está presente en su imaginación y no en la realidad. “A veces, se tiene un ideal demasiado grande de lo que queremos sexualmente. O bien nos decepcionamos demasiado rápido, sin batallar o sin pensar que puede haber una mejora”, asegura la especialista.
Los “requisitos” de la felicidad sexual
La receta de la felicidad o de la satisfacción sexual no tiene que ver con infidelidad o con las parejas sexuales que se tengan, añade García Cruz. Por lo que hemos podido estudiar a través de las encuestas, esa felicidad sexual se basa principalmente en 4 parámetros o requisitos.
- Haber tenido unos padres cariñosos
Si hemos visto durante todo la vida que “nuestros progenitores se dan muestras de cariño y se respetan, explica este profesional, sabremos trasmitir eso mismo con nuestras parejas”, expone el doctor. Porque si hemos visto desde pequeños, añade por su parte Sánchez, a padres que están el uno por el otro, que se cuidan, que hay entre ellos un punto de erotismo, que se dan besos y abrazos, al final vas aprendiendo esos comportamientos. “Porque las relaciones sexuales no empiezan cuando te metes en la cama”, afirma la psicóloga. - Haber recibido una buena educación sexual
“Si hemos recibido una buena educación sexual seremos más libres a la hora de decidir lo que nos gusta y lo que no en una relación sexual y nos hará más libres para acostarnos con quien queramos”, apunta García Cruz. Además, añade Sánchez, tener una buena educación sexual, no sólo nos ofrece información científica sobre todo aquello que comprende la sexualidad sino que tendremos más herramientas para prevenir los problemas que puedan pasar en una relación. “Por ejemplo, muchas veces nos encontramos en consulta con disfunciones sexuales que tardan mucho tiempo en consultarse porque la persona no se atreve a hacerlo, porque vergüenza o porque no se atreven incluso a hablarlo antes con su pareja y a poner juntos una solución”. También, haber recibido una buena educación sexual hace tengas más conocimientos de los cambios que va habiendo en la sexualidad en función a las diferentes etapas que no tocan vivir. Y aceptarlo como algo normal dentro de las relaciones de pareja. Por ejemplo, “aceptar que cuando nace un hijo se tendrán menos relaciones sexuales o que a los 55 no se tendrán las mismas erecciones, por muy sano que se esté, que a los 30 años”, señala Sánchez. - Tener una buena comunicación sexual con tu pareja
“La telepatía sexual no existe”, afirma la experta. Esa idea de que yo tengo que saber lo que le gusta a mi pareja y tengo que adivinar que le puede gustar es mejor desterrarla cuanto antes. Es importante proponer diferentes conductas dentro de la relaciones sexuales y que haya la libertad de hacerlas o no. Es decir, “proponer no significa hacer. La pareja puede decir que “no” y no pasar nada por ello”, indica. Es fundamental que haya una comunicación fluida. Sin vergüenzas. “Que la sexualidad y la practicas sexuales no sean un tabú dentro de la pareja”, sostiene. - Dedicarle tiempo a la sexualidad
“A la sexualidad hay que dedicarle tiempo”, sostiene la experta. Ahora tenemos un sin fin de cosas que hacer en nuestro tiempo libre (series, cine, conciertos…) y el sexo se relega en muchas ocasiones a un segundo plano, sobre todo cuando las relaciones son duraderas. No se trata de agendar las relaciones sexuales, matiza, pero sí tener un momento íntimo para los dos: “A veces nos ponemos tantas actividades el fin de semana que acaba el domingo y no ha habido un tiempo para para el deseo y la sexualidad. Y es importante también crear ese espacio. Que el sexo no se convierta en una cosa mecánica que haya que hacer “porque toca”. Y ese momento de intimidad, concluye Sánchez, no tiene porque incluir un coito ni una determinada conducta sexual. “Al final es más una cuestión de piel y de sensaciones, de un momento para tocarse, acariciarse y estar juntos”.
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