No existe una educación sexual reglada ni obligatoria ni igualitaria en los centros escolares españoles. No se contempla -por ahora- una educación sexual integral dentro de la actual Ley de Educación. Sin embargo, los jóvenes buscan en Internet sus modelos sexuales a seguir. El 90% de los chicos y chicas se informan de sexo a través de la red y cada vez acceden antes al porno: el consumo de pornografía comienza a la edad de 10 años. Además, las infecciones de transmisión sexual (ITS) se han se ha cuadruplicado en la última década.
¿Por qué es tan necesario, entonces, hablar de sexualidad en las aulas? ¿Hablan de esto los programas electorales nacionales?¿Por qué los especialistas abogan por incluir, dentro de una ley, una educación sexual integral? ¿Qué beneficios que tendría para nuestros hijos e hijas?
Una asignatura pendiente en las aulas españolas
Desde la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), en colaboración de otras entidades nacionales y Durex, han lanzado la campaña #AsignaturaPendiente con la que pretenden concienciar y sensibilizar a la sociedad de la importancia de recibir una una educación sexual integral en las aulas. “Cuando hablamos de educación sexual integral hablamos no sólo de prevención
(infecciones de transmisión sexual o embarazos no deseados), sino que hablamos también de placer, de deseos, de derechos y de respeto, de conocimiento del cuerpo, de salud y de ciencia, de sentimientos y de emociones. De romper mitos y creencias erróneas”, afirma a El Independiente la sexóloga y ginecóloga Francisca Molero, presidenta de la FESS y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología.
Desde esta campaña apuestan por una asignatura de educación sexual integral que abarque salud, fisiología, reproducción, contracepción e infecciones de transmisión sexual. Y también bienestar, relaciones interpersonales, valores, igualdad de género, diversidad sexual, no discriminación, violencia de género y consentimiento. Que sea un espacio libre y de confianza. “Ésta es la educación
que queremos que se imparta en todos centros escolares. Una asignatura que sea obligatoria (y de asistencia voluntaria) y que esté presente en todos los centros públicos”, afirma Molero.
El discurso en la actualidad ya ha cambiado, expone Molero. “No es cierto que no exista una educación sexual. Existe pero no es la que queremos trasmitir a nuestros jóvenes. Porque la educación sexual que ellos reciben es la del modelo pornográfico”. Los chicos y chicas, explica la doctora, acceden cada vez antes, a través de Internet y de forma fortuita, a la pornografía, a los 10 años, con todos los riegos que ello conlleva por el propio desarrollo psicoevolutivo del adolescente.
Se ha comprobado que consumir pornografía continuada desde edades muy tempranas produce cambios en nuestra estructura cerebral. Además, son menos sensibles a estímulos sexuales, algo que puede influir en su sexualidad adulta: “Muchos de los jóvenes adultos que tienen falta de deseo con sus parejas reales pueden estar influenciados por este modelo ”, expone Molero. El porno, tal y como se explica en esta campaña nunca se había consumido a edades tan tempranas y se ha convertido en una fuente de confusión en sus primeras relaciones adultas. Muchos jóvenes no tienen otros referentes más que Internet.
Es importante una educación sexual integral que “haga a los jóvenes más seguros, más responsables y más sanos a nivel sexual, para que puedan disfrutar de sus relaciones y actividades sexuales. Porque la sexualidad nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos. Al igual que somos seres sociales también somos seres sexuados y como todo en la vida necesita de un aprendizaje, que sea acorde a nuestra etapa evolutiva”, afirma Molero. En ocasiones “nos olvidamos de que somos seres sexualizados y necesitamos un aprendizaje crítico. La sexualidad tiene que ver con el bienestar, con la recompensa, el placer, la comunicación la erótica, la reproducción etc. La sexualidad es la forma como vivimos los seres sexuados, por ello es tan importante disfrutar de ella”.
La educación sexual que se está dando en España
En la actualidad, y por regla general, las educación sexual que reciben los jóvenes en sus centros escolares no está reglada y es heterogénea: no es igualitaria en todas las Comunidades Autónomas y su impartición depende de la voluntad de colegios, profesores e instituciones. Además, y como también explica la web de #asignaturapendiente “tiende a presentar un enfoque negativo y orientado a la prevención de riesgos, centrada casi exclusivamente en aspectos biológicos y prevención de infecciones de transmisión sexual” y “raramente se tocan temas como derechos humanos y sexualidad, autopercepción, autoestima, sentimientos”.
La psicóloga y sexóloga Ana Yáñez, directora del Instituto Extremeño de Sexología, explica que en la actualidad, generalmente se “parchea”, en vez de educar. Es decir, “lo que sucede ahora es que la educación sexual se imparte de manera alternativa, como una actividad fuera del curriculum escolar. Y es el centro, quien de manera opcional, elige si quiere impartirla o no”.
Esas charlas o esa educación sexual se realiza en las horas libres que un profesor pueda tener de tutoría, puntualmente a un curso determinado (no a todas las clases) y generalmente desde un punto de vista preventivo”. Por tanto, asegura que “si nos queremos equiparar a Europa debemos dar educación sexual integral en las aulas en todas las etapas educativas. Es decir, no dar charlas puntuales, a un determinado grupo de alumnos, sino que sea una educación continuada, evolutiva y adaptativa”. Además, es importante que la educación sexual sea impartida por profesionales.
Es necesario hablar de emociones y de sentimientos
En la comunidad autónoma de Aragón, por ejemplo, la cosa funciona algo diferente. “Aragón ha sido pionera en realizar programas de Educación Sexual en clave de responder a la demanda realizada por los centros de enseñanza, es decir, un sistema voluntario (optativo) y no obligatorio, un modelo no reglado pero sí incluido en la PGA (Programación General de Centro) de los centros y aprobado por el Consejo Escolar de cada centro, y esto desde la década de los 80”, explica Santiago Frago médico, sexólogo y co-director del Instituto de Sexología Amaltea en Zaragoza, y miembro de la FESS.
Desde este centro de sexología, Frago lleva más de 30 años impartiendo clases de educación sexual en colegios e institutos (en la actualidad, están adheridos más de 250 centros, muchos de ellos en regiones limítrofes de Aragón). La experiencia, dice, es más que satisfactoria, aunque es cierto que “Aragón es un caso con particularidades especiales”.
Dentro de la educación sexual es importante hablar de sentimientos y de emociones, no sólo de prevención de riesgos. Históricamente, explica este profesional, siempre se ha trabajado la educación sexual desde un punto de vista preventivo-asistencial (evitar infecciones, embarazos inesperados, etc.), “pero nosotros trabajamos con un modelo formativo-educativo, porque entendemos que trabajando sobre valores prevenimos ya esas situaciones”.
Así, se ha de hacer un trabajo que aborde objetivos como “la autoestima (quien más se quiere, se arriesga menos), las habilidades sociales, la gestión de emociones en cuanto al amor y desamor, el abordaje de los celos, el cuidado con las redes sociales, la diferencia como valor, la equidad y el buen trato entre los sexos, el deseo, etc. Hemos verificado que que los chicos y chicas, que reciben
programas de Educación Sexual se tratan mejor, son más abiertos, más tolerantes, más cuidadosos y entienden que la diversidad es un valor”, asegura.
La educación sexual que imparten los profesionales del centro Amaltea en los centros escolares se trata de un plan transversal, que contempla curso a curso un programa de cinco o seis sesiones en cada una de las aulas desde 5º de Primaria hasta 2º Bachillerato, o ciclos formativos. Además, la intervención la realizan siempre desde una triple vertiente: alumnos, profesores y familias, siendo éstas últimas imprescindibles en el proceso. “Son el eslabón educativo más importante, son el factor de impacto número uno en cuanto a la educación sexual de sus hijos e hijas”, afirma el experto.
“Los padres pesan más de lo que aparentan y los hijos escuchan más de lo que creemos. Cualquier opinión de una madre o un padre va a pesar más en los hijos que lo que puedan oír en la radio o ver en la TV o en redes sociales. Hay que hablar, comentar, valorar, opinar de los hechos referidos a la dimensión afectiva y sexual, pero no interrogar. Si tu hijo o hija te dice, -¡Mamá eres una pesada!- es que van bien las cosas”, confiesa Frago.
Una asignatura que esté incluida en la ley
Incluir una educación sexual integral en las aulas tiene que ser “una cuestión de Ley de Educación”, afirma Molero. Antes de las elecciones del pasado 28 de abril, explica esta profesional, el Gobierno -ahora en funciones- ya retomó este tema.
“El cambio que planteaban era volver a recuperar la asignatura de Educación para la Ciudadanía, y los profesionales y una parte mayoritaria de la sociedad civil apostamos por la inclusión de la educación sexual dentro del currículum escolar. Para ello desde la FESS consideramos que es necesario un Plan Estatal de Educación sexual que garantice la inclusión de la educación sexual en todos los niveles educativos”, explica.
Para ello, y según continúa exponiendo la doctora, el Ministerio de Sanidad y el Ministerio de Educación han de trabajar en un Plan conjunto de educación sexual integral. Y este plan tiene que garantizar “una educación inclusiva, equitativa y de calidad. Promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todas las personas, incorporando de manera transversal asignaturas de educación afectiva sexual, valores cívicos, gestión de emociones, resolución de situaciones conflictivas, aportaciones desde el consenso, la negociación y el respeto. E incorporando un servicio de intervención individualizada para ser utilizado cuando la situación lo requiera. Además, las comunidades autónomas han de comprometerse a implementar en sus territorios la educación sexual de manera reglada y obligatoria”, afirma.
El objetivo es, por tanto, que “la educación sexual integral tiene que ser una asignatura que se incluya dentro del curriculum escolar desde la educación infantil hasta Universidad, adaptándola según el desarrollo psicoevolutivo de las personas”, afirma Molero. Es importante, insiste, que se incluya en la Ley de Educación porque “si hay una ley orgánica y hay un compromiso, las diferentes comunidades autónomas tienen después que responsabilizarse y que desarrollar esa ley. Evidentemente, tiene que ser lo más homogéneo y equitativo posible. No vamos a dejar de insistir. Y seguiremos haciendo presión hasta que haya una educación sexual integral en las aulas de manera equitativa e igualitaria en todo el territorio”, concluye Molero.
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