Existen todavía muchos mitos sobre la sexualidad femenina, sobre el placer y el deseo de las mujeres. Que si ellas no tienen tanto apetito sexual como los hombres, que sólo pueden llegar al orgasmo mediante el coito o que cuando llega la menopausia desaparecen las ganas. Una de las muchas razones de estas falsas creencias es la falta de conocimiento que aún se tiene sobre el cuerpo femenino.
“En muchos casos, cuando se les habla a los adolescentes sobre sexualidad y se explican los órganos reproductores de la mujer, se obvia el clítoris (un órgano del aparato genital femenino cuya función es exclusivamente dar placer), pero en cambio sí que se estudia el pene en todo su conjunto. En las mujeres siempre se ha tenido en cuenta la sexualidad como parte de su función reproductiva y no la función del placer”, explica al El Independiente la psicóloga clínica y sexóloga, Carme Sánchez, miembro del equipo científico de Sex360 - y autora del libro El sexo que queremos las mujeres.
Hubo un hito que marcó un antes y un después: la aparición de la píldora anticonceptiva
No fue hasta las décadas de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado cuando, según expone esta profesional, todo empezó a girar y ambas funciones se separaron. La visión de la sexualidad femenina cambiaba. Y mucha culpa de esto la tuvieron los trabajos científicos que aparecieron en aquellos años, como por ejemplo, las investigaciones realizadas por el famoso matrimonio William Masters y Virginia Johnson –personalidades en que se inspira la serie Masters of Sex (Michelle Ashford, 2013).
Sin embargo, y ante todo todo “hubo un hito que marcó un antes y un después: la aparición de la píldora anticonceptiva en el año 1960. Fue el momento en que por fin se separó reproducción de sexualidad”, apunta Sánchez. En España, el uso y la venta de anticonceptivos no se legalizó hasta el año 1978.
“La sexualidad en general, siempre ha supuesto un tabú durante siglos. La sexualidad ‘permitida’ sólo en parámetros reproductivos ha descuidado todo lo relativo al deseo y al el placer, más acusado aún en el caso de la mujeres, cuya sexualidad admitida ha estado relacionada con la maternidad y la reproducción”, afirma la médico y sexóloga Ana Rosa Jurado, coordinadora del reciente estrenado Observatorio de Salud Sexual ONSEX.
En nuestra sociedad, asegura la doctora, “las mujeres españolas saben de sí mismas. El problema es que puedan vivir su sexualidad sin tapujos porque las imposiciones sociales no suelen permitirlo. Todavía tiene peso "lo que está mejor o peor visto" y de alguna forma estos conceptos los interiorizan las mujeres a lo largo de su vida, dificultando en muchas ocasiones su sexualidad, incluso en lo privado”.
Es importante, añade la doctora, que “se trabaje en una adecuada educación sexual que permita valorar la sexualidad como se merece. Sólo de esta forma, las personas tendrán la disposición al
autoconocimiento y a la solución de problemas para conseguir el placer sexual”.
El placer y el orgasmo femenino
“Hasta hace pocos años, el clítioris era un tema tabú”, afirma Barbara Miller, directora del documental Placer femenino, que se estrena en España este viernes 24 de mayo. Una película-documental que refleja la historia de cinco mujeres, en diferentes partes del mundo, que luchan por su autonomía sexual.
“Si las mujeres se dan cuenta que tienen ese órgano, que solamente es para el placer femenino, podrían vivir de forma mucho más libre su sexualidad”, afirma Miller. Por ello, es muy importante, “que aprendamos cómo funciona nuestro cuerpo. Que nos conozcamos a nosotras mismas. Y que saber que la masturbación es una cosa positiva también para las mujeres, no sólo para los hombres”. Porque “si conocemos y amamos nuestro cuerpo, tendremos más conocimiento y autoderminación sobre nosotras. En el momento en que descubrimos cómo funciona nuestro cuerpo y las cosas que nos gustan se cambian muchas cosas”, afirma.
“Conocer nuestro cuerpo y las zonas erógenas porque ayuda a vivir una mejor sexualidad”, añade por su parte Jurado. Y estas zonas no tienen porqué ser exclusivamente genitales, dice, ya que “lo divertido es explorar los sentidos en todo el cuerpo para descubrir sensaciones, pero lo más importante está en la mente: en trabajar el imaginario en torno a lo positivo de la sexualidad en la vida de las personas, en la salud general y en la salud sexual en particular es lo que permite una mejor vivencia de la propia sexualidad”.
Ya en el año 1976, la doctora Shere Hite publicó el libro ‘Informe Hite’ que supuso una gran revolución en la forma de ver la sexualidad femenina. Ha vendido más de 50 millones de copias y no llegó a España hasta los años 80. En él, se recopilan hasta seis formas de masturbación femenina en que las, según los datos recopilados, un mayor número de mujeres conseguían el orgasmo. Se ponía de manifiesto que hasta el 70% de las mujeres no lo alcanzaba durante el coito.
Por ello, asegura Sánchez, que “es importante conocer bien nuestro cuerpo y nuestras zonas erógenas porque las mujeres tenemos más posibilidades de tener orgasmos cuando se practica la estimulación de zonas erógenas que no tan solo por penetración vaginal”.
Según explica Silvia Cintrano, sexóloga y directora de la Unidad de Sexología de Instituto Centta (Madrid), “el coito no deja de ser una práctica más de las múltiples que existen y la que favorece en mayor medida el orgasmo masculino porque la mayor parte de las terminaciones nerviosas de sus genitales se encuentran en el glande (zona que más estimulación tendrá durante la penetración). Sin embargo, la mayor parte de las terminaciones nerviosas de los genitales de la mujer se encuentran en el clítoris (8.000 frente a las 4.000 del glande), zona que, generalmente, se estimula de forma indirecta durante el coito”.
En el caso de las mujeres, se se suele diferenciar entre orgasmo clitoriano, vaginal o anal, sin embargo, en realidad esto no sería tal cual así. Cintrano explica que “dichos orgasmos no se diferencian entre sí, puesto que la respuesta fisiológica que se produce en el organismo es siempre la misma: el orgasmo. Para lo único que serviría dicha nomenclatura es diferenciar qué parte del cuerpo hay que estimular para desencadenarlo: la vagina, el clítoris, el ano, el pecho, el cuello, la imaginación, etc. Al final sólo se necesita superar el umbral de excitación necesario para que el cuerpo desencadene el orgasmo, independientemente de qué zona sea la estimulada”.
El placer de muchas maneras
La mejor manera de alcanzar el placer y el orgasmo es precisamente “olvidándose del orgasmo”, asegura Cintrano. Según explica la sexóloga, “cuanta mayor atención se ponga en conseguirlo, mayor será el estrés que generemos al cuerpo.
Con un estado de alarma elevado, cada vez será más complicado centrarse en las sensaciones, en las fantasías y en la erótica. Inevitablemente, la mente se desconectará del cuerpo, por lo que no se podrá desarrollar la respuesta sexual. Además, es importante encontrarse en una situación cómoda y segura”.
El coito, añade por su parte Sánchez, es solo una de las muchas prácticas que se pueden hacer dentro de una relación sexual. “Odio la palabra preeliminares porque parece que es lo que va antes del coito y al final, todas las demás cosas también forman parte de la respuestas sexual y de sexualidad. Parecen como si esas otras cosas fuesen prácticas menores y que lo importante es el coito, y no es así. Lo importante es pasarlo bien”, asegura.
Además, aunque el orgasmo es importante no es imprescindible en el placer. “El placer sexual, ya sea masculino o femenino, no se encuentra únicamente en el orgasmo”, afirma Cintrano. “Una persona no está desconectada de sus sensaciones y de su placer hasta llegar al orgasmo, sino que éste viene determinado por el nivel de excitación que se consiga durante las fases previas al
orgasmo. Y esto sólo es posible prestando atención a las sensaciones y los estímulos excitatorios que se experimentan desde el inicio de la relación sexual, los cuales generan inevitablemente sensaciones placenteras tanto corporales como emocionales”, explica.
Por ello, “aprender a conocer el propio cuerpo, sus reacciones, sus necesidades y las zonas erógenas sin necesidad de búsqueda de un orgasmo potenciará el autoconocimiento y generará una sexualidad más consciente y plena”. Las relaciones sexuales al final son una cosa de dos. Y lo importante es disfrutar juntos de todo el abanico de posibilidades que existen dentro de la sexualidad.
Por lo que algo clave para mejorar las relaciones sexual, asegura Sánchez, es tener entre la pareja una buena comunicación sexual. “Parece que hay, en ocasiones, un cierto tabú en hablar sobre cosas sexuales con la pareja”. “Hay parejas que tienen una buena comunicación fuera de la cama pero no en ella. No se explican lo que les gusta. Y es muy importante proponer cosas nuevas o que
nos gusten hacer en la intimidad porque además, proponer algo no quiere decir que se haga. Comentemos nuestros deseos y apetencias y ya veremos entre ambos si nos apetece o no llevarlos a cabo. Hay que abrir el abanico de posibilidades y hablar con nuestra pareja”, concluye Sánchez.
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