El 5,5% de la población entre 15 y 64 años consume drogas. Son 271 millones de personas, según los últimos datos del Informe Mundial sobre Drogas, que acaba de publicar la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
La droga más consumida sigue siendo el cannabis, con 188 millones de consumidores en 2017 - año del infrome. Sin embargo, el mayor aumento se produce en los opioides, que consumieron 53 millones de personas, un 56% más que en las estimaciones anteriores.
El informe revela que aunque los datos son similares a los estimados en 2016, el número de consumidores de drogas es ahora un 30% más alta que en 2009. "Los hallazgos del informe de este año completan y complican aún más el panorama global de los desafíos relacionados con las drogas, lo que subraya la necesidad de una cooperación internacional más amplia para avanzar en la oferta de la demanda y la demanda de salud y justicia penal equilibrada e integrada", ha señalado Yury Fedotov, director Ejecutivo de UNODC.
Volviendo a los opioides, el informe destaca que son responsables de dos tercios de las más de 585.000 muertes relacionadas con el consumo de drogas en 2017. A nivel mundial, 11 millones de personas se inyectaron drogas en 2017, de las cuales 1,4 millones viven con VIH y 5,6 millones con hepatitis C.
Respecto al aumento del consumo en lo últimos 10 años, UNODC recuerda que en parte tiene que ver con el crecimiento del 10% de la población mundial de entre 15 a 64 años. Así, se observar que existe una mayor prevalencia del uso de opioides en África, Asia, Europa y América del Norte y el uso de cannabis en América del Norte, América del Sur y Asia en comparación con 2009.
La crisis de sobredosis de opioides sintéticos de América del Norte también alcanzó sus cotas más altas en 2017, con más de 47.000 muertes por sobredosis de opioides registradas en los Estados Unidos, un aumento del 13% respecto al año anterior, y 4.000 muertes relacionadas con los opioides en Canadá, un 33% respecto 2016.
El fentanilo y sus análogos siguen siendo el problema clave de la crisis de los opioides sintéticos en América del Norte, pero el oeste y el centro y el norte de África están experimentando una crisis de otro opioide sintético, el tramadol. Las incautaciones globales de tramadol saltaron de menos de 10 kilogramos en 2010 a casi 9 toneladas en 2013 y alcanzaron un récord de 125 toneladas en 2017.
En el lado positivo, se observa cierto grado de éxito en el tratamiento de nuevas sustancias psicoactivas (NPS), evidenciada por una disminución en el número de NPS identificados e informados por primera vez a la UNODC.
Finalmente, la fabricación ilícita global estimada de cocaína alcanzó un máximo histórico de 1,976 toneladas en 2017, un aumento del 25% respecto al año anterior. Al mismo tiempo, la cantidad global de cocaína incautada en 2017 aumentó en un 13% a 1.275 toneladas, la mayor cantidad jamás registrada.
Trastornos por drogas y tratamiento
A nivel mundial, se estima que unos 35 millones de personas padecen trastornos por consumo de drogas y que requieren servicios de tratamiento, sin embargo ésta es una asignatura pendiente en muchas partes del mundo, ya que solo una de cada siete personas con trastornos por consumo de drogas recibe tratamiento cada año.
Así, el informe señala que es "particularmente sorprendente" en las prisiones. El Informe de este año proporciona un análisis en profundidad del uso de drogas y sus consecuencias adversas para la salud en los entornos penitenciarios, lo que sugiere que la prevalencia de enfermedades infecciosas como el VIH, la hepatitis C y la tuberculosis activa, y los riesgos relacionados, son desproporcionadamente más altas entre las poblaciones carcelarias que entre la población general, en particular entre quienes se inyectan drogas en prisión.
Entre los datos más destacados, se puede observar que 56 países informaron que proporcionaron terapia de sustitución de opioides en al menos una prisión en 2017, mientras que 46 países informaron que no tenían tal opción de tratamiento en los centros penitenciarios.
Por otro lado, "muestra que las intervenciones de tratamiento efectivas basadas en evidencia científica y en línea con las obligaciones internacionales de derechos humanos no están tan disponibles o accesibles como deben ser, y los gobiernos nacionales y la comunidad internacional deben intensificar las intervenciones para abordar esta brecha".
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