Las primeras referencias sobre la copa menstrual son del siglo XIX. En la década de 1930 se produjo industrialmente por primera vez. Sin embargo, la falta de adhesión por parte de las mujeres - a quienes les parecía demasiado grande, rígida y pesada, además de poco aceptable culturalmente, provocó la interrupción de su producción en 1963. Ya en 1987 se volvió a fabricar en Estados Unidos "The keeper", una de las veteranas que aún sigue en el mercado.
Sin embargo, 32 años no han servido para dar a conocer un producto cuyo análisis deja múltiples ventajas. Así se concluye de la revisión de la evidencia científica que acaba de publicar la prestigiosa revista The Lancet Public Health Journal y que confirma que las copas menstruales son seguras, que tienen un coste-efectividad elevado y que generan una cantidad mínima de residuos plásticos comparados con las alternativas.
Porque la copa menstrual es un recipiente de silicona (también los hay de goma o látex) que se introduce en la vagina y recoge la menstruación. A diferencia de tampones o compresas, que absorben la sangre, la copa la acumula. Tras un máximo de 12 horas, es necesario sacarla y vaciar el contenido. Se lava con agua y se debe hervir al final del período. Las copas se pueden reutilizar y su vida útil es de alrededor de 10 años.
Las copas se pueden reutilizar y su vida útil es de alrededor de 10 años
La revista ha recopilado datos de 43 estudios diferentes en distintos países y que engloban a 3.300 mujeres y niñas, en países tanto de ingresos medio bajos como altos. "Aunque 1,9 billones de mujeres están en edad reproductiva en el mundo y pasan de media 65 días al año lidiando con la regla, hay pocos estudios cualitativos que comparen los productos sanitarios”, explica la directora del estudio Penelope Phillips-Howard, de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool (Reino Unido). “Queríamos recopilar el conocimiento disponible sobre seguridad, aceptación de copas menstruales y fugas comparado con otros productos”, añade.
Sin fugas
Cuatro de los estudios analizaron una de las mayores preocupaciones de las mujeres cuando utilizan productos para la menstruación y es el riesgo de fugas. En tres de ellos, los escapes fueron similares entre las copas y tampones o compresas, mientras que en otro las fugas fueron menores en las copas.
Tanto las fugas como los roces fueron las principales preocupaciones mostradas por las mujeres, especialmente en países de ingresos medios y bajos, donde los productos más utilizados eran paños de algodón, papel y compresas desechables.
El estudio concluye también que no había riesgo de infección asociada al uso de copas menstruales entre las europeas, norteamericanas, africanas y entre las niñas. Según cuatro estudios analizados que englobaban a 500 mujeres, las copas no tuvieron efectos adversos en la flora vaginal. Otro de los estudios, que realizó un seguimiento posterior del estado de la vagina y el cérvix, no observó daños en el tejido.
No obstante, los autores del estudio señalan que se reportaron cinco casos de síndrome de shock tóxico (TSS) pero afirma que ante la ausencia de cifras de usuarias de copas, no se puede comparar el riesgo respecto a otros productos.
En esta revisión también se localizaron casos (47 en total) de mujeres que tuvieron dificultades para quitarse las copas o necesitaron asistencia profesional. De ellas, casi un tercio tenían implantado un dispositivo intrauterino, por lo que el estudio advierte de la necesidad de investigar sobre la combinación de DIU u otros dispositivos intrauterinos y el uso de copas.
Siete de cada 10 que las prueba, las sigue usando
En general, el estudio destaca que alrededor del 70% de las mujeres que prueban las sigue usando, pero que falta información para dar el primer paso. En el informe se recogen 199 marcas de copas disponibles en 99 países, pero a pesar de ello muy escasa información pública.
Dsólo entre el 11 y el 33% de las mujeres en países desarrollados las conocen
El análisis de 69 webs educativas orientadas a la pubertad en 27 países, dejó que solo 21 de ellas mencionaba las copas menstruales. Entre lo que respondieron las propias mujeres en los estudios, se reveló que la práctica, el apoyo entre iguales y la información eran clave para el uso de las copas.
Precisamente la información es una de las grandes carencias de las que habla el informe publicado en The Lancet. Porque tres estudios en países desarrollaron revelaron que sólo entre el 11 y el 33% de las mujeres las conocen. En un análisis de 69 webs procedentes de 27 países, solo el 30% mencionaba si quiera las copas. El 65% hablaba de tampones y el 77% de compresas.
Ahorro de costes y positivo para el medio ambiente
Las ventajas más significativas proceden del ahorro de costes y para el medio ambiente. Según el estudio, las copas a la venta en 99 países tienen precios que oscilan entre los 0,72 y los 46,72 dólares, precios que suponen apenas el 5 o 7% del coste de usar 12 compresas o tampones por período durante 10 años.
Por otro lado, los residuos plásticos también son mucho menores si se usa la copa menstrual. En una década, el residuo plástico generado por una copa es un 99,6% menor que el de usar compresas o un 94% menor que el de usar tampones. Aquí, los investigadores son cautos y puntualizan que se trata de estimaciones. También se muestran prudentes respecto la calidad de los estudios y afirman la necesidad de hacer más investigaciones para comprobar y corroborar los hallazgos.
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