Casi seis millones de personas en España tienen movilidad reducida u otras discapacidades y para el 56% eso supone la imposibilidad de viajar, según un reciente estudio de la Fundación Adecco.
Son muchas las barreras que pueden incidir en la planificación de un viaje, tal como detalla el estudio El mercado potencial del turismo accesible para el sector turístico español, del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Encontrarse con un medio de transporte no adaptado o con alojamientos sin facilidades pueden convertirse en alguno de los motivos de peso para desestimar hacer un viaje.
Por el contrario, las personas que deciden explorar el mundo a pesar de que sufren alguna diversidad funcional, pueden encontrarse con dificultades ya en el inicio del viaje: el rótulo con las salidas de los vuelos puede ser ilegible para las personas con discapacidad visual, o los avisos de los aeropuertos pueden ser inútiles para los que padecen sordera. Para conocer los derechos de las personas con discapacidad en el transporte aéreo, España cuenta con el Reglamento (CE) núm. 1107/2006.
Pero este colectivo no solo puede encontrarse con barreras físicas. El técnico Jaume Burdils, de la Cátedra Fundación Randstad-UOC de Discapacidad, Empleo e Innovación Social, explica que el ocio es una actividad que facilita la socialización, un aspecto que considera clave para las personas con diversidad funcional. Cuando esta actividad de ocio se hace inaccesible, reaparecen «las barreras sociales, que pueden ser tan o más difíciles de eliminar que las físicas», remarca el especialista.
Las personas que deciden explorar el mundo con diversidad funcional encuentran dificultades
Burdils, que nació con glaucoma, recuerda un viaje que hizo a Bruselas hace varios años para visitar a unos amigos. En aquel tiempo, además, tenía cataratas y, a su visión reducida, se le añadía una especie de telaraña «grande y densa» que le hacía ver peor, relata. Como no podía leer las pantallas del aeropuerto, pidió ayuda a una mujer. Burdils todavía recuerda la incredulidad de la señora, que no se podía creer cómo podía viajar por el mundo con aquellas dificultades. Aquel episodio es un pequeño ejemplo de los prejuicios sociales con los que se encuentra la gente con movilidad reducida y otras discapacidades.
Otra de las personas que evidencia que viajar con discapacidad es un binomio posible es la periodista invidente Sophie Massieu, que recorre el mundo para mostrar diferentes países desde su perspectiva. Israel, India y China son algunos de los lugares que ha visitado con su perro guía y que quedan recogidos en una serie documental llamada Dentro de tus ojos.
Buenas prácticas
El turismo accesible debe tener en cuenta realidades muy variadas, porque «detrás de cada discapacidad hay una historia diferente, tanto personal como médica», explica Burdils. Además, es necesario tener en cuenta factores como el nivel socioeconómico y cultural de cada uno.
Existen agencias de viajes especializadas en turismo accesible
Aunque el sector tiene mucho camino de mejora por recorrer, existen actores sensibilizados con las necesidades del colectivo. De esta manera, existen agencias de viajes especializadas en turismo accesible, que ofrecen personal especializado y sensible con las personas con capacidades diferentes, que informan de los hoteles, los cruceros, los circuitos y los viajes adaptados para personas con discapacidad y sus acompañantes, y que organizan viajes a medida o paquetes vacacionales según el tipo de discapacidad: movilidad reducida o usuarios en silla de ruedas, sordos o ciegos.
Para el profesor de turismo de la UOC Pablo Díaz, «la accesibilidad debe ser una línea estratégica del sector». Asimismo, supondría una imagen positiva para los destinos de España. «Si el turismo estatal o internacional te considera un destino accesible, ganas un aspecto diferenciador en un mercado global muy competitivo», constata Díaz.
Los mayores también necesitan un turismo a medida
El docente también prevé que se trata de un sector en alza debido al envejecimiento de la población. España es el segundo país con una esperanza de vida más larga, de 84 años, solo por detrás de Japón, que se sitúa en 86. Habrá, pues, que «satisfacer las necesidades especiales» que pueda tener la gente mayor y «diferenciarse así de otros destinos», concluye Díaz.
Precisamente, la psicóloga especializada en envejecimiento de la UOC, Montserrat Lacalle, puntualiza que no pueden agruparse en un solo colectivo a todas las personas que superan los 65 años. «Hay que diferenciar rangos de edad para concretar qué buscan esas personas cuando piensan en hacer turismo», explica. Así, los más jóvenes (entre 65 y 75 años) «pueden tener la energía para conocer lugares donde siempre habían deseado ir, a pesar de que la distancia sea importante o las condiciones en el destino sean poco favorables», dice. Con el paso de los años, los destinos que eligen son «más cercanos al lugar de residencia y culturalmente similares a su cultura de origen», añade la profesora colaboradora del grado de Psicología de la UOC. En cualquier caso, esto pone de relieve que los intereses dependen del entorno familiar, puesto que «muchas personas mayores hacen vacaciones en compañía de su familia y asumen destinos que responden más a los intereses de sus hijos y nietos que a los propios».
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