La sociedad estipula que la mujer debe tener pechos, y una mastectomía no es una decisión personal", cuenta Tamy López, tatuadora de pezones y areolas. Tras una cirugía de mama, la persona puede notar sensaciones extrañas en el brazo o tórax, además de entumecimiento o punzadas que están fuera de lo normal. En caso de haber sido sometido a una mastectomía, las teminaciones nerviosas pueden tardar un tiempo en sentir la pérdida de mama. La Fundación Tejerina explica que la persona intervenida "puede sentir como si su pezón y/o pecho aún estuvieran presentes". Sin embargo, esta sensación va desapareciendo en los meses posteriores a la cirugía.
Con motivo de la celebración del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, El Independiente se ha puesto en contacto con Tamy López, tatuadora que colabora con la Fundación Tejerina y que se encargada de reconstruir mediante el tatuaje la areola y el pezón, ha contado que este procedimiento está basado "en un dibujo 3D a color". Lo bueno de tatuarse es que la persona a la que se le ha realizado una mastectomía no tiene la necesidad de pasar de nuevo por el quirófano y basta con aplicar una crema anestésica para no sentir molestias durante el procedimiento.
Tamy recuerda que, antes de entrar a su estudio, la persona que se ha sometido a la mastectomía "tiene que consultar con el médico que la ha intervenido, para que evalúe su situación". Una vez conseguido el visto bueno del especialista, Tamy se pone manos a la obra, y ofrece a su cliente un trabajo que consiga "el mayor realismo posible, es importante conseguir crear el efecto volumen utilizando el efecto 3D".
A continuación puedes ver un vídeo de Tamy López en su estudio:
¿Cómo se siente la persona después de tatuarse? Tamy ha explicado que, en la mayoría de las veces, las mujeres -ya que ningún hombre se ha atrevido hasta el momento- que han pasado por su estudio "están impactadas, ya que no saben lo que van a ver después". La tatuadora cuenta que depende de la persona, ya que hay algunas que necesitan tiempo para aceptar el cambio, pero considera que "el 90% de las tatuadas quedan contentas con el resultado". Sea cual sea su situación, "necesitan tiempo para asimilarlo y acostumbrarse. Todo es cuestión de adaptarse". Con su trabajo, Tamy cree que logra "ayuda a volver a empezar. Es como si la persona pudiese retomar todo tal y como lo dejó".
A pesar de que en sus primeros trabajos Tamy lo pasara mal debido a que se llevaba "a casa el dolor que supone ver a las mujeres que se encuentran en esa situación", ahora, la tatuadora afirma sentirse "feliz de colaborar" y estar "súper agradecida". Además de tatuajes de pezones y areolas, esta profesional emplea la técnica del microglabbing, que consiste en la "reconstrucción del cabello mechón a mechón, usando una práctica manual conocida como perogi". Entre las mujeres que están en quimioterapia o calvas es muy popular, ya que "simula el pelo de las cejas". También hay hombres con alopecia que se acercan al estudio, para así "tatuarse los mechones".
El cáncer de mama, una dolencia que afecta a los hombres
En relación a los hombres que se acercan al estudio, cabe recordar que hay también otros que sufren cáncer de mama. José Luis González fue diagnosticado de esta dolencia hace dos años, con lo que en él se cumplió la norma que suele ser habitual, que la edad media del diagnóstico en ellos es de entre los 60 y 70 años, aunque puede afectar a todas las edades, y se suele detectar más tarde que en las mujeres por la falta de prevención, ya que en las hombres no se hacen pruebas de cribado de cáncer de mama.
¿Cómo se lo diagnosticaron? "Había un síntoma que yo no sabía lo que suponía, pero afortunadamente mi medico de cabecera sí. Tenía secreciones en la mama izquierda, incluso con algo de sangre, y yo no le daba importancia, pero ella se la dio", recuerda. La doctora le explicó lo que suponía y que era algo infrecuente en los hombres, pero, como dice José Luis, "da igual lo atípico que pueda resultar, esto es lo que hay".
Su familia lo acogió bien, según relata emocionado cuando se refiere a ella y al apoyo que recibió cuando primero tuvieron que quitarle la mama y luego recibió quimioterapia y radioterapia. Fueron seis meses en los que, dentro de lo que cabe, tuvo suerte, según sostiene, porque el tratamiento no le afectó demasiado y la rehabilitación en la Asociación Española Contra el Cáncer (Aecc) le fue muy bien.
Pero el cáncer ha hecho que se sienta más cansado y, tras extirparle 16 ganglios de la zona de la axila, sufre un linfedema (acumulación anormal de líquido en el tejido blando debido a una obstrucción en el sistema linfático) en el brazo izquierdo, lo que obliga a llevar una manga de presión desde los hombros a los dedos. Los ganglios o nódulos linfáticos axilares se encargan de recoger la linfa del brazo y evitan que se acumule en la extremidad, y el linfedema se produce porque al extirpar estos ganglios linfáticos se acumula líquido intersticial en el brazo del mismo lado de la intervención y provoca un aumento de su tamaño.
A pesar de esta situación, José Luis mira con optimismo la vida y el cáncer de mama no le ha supuesto un alto impacto psicológico, algo que sí ocurre en otros hombres, según Ana González Márquez, psicóloga de la AECC: "Es una enfermedad que se asocia a las mujeres con lo que inicialmente causa incluso sentimientos de vergüenza, de culpa, porque no tiene explicación ante lo que le esta pasando".
No obstante, "les cuesta mucho pedir ayuda" ante síntomas como la ansiedad y la depresión u otros sentimientos asociados a la autoestima o dificultades en la conducta sexual y en las relaciones de pareja. Estos sentimientos se pueden producir porque el hombre no encuentra modelos de referencia de la enfermedad que le apoyen en el proceso de comprensión, de ahí la importancia de visibilizar esta enfermedad en el varón. Una patología, según recuerda González, que tiene tratamiento y que se puede curar porque estamos en un 95 % de tasas de curación.
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