Los más mayores son el segmento poblacional más castigado por la pandemia. El 68,8 % del total de los fallecidos por Covid-19 en España vivía en una residencia de ancianos, según datos del Ministerio de Sanidad. Se calcula que son más de 19.000 las muertes por coronavirus en las residencias, con la Comunidad de Madrid y Cataluña a la cabeza de las más golpeadas, con una cifra conjunta superior a las 10.000 defunciones. Otras comunidades como Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón, Extremadura y Navarra también presentan guarismos muy preocupantes al respecto.
A pesar de que regiones como la Comunidad Valenciana, País Vasco o Andalucía registran actualmente un mayor número de decesos, la proporción respecto al total es menos significativa, ya que el número de afectados es alto, pero moderado en comparación con el total.
En este punto, las situaciones más delicadas actualmente son las de Aragón, Comunidad de Madrid, Cataluña, Castilla y León o Castilla-La Mancha. Los brotes asociados a los centros de mayores ascienden y obligan a tomar medidas. La temprana detección de casos y la correcta derivación de los ocupantes resultan determinantes.
Aragón
La comunidad aragonesa alcanzó la semana pasada los 503 casos por cada 100.000 habitantes, lo que la situó a la cabeza de diagnosticados por habitante en Europa. El número de afectados en residencias supera los 300, distribuidos en casi 50 centros.
El foco más alarmante es el de la residencia de Burbáguena (Teruel), que cuenta con más de 60 positivos y 10 fallecidos por Covid. Actualmente, hay 43 ocupantes, 23 de ellos han sido diagnosticados positivo y 18 más están hospitalizados. Además, 21 trabajadores también están infectados.
La falta de personal geriátrico, según denuncian las propias residencias, se suma a esta complicada ecuación. Cabe recordar que, desde que comenzó la pandemia, de los 980 muertos por coronavirus registrados en esta región desde que el coronavirus comenzase a arreciar en España, cerca de 800 han sido usuarios de los centros de mayores.
Comunidad de Madrid
La preocupación en la capital se ha disparado en las últimas horas después de que Madrid notificase en el día de ayer 654 contagios, casi el doble de los registrados el día anterior.
A la evidente falta de rastreadores se suman los incesantes brotes que sigue sumando la región: el pasado lunes se notificaron seis nuevos focos, y cuatro de ellos afectan a residencias. Además, el traslado de contagiados de la residencia de San Martín de la Vega ha dejado la friolera del 60 positivos y dos muertos.
Este acontecimiento ha motivado la actualización del protocolo que incumbe a los centros de mayores para evitar situaciones semejantes a las que se registraron en los meses de marzo y abril, y se han establecido dos medidas: control del régimen de visitas (por el momento no se plantea la eliminación de las mismas) y restricción de nuevos accesos. Actualmente, la incidencia es de 53 casos por cada 100.000 habitantes, un dato que va en aumento y que se ha duplicado en las últimas dos semanas.
Cataluña
Desde la entrada en la 'nueva normalidad', Cataluña junto a Aragón han sido las regiones más afectadas por los rebrotes de coronavirus, y las residencias catalanas tampoco han sido ajenas a ello.
4.121 personas han perdido la vida en geriátricos catalanes desde el 15 de marzo, un 72% del total de defunciones registradas en la comunidad autónoma.
Hace unos días, la Generalitat informó de cerca de 60 brotes activos en residencias de Cataluña, por lo que se decidió tomar medidas preventivas y se suspendieron ingresos, visitas y salidas en zonas como Barcelona o Sabadell.
Otras regiones como la Comunidad Valenciana están en alerta ante los posibles rebrotes, ya que registra casos en 19 centros, 11 en la provincia de Valencia y ocho en la de Alicante. La Generalitat Valenciana se plantea también prohibir las visitas a las residencias de ancianos si la situación empeora.
Los datos obligan a una actuación coordinada y eficaz por parte las instituciones. La amenaza de una segunda ola de coronavirus en las residencias de mayores no sólo podría terminar colapsando, de nuevo, al personal sanitario, sino que se ensañaría nuevamente con el sector poblacional más afectado por una pandemia sin precedentes.
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