Ha guardado la cuarentena en España y en China, tuvo que confinarse durante casi tres meses como todos sus compatriotas y se ha tenido que someter varias veces a la prueba PCR para acreditar que no estaba contagiado por coronavirus. Es la experiencia que acumula en los últimos ocho meses Pedro Morilla Pineda, el sevillano que se encuentra al frente de la dirección técnica de la cantera de un equipo de fútbol con sede en la ciudad china en la que se localizó el brote inicial de la covid-19: Wuhan.
Si no hay ni ninguna sorpresa, Morilla y otros siete compatriotas españoles tomarán un avión a las 22 horas del próximo domingo que les llevará hasta Wuhan para incorporarse al club: el Wuhan Shangwen Three Towns. De momento, se mantienen en aislamiento en un hotel de Shanghai, donde permanecen en habitaciones individuales desde que llegaron al país asiático desde España hace nueve días. Allí tendrán que continuar hospedados hasta que transcurran las dos semanas que marca el protocolo sanitario y la prueba diagnóstica determine que no están infectados.
La historia comenzó para este grupo de entrenadores cuando en España el coronavirus sonaba a chino y se veía todavía como una amenaza lejana. Corría enero, mes en que se identificó -concretamente el día 7- que un nuevo tipo de virus denominado 2019-nCoV era el causante del brote al que se asociaban 27 casos de neumonía de etiología desconocida por exposición a un mercado mayorista de pescado y animales vivos en Wuhan.
No era el caso de este grupo de españoles, confinados en una urbanización de dicha ciudad cuando aún en España no se habían activado las alarmas a la espera de su repatriación. Ésta se consumó el pasado 31 de enero, iniciando una cuarentena en el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid nada más bajarse del avión que los trajo de Wuhan.
Él y otros 18 compañeros venían de la zona cero del virus, que ya había entrado en España aunque era aún invisible en las estadísticas. Aquel viernes, el Centro Nacional de Microbiología -dependiente del Instituto de Salud Carlos III- había confirmado el primer positivo por covid-19 en España: el patógeno se había detectado en un turista alemán que se encontraba de vacaciones en La Gomera y que se habría infectado por contacto con una persona diagnosticada en su país.
'Jet lag' y PCR
Después vino el confinamiento (ya en Sevilla), la desescalada en sus diversas fases y ahora una nueva cuarentena nada más pisar suelo chino, donde tratan de recobrar la 'nueva normalidad' que ha impuesto el virus. "En Madrid estábamos en habitaciones individuales pero podíamos pasear por la planta y teníamos contacto. Aquí tenemos que estar cada uno en una habitación sin poder salir, tratando de sobrellevar el día de forma entretenida. También nos ha cogido el proceso de jet lag y tengo un descuadre horario importante", cuenta Pedro Morilla en videconferencia con El Independiente desde su hotel de Shanghai. Este sevillano de 47 años jugó en varios equipos (Betis B, Sevilla B, Écija, Talavera, Murcia, Burgos, Ciempozuelos...) y ha dirigido como técnico varios equipos, entre ellos el Granada CF cuando militaba en Segunda División (2017/2018).
Tres días antes de volar como máximo, China exige someterse a una prueba PCR como filtro para evitar que pasajeros infectados puedan entrar en el país. Los resultados han de enviarse al Consulado, que los sella a modo de autorización. Ese documento es el que permite subirse a un avión para volar a cualquier ciudad del país. Y ese procedimiento es el que han tenido que seguir a rajatabla antes de emprender nuevamente viaje.
"Nada más tomar tierra en China te llevan a hacerte una PCR. Dos días antes de que terminemos la cuarentena nos harán la prueba definitiva para que nos den la autorización y podamos movernos libremente por el país", explica Morilla. La cuenta atrás ha comenzado y ya tienen los pasajes para volar en la noche de este domingo (hora local) a Wuhan desde Shanghai. La incógnita es si tendrán que volver a aislarse otra semana cuando lleguen a la ciudad en la que residen.
Precisamente el coste de la prueba es una de las principales sorpresas que se ha llevado al regresar a China al cabo de ocho meses. "No es que me queje porque desconozco los condicionantes, pero sí que nos ha llamado a todos la atención la diferencia de precio. La que nos hicimos en España antes de volar nos costó 150 euros y aquí sale por unos 120 yuanes, que vienen a ser unos 15 euros al cambio. Diez veces más barata", comenta.
No es la única diferencia que aprecia entre ambos países en relación con la gestión de la crisis sanitaria. Morilla llama la atención sobre el hecho de que "casi toda la población china está testada" a estas alturas a diferencia de lo que ocurre en España, al tiempo que destaca el férreo "control de fronteras" que se ha realizado en el país asiático para tratar de frenar la entrada de personas contagiadas. "Hasta hace tres o cuatro semanas no podíamos entrar incluso quienes teníamos trabajo y [permiso de] residencia en vigor. En España, en cambio, este control no ha sido tan severo. Hubiera sido importante asegurar que la gente entra limpia en el país", razona.
Morilla y otros 18 españoles tuvieron que guardar en Madrid una cuarentena en febrero tras ser repatriados desde Wuhan, origen del brote de la covid-19
En este sentido, Pedro Morilla confiesa su preocupación por el ritmo de los contagios que se está registrando en la segunda oleada en España, donde ha dejado a su esposa y a sus hijos. Él y los compatriotas que trabajan en el Wuhan Shangwen Three Towns han viajado con billete de ida pero no de vuelta, condicionada a la evolución de la pandemia.
"No sabemos cuándo volveremos. Por contrato tenemos dos periodos de vacaciones al año, uno de unos 20 días en Navidades y otro de 30-40 días en junio o julio, pero tal como va la situación... Primero que no sabes si podrás salir del país y luego que tienes que guardar otra vez cuarentena cuando regreses", comenta.
En los próximos días, otros ocho entrenadores españoles prevén volar a China para incorporarse al mismo proyecto, por lo que tendrán que iniciar una cuarentena nada más llegar. A éstos les caducó ya el visado de residencia y están a la espera de que el gobierno de Wuhan les envíe una carta-invitación para poder iniciar todo el procedimiento. Aquéllos, mientras tanto, van contando los días en un hotel de Shanghai para poder llegar a su destino y reencontrarse con los chavales en un campo de fútbol.
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