La expansión del coronavirus a principios de año provocó una reducción de la capacidad de carga aérea del 40 % por la cancelación de vuelos y ha propiciado que las tarifas de los fletes marítimos aumenten de forma considerable. Los grupos dedicados al transporte internacional y a la logística se enfrentan desde hace unos días a otro problema que está dificultando el traslado a Europa por carretera de productos esenciales para la lucha contra el coronavirus desde la gran fábrica del mundo: China.
Desde principios de mes se registra una disputa en la frontera entre China y Kazajistán por los trámites aduaneros, lo que está provocando colas en ese paso de Asia central y que los camiones dilaten el tiempo de tránsito. "Cuando los kazajos han visto que pasaban camiones por allí han querido un trozo del pastel y han cortado la frontera. Quieren que el despacho de aduanas se haga en su lado y no en el chino. Los camiones están pasando a cuentagotas", señala la directora de Marketing del grupo DSV en España, Sabrina Balada.
El paso fronterizo está ubicado entre Dostyk o Druzhba (Kazajistán) y Alashankou (China), un lugar estratégico para el comercio en la nueva ruta de la seda. "Alemania también está importando mucha mercancía por carretera. Esperemos que la disputa se resuelva en breve", añade Balada.
El pasado mes de octubre, la multinacional danesa puso en marcha un puente terrestre intercontinental para conectar China y Europa como alternativa al transporte de mercancías aéreo, ferroviario y marítimo. Dependiendo del punto en el que carguen en origen, los camiones tardan entre 16 y 19 días en recorrer los nueves países que componen la ruta (China, Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia, Alemania, Luxemburgo, Francia y España), pero el gasto para el cliente es aproximadamente un tercio de lo que le costaría traer la mercancía en avión. No es la única ventaja. También es más flexible (permite cargar en varias ciudades chinas y repartir en distintos puntos de Europa) y no impide el transporte de mercancías peligrosas, como productos químicos.
Los kazajos quieren su parte del 'pastel' como territorio de paso de los camiones que traen a Europa el material fabricado en China
La terrestre es una de las dos alternativas que ha decidido ofrecer el grupo DSV a sus clientes ante el alza que vienen experimentando los precios de los fletes marítimos y la pérdida de la capacidad aérea que ha provocado la pandemia por la suspensión masiva de vuelos de pasajeros, perdiéndose el espacio que ofrecen las bodegas de esos aviones para el traslado de mercancía. El otro es el transporte ferroviario, con tarifas más baratas que el avión y tiempos de tránsito más reducidos que el barco. La duración máxima que tarda el tren es de 26 días (partiendo del Sur de China), plazo que se reduce en cinco días si el viaje se inicia en el Oeste.
En el último año, el tráfico de mercancías por ferrocarril entre el gigante asiático y Europa ha crecido en torno al 34 %. El incremento es del 72 % entre junio y noviembre de 2020, según los datos que DSV ha ofrecido a sus clientes en el webinar organizado el pasado jueves para exponerles la situación en que se encuentra el mercado y la proyección a tres meses vista.
Con sede central en la localidad barcelonesa de Rubí, la filial española del grupo danés es una de las empresas de transporte que ha contratado el Ministerio de Sanidad para traer material de protección adquirido en China. En concreto, la compañía operó casi una veintena de vuelos entre abril y junio desde Shanghái y Zenhghou hasta Madrid para trasladar la mercancía.
Tierra, mar y aire
El encargo de mayor cuantía (9.788.505 euros) se cerró el pasado 27 de abril y consistía en la realización de nueve vuelos desde el aeropuerto internacional de Shanghai Pudong hasta el Adolfo Suárez-Madrid Barajas (a razón de 1.087.611 euros por servicio) entre el 18 de abril y el 17 de mayo. Nueve días después, Sanidad volvió a requerir los servicios de esta multinacional, a la que encargó la prestación de servicios de coordinación logística y transporte aéreo, ferroviario y por carretera de la mercancía comprada a suministradores asiáticos. Ese encargo supuso un desembolso de 7.865.000 euros.
En virtud de esas adjudicaciones, DSV se encargó de la logística en China para llevar desde las factorías a los aeropuertos el material adquirido (la previsión es realizar 324 viajes en camión), la gestión de los trámites para la importación aérea y también la operación de trenes directos desde China a España.
Uno de ellos fue el que llegó a la terminal logística de Abroñigal (Madrid) a finales del pasado mes de junio cargado con más de 28 millones de mascarillas quirúrgicas y 425.000 buzos desechables. Compuesto por 35 vagones, el convoy había partido de la ciudad china de Yiwu -en el oriente del país, a unos 285 kilómetros al Sur de Shanghai- y recorrió 13.052 kilómetros, lo que la convirtió en la línea ferroviaria más larga del mundo. Fue el primero que vino ocupado totalmente por mercancía adquirida por Sanidad.
Navidades y nuevo año chino
Recurriendo a los colores del semáforo, DSV ha dibujado de rojo los próximos meses para describir a sus clientes la situación en que se encuentra el transporte de mercancías con China ocho meses después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia. Al incremento del precio de los fletes marítimos, a la concentración de recursos de las navieras en la ruta Asia-Norteamérica al salirles más rentable y a la merma de la capacidad aérea se suman las próximas fiestas navideñas -muchos de los regalos que se reparten en estas fechas proceden de allí- y el nuevo año chino, que comenzará el 12 de febrero.
A la espera de que se despeje la incógnita sobre la vacuna, la compañía pronostica que las operaciones marítimas y en aviones de pasajeros con el país asiático seguirán siendo complicadas en lo queda de mes. No así las rutas ferroviaria y por carretera. Para ello los kazajos y los chinos deberán ponerse de acuerdo para repartirse la porción del pastel.
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