Una de las preocupaciones de los pacientes tras someterse a una intervención quirúrgica es cómo será la cicatriz de la misma y en cuánto tiempo cicatrizará, así como cuál será la marca que quede ya de forma permanente. Aunque en muchos casos representan ‘heridas de guerra’, todos siempre preferimos que sean lo menos visibles a poder ser, y esto en muchos casos es en gran parte responsabilidad del paciente.
Según explica el doctor Juan Carlos Meneu, director del Equipo del Doctor Meneu del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo (Madrid), una herida es la lesión que se produce en un tejido exterior por diversas causas, desde enfermedades a golpes, cortes o rozaduras, siendo las intervenciones quirúrgicas una de las principales, ya que en la mayoría de las ocasiones los doctores y cirujanos que las llevan a cabo necesitan acceder al interior del cuerpo del paciente para corregir su problema de salud.
Así, el también jefe de Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo en el citado complejo hospitalario indica que la mayor parte de las heridas quirúrgicas son de tipo agudo, es decir, lesiones puntuales por una alteración de la estructura anatómica del tejido y consecuencia de esa intervención, de forma que su expectativa de curación suele ser bastante buena: “En estos casos, la lesión en el tejido se produce de forma controlada por parte del doctor que interviene y la sutura posterior se realiza nada más finalizar la operación, algo que permite iniciar su proceso de recuperación de forma inmediata”.
Fases de curación de una herida quirúrgica
Subraya además que cada incisión quirúrgica tiene su propia historia y su propio proceso de curación: “Su tiempo de sanación dependerá de la zona afectada, de su tamaño y características, de la edad y del estado de salud del paciente, pero sobre todo del cuidado que se ponga a la hora de curarla. Aunque en condiciones normales, no se prolongará más allá de los dos meses o dos meses y medio para su completo restablecimiento”.
Sin embargo, el cirujano sí advierte de que hay que tener en cuenta que ninguna herida está libre de sufrir problemas como hemorragias o procesos infecciosos, por lo que es fundamental “cumplir diligentemente” con las pautas de curación que establezca el doctor, así como protegerla de agentes externos hasta su completo restablecimiento.
Con ello, describe que la fase de curación se alarga durante 4 fases que pueden abarcar desde unas pocas semanas hasta los dos años:
1.- Fase de coagulación: La más inmediata tras la lesión. Cuando el tejido sufre el traumatismo reacciona automáticamente para formar el coágulo y fomentar la hemostasia, de forma que la propia sangre sea la que detenga la hemorragia, y pueda taponar la herida gracias a las plaquetas. No suele durar más de 15 minutos.
2.- Fase inflamatoria: Los leucocitos entran en acción para limpiar de patógenos la herida y liberar sustancias que permiten consolidar la sutura e iniciar la reconstrucción del tejido. Por eso, es normal que se aprecie un engrosamiento del área afectada, dolor y enrojecimiento de la misma, en un proceso que puede durar hasta cinco o seis días.
3.- Fase de proliferación: Ya está limpia y lista la zona para reconstruirse, por lo que poco a poco se regeneran el tejido y los vasos sanguíneos, se contraen y cierran los bordes de la herida, y la misma se cubre a través de la acción del tejido epitelial. Se puede prolongar durante un período de tiempo de entre cuatro días y cuatro semanas.
4.- Fase de maduración: Ya no hay herida y el nuevo tejido muestra las primeras señales de cicatrización y consolidación. Sin embargo, éste es aún muy joven y sus fibras de colágeno necesitan madurar y fortalecerse para comportarse con normalidad. Lo habitual es que esta etapa no se alargue más allá de los dos meses, pero según qué casos y qué circunstancias, puede incluso extenderse durante un par de años.
Factores que favorecen una más pronta cicatrización
Eso sí, según indica el doctor Meneu, las heridas quirúrgicas tienen la ventaja de que se suturan rápidamente y se controlan en los días posteriores para limpiarlas y cuidar de que la cicatrización marche según lo esperado, si bien avisa de que no todas curan igual de bien y de rápido, existiendo varios factores que condicionan su pronóstico:
1.-Zona en la que se ha producido la lesión: Cada tejido responde a las heridas y se cura de forma distinta. Así, partes del cuerpo húmedas, próximas a articulaciones, o sometidas a roces y presión suelen tener más problemas para sanarse.
2.- Tipo de herida y su profundidad: La cantidad de tejido que se pierde, el tamaño de la incisión, o los bordes de la lesión influyen en el proceso de recuperación. Cuanto más aparatosa y profunda sea ésta, más tardará en sanar.
3.- Características genéticas del paciente: Cada cuerpo reacciona de forma distinta a las heridas y cicatriza de distinta manera.
4.- Edad del paciente: A más edad, más dificultades para regenerar las heridas. A partir de los 30 años, el organismo trabaja cada vez más lento para restablecer la piel afectada.
5.- Estado de nutrición y de hidratación del paciente: La falta de vitaminas (como la A y la C), de minerales, y una mala hidratación provocan que la piel pierda salud y que, por tanto, no pueda sanarse correctamente si lo necesita. ¿La razón? Cuando el organismo se prepara para llevar a cabo la cicatrización, no cuenta con las ‘materias primas’ para regenerar el tejido.
6.- Existencia de patologías y consumo de fármacos: Problemas de tipo circulatorio o respiratorio, así como la ingesta de medicamentos, pueden alterar la cicatrización y dificultarla. De ahí que estos sean aspectos a tener en cuenta a la hora de realizar el seguimiento de la cura.
7.- Ingesta de alcohol y tabaquismo: Las sustancias tóxicas en el organismo afectan al sistema circulatorio, fundamental para la cicatrización. Se recomienda no beber ni fumar tras experimentar una herida quirúrgica.
No obstante, y ante la duda, el doctor Meneu aconseja consultar siempre con un especialista, y pide a los pacientes que no tengan miedo de acudir a un centro sanitario por la pandemia. Según celebra, centros como el Complejo Ruber Juan Bravo cuentan con la acreditación ‘Protocolo Seguro frente a la COVID-19’ que certifican su cumplimiento de los estándares más exigentes de desinfección en esta pandemia.
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