Primero hospitalizaron al padre. Ella, con sus tres hijos pequeños (cuatro, cinco y nueve años), se negaba a ingresar. Pero sus síntomas de Covid empeoraban y la situación se iba haciendo inevitable. “Estuvimos dos días pendientes de un hilo. No tenían familia extensa y los niños, además, podían estar contagiados. Entre la pediatra, los servicios sociales municipales, el médico y yo buscamos una solución de urgencia. Dónde irían, quién les trasladaría… Al final la madre tuvo que ingresar y los niños fueron al centro Gubio”, explica Carmelo Jiménez, trabajador social en un centro de salud de Collado Villalba (Madrid), donde vive esta familia.
Los tres pequeños pasaron finalmente unos días en este hogar que desde octubre acoge a menores de entre 3 y 17 años que están contagiados de coronavirus o en cuarentena. El centro, cuya ubicación la Comunidad de Madrid prefiere no revelar para preservar la intimidad de los menores, está financiado con fondos públicos y cuenta con 24 plazas que ocupan, sobre todo, niños que proceden de otros centros o casas de primera acogida. “Se pensó para dar apoyo a los 97 centros de menores de menores de la Comunidad de Madrid pero luego nos ha servido para atender a situaciones como la de familias en las que se ingresaba a los dos progenitores y los menores quedaban en una situación de desamparo temporal”, cuenta Ana Cristina Gómez Aparicio, subdirectora general de Protección a la Infancia de la Comunidad de Madrid, que recuerda otro caso en que "una familia apareció en la puerta del Zendal [el hospital de pandemias] con los niños y no tenían donde ir".
En octubre empezó a funcionar este centro, que antes se dedicaba a jornadas de ejercicios espirituales e incluso eventos de empresa. Cuenta con 16 habitaciones, zonas comunes y grandes espacios al aire libre donde los niños y adolescentes se mueven guardando la distancia de seguridad. El objetivo es que su estancia allí – que dura una media de 15 días – sea lo más parecida posible a su vida fuera. “Estamos en comunicación con los centros educativos, por las mañanas o tienen clases online o les damos apoyo, salen al patio, tienen actividades conjuntas y por la tarde tiempo de ocio”, explica Gema Pérez, directora del centro.
La plantilla pertenece a Sercade (el Servicio Capuchino para el Desarrollo y la Solidaridad) y consta de 37 trabajadores entre mediadores, educadores, personal de limpieza o cocina. La Comunidad de Madrid contrató de emergencia este recurso por un valor cercano a los 100.000 euros al mes. "En principio está pensado para mantenerse hasta abril o mayo, pero si la situación lo requiere podría prorrogarse", explica Gómez Aparicio.
Desde su apertura, por aquí han pasado 56 niños, desde los tres a los 17 años. Entre ellos se han forjado amistades, se han divertido juntos y hasta recibieron la visita de Papa Noel. "Mucho ánimo, estáis haciendo de esta casa un sitio cada vez más especial con vuestro paso por aquí", les dejó escrito junto a sus regalos.
La situación más difícil la provocó Filomena, que les pilló con un único residente y varios trabajadores que quedaron atrapados por la nevada. "Vino hasta la Guardia Real para ayudarnos", recuerda Pérez, "en aquel momento había solo un niño pero poco después de las Navidades se fue llenando y hemos estado completos".
La directora del centro reconoce que a veces los pequeños tienen momentos difíciles en el centro, que de un día para otro se convierte en su nuevo hogar. La enfermedad no supone un gran problema para ellos, la mayoría están contagiados pero son asintomáticos o muy leves. En otros casos llegan para hacer cuarentena y deben estar separados del resto. "Comen en su habitación para evitar problemas por la mascarilla y el personal que los atiende va siempre con EPIS", explica.
Estos días hay 13 niños en Gubio, todos ellos contagiados y leves. A todos se les recoge en su casa o su centro y se les vuelve a llevar una vez han tenido una prueba diagnóstica negativa. "Nuestra intervención con ellos comienza en cuanto se montan en el vehículo desde su casa o centro. Les vamos contando a donde vienen, qué van a hacer... Porque algunos están asustados, se creen que esto es un hospital. Una vez llegan aquí les presentamos a los compañeros, al personal...", explica Pérez.
Este centro es uno de los que la Comunidad de Madrid ha habilitado para atender a personas con necesidades por el Covid, tal como el hotel para personas y familias sin hogar en Las Tablas y la residencia de cuidados Covid para mayores dependientes en Canillejas. En estos ámbitos también ha visto Jiménez el impacto de la pandemia: "Ha habido situaciones muy duras, sobre todo en gente mayor. Los que se quedaron en casa porque les cerraron los centros de día y sus hijos trabajaban. También los grandes dependientes que se quedaron sin cuidadores porque estaban de baja. En mis 30 años de experiencia no había visto nada igual".
A diferencia de otros ámbitos donde la pandemia ha dejado las peores situaciones vistas hasta la fecha, la subdirectora general de Protección a la Infancia destaca que, afortunadamente, no ha supuesto el peor golpe. "Esta situación no ha sido la peor, aquí ha habido un gran esfuerzo e implicación por parte de los profesionales y también los niños nos han sorprendido. Han tenido una gran capacidad para normalizar la situación", concluye.
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