El aumento de la esperanza de vida ha propiciado un incremento del déficit de vitamina D en mujeres posmenopáusicas y, con ello, un aumento de las fracturas osteoporóticas en este colectivo. Por ello, estudiar nuevas fuentes de esta vitamina en el largo plazo es clave para la salud de las mujeres a partir de los 50 años, un grupo poblacional con alto riesgo de pérdida ósea.
"Las mujeres que cuentan con suficientes reservas de vitamina D pueden prevenir totalmente la aparición de osteoporosis"
doctor esteban jódar
“La vitamina D desempeña un papel importante en la salud ósea y probablemente también en múltiples enfermedades agudas y crónicas extraesqueléticas”, afirma el doctor Esteban Jódar, jefe del departamento de Endocrinología y Nutrición de los hospitales universitarios Quirónsalud Madrid y Ruber Juan Bravo.
Desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) recuerdan que la vitamina D es fundamental para la mineralización ósea en todas las edades y la absorción del calcio. Además, regula los niveles de calcio en sangre, se encarga de estimular la absorción de calcio a nivel intestinal y favorece la reabsorción de calcio a nivel renal.
Cuando el sol no es suficiente
La SEEN advierte que en nuestro país se han descrito concentraciones bajas de esta vitamina en más del 80% de los individuos mayores de 65 años, y en un 40% de la población menor de 65 años. Algo sorprendente teniendo en cuenta la cantidad de horas de horas de sol, gran fuente de vitamina D, que disfruta la península Ibérica a lo largo del año. Pero el creciente sedentarismo ha reducido la exposición al sol, sin que se haya implementado la administración pautada de suplementos de vitamina D, como sucede en otros países de nuestro entorno.
El especialista de Quirónsalud destaca que, en el ser humano, el mayor aporte proviene de la transformación cutánea del ‘7-dehidrocolesterol’ en colecalciferol por la acción de los rayos ultravioleta solares, es decir, que nuestra mayor fuente de vitamina D es el sol. También puede obtenerse de los alimentos, en un 10%, tanto de origen animal (colecalciferol) como de origen vegetal (ergocalciferol). Aunque la mayoría tiene escasas cantidades de esta vitamina, el doctor Jódar señala pescados y mariscos, lácteos, huevos, setas o cereales fortificados, entre otros, como los más ricos en vitamina D.
¿Por qué durante la menopausia?
Este facultativo subraya que la osteoporosis y la menopausia suelen ir de la mano, de forma que la pérdida de densidad ósea que tiene lugar en la menopausia contribuye a aumentar las tasas de osteoporosis y de fracturas en este colectivo. De hecho, resalta que “la osteoporosis provoca más del 80% de las fracturas menopáusicas de más de 50 años”.
Durante la menopausia se produce una disminución de estrógenos, que a su vez provoca una activación de los osteoclastos, con la consecuente destrucción del hueso sin renovación asociada. “Es característico en las mujeres posmenopáusicas la pérdida de masa ósea, que avanza con el paso de los años, y puede terminar en una osteoporosis, especialmente entre las mujeres que son más propensas a ello. Si estas cuentan con suficientes reservas de vitamina D es un proceso que se puede prevenir totalmente”, remarca el especialista.
Tratamiento a largo plazo
Aunque la suplementación con calcifediol, un metabolito de la vitamina D, ha demostrado eficacia y seguridad en ensayos clínicos a corto plazo para prevenir este tipo de situaciones, hasta ahora se desconocían sus efectos en el largo plazo.
Para evaluarlo, un grupo de 18 expertos llevaron a cabo entre marzo de 2018 y octubre de 2020 en diez centros de España e Italia un ensayo clínico de fase III-IV, de superioridad doble ciego, aleatorizado, controlado, y paralelo, para evaluar la eficacia y seguridad del calcifediol mensual 0,266 miligramos, frente a colecalciferol 25.000 UI (0,625 mg), en mujeres posmenopáusicas con deficiencia de vitamina D.
Seguro y eficaz
“El estudio concluye que el tratamiento a largo plazo con calcifediol mensual en pacientes con deficiencia de vitamina D es eficaz y seguro, que la retirada del tratamiento conduce a una disminución pronunciada de los niveles de vitamina D, que el calcifediol presentó un inicio de acción más rápido en comparación con el colecalciferol mensual y que el tratamiento a largo plazo produce concentraciones estables y sostenidas de vitamina D sin problemas de seguridad asociados”, explica Jódar.
Concretamente, para la realización del estudio, las pacientes fueron aleatorizadas en tres grupos según la administración de los fármacos: calcifediol 0,266 mg/mes durante 12 meses (Grupo A1); calcifediol 0,266 mg/mes durante 4 meses: seguido de placebo durante 8 meses (Grupo A2) y colecalciferol 25.000 UI/mes (0,625 mg/mes) durante 12 meses (Grupo B).
Para el cuarto mes se documentaron niveles estables de vitamina D para todos los grupos: 26,8 (Grupo A1), 28.5 (Grupo A2) y 23,1 (Grupo B). A los 12 meses, los niveles fueron de 23,9 (Grupo A1) y 22,4 (Grupo B).
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